La propuesta de ofrecer la vacuna Vaxzevria (el nombre de la vacuna de AstraZeneca) a las personas menores de 60 años que voluntariamente y tras un consentimiento informado específico acepten vacunarse con ella es una propuesta sugerente, pero parece mostrarse poco oportuna y prudente en este momento.
Todos aceptamos, y así lo dispone la ley, que la mayoría de los fármacos solo se dispensen bajo receta médica. Y ello, pese a que el usuario pueda estar perfectamente informado de los riesgos que asume a través de los muy detallados prospectos. Es decir, el que puede denominarse paternalismo justificado no es una figura ajena a dicho mundo y tampoco al de las vacunas.
"El presupuesto de la decisión autónoma radica en la información que la precede"
Si el principio de precaución informa a favor de no vacunar ahora con Vaxzevria a las personas menores de 60 años, a la espera de completar la evidencia científica, no parece adecuado permitir que se haga bajo el argumento de una aceptación explícita por parte del que va a recibir la vacuna.
Mientras no se disponga de suficiente información para adoptar la decisión más adecuada (vacunar o no con Vaxzevria a los grupos menores de 60 años) el valor del consentimiento informado como garantía de una decisión autónoma será muy discutible, porque no se habrá podido ofrecer la información adecuada que exige la Ley. Este concepto de información adecuada que consagra la Ley 41/2002, exige que sea fiable y suficiente para la toma de la decisión.
Debemos recordar que el presupuesto de la decisión autónoma radica en la información que la precede y si la decisión de suspender cautelarmente la vacunación de dicho grupo de población se ha adoptado a la espera de obtener evidencias suficientes para garantizar la seguridad de la vacunación, es harto difícil sostener que el consentimiento que puedan prestar los individuos sea realmente informado.
Por otro lado, introducir ahora tal propuesta puede contradecirse con los propios principios éticos que informan la Estrategia de vacunación. En ella se señala, literalmente, que la toma de decisiones para la priorización debe basarse fundamentalmente en la evidencia científica y, por tanto, no puede basarse solo en el consentimiento informado del individuo y, menos aún, sobre la base de una información científica de seguridad de la que aún no se dispone y que, como señala también la Estrategia, debe ser fiable.
Tampoco debe olvidarse que en un contexto de escasez de recursos y en el que hay que ineludiblemente priorizar, la vacunación no puede establecerse por elecciones individuales. La fórmula de permitir la vacunación con AstraZeneca a los menores de 60 años bajo un consentimiento informado ad hoc, transmitiría la idea de que la Estrategia acepta que las diferentes vacunas son a elección de los individuos, o, lo que es lo mismo, a demanda del usuario. Ello, como ya se ha mencionado en varias de las actualizaciones, iría, en el contexto actual, en contra de los principios éticos en los que se asienta la Estrategia de vacunación.
También se debe tener en cuenta que, si la vacuna Vaxzevria se ofreciera en las mencionadas condiciones de consentimiento informado y produjera efectos secundarios graves, el impacto de esos efectos no solo alcanzaría a las personas que se hubieran prestado a vacunarse sino a la confianza en la estrategia de vacunación. En la medida en que el bien de la salud pública abarca la confianza de los ciudadanos en las autoridades sanitarias, parece importante abstenerse de adoptar medidas que, aunque pudieran tener un eventual efecto positivo, también podrían generar un efecto negativo extraordinariamente grave.
En las próximas semanas, incluso, próximos días, seguramente tendremos más evidencia científica para valorar los casos sumamente aislados de trombos en personas menores de 60 años que han recibido la vacuna de AstraZeneca. Se sabrá también el número de dosis de las vacunas disponibles para atender a los distintos grupos de población. Entonces se podrá tomar una decisión prudente sobre el modo de proceder. Una decisión que conjugue la prioridad de vacunar cuanto antes al mayor número y el objetivo de reducir al mínimo los problemas de seguridad, de modo que las personas no se vean innecesariamente expuestas a riesgos, ni la confianza en las vacunas se resienta. Porque, en definitiva, parece que el lema que debe inspirar la Estrategia de vacunación debe ser, parafraseando el dicho popular atribuido por Don Benito Pérez Galdós al Rey Fernando VII, el de “vacúname con seguridad que tengo prisa”.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3xeTESi
No hay comentarios:
Publicar un comentario