El presidente del 2º Congreso Nacional Multidisciplinar COVID-19, Carlos Jiménez Ruiz, tiene la buena costumbre de releer el Quijote. “Le diría a los políticos que releyeran, o leyeran si no lo han hecho, los dos capítulos en los que don Quijote aconseja a Sancho, nombrado gobernador de la ínsula de Barataria, sobre el buen gobierno. Podrían extraer conclusiones útiles, porque el Quijote, como yo lo entiendo, es una enseñanza de vida. Quizá así todos tendríamos menos problemas”. Ese consejo bien podría incluirse de propina en el Manifiesto que las sociedades científicas del congreso han dirigido a los responsables de la política sanitaria española y autonómica. Si más de 200.000 profesionales sanitarios han consensuado, a través de sus sociedades, unos mensajes claros sobre la vacunación, ¿por qué cuesta que los políticos remen en la misma dirección? Jiménez Ruiz alude a la clave del consenso: la evidencia científica.
Sobre evidencia se ha tratado mucho en el Congreso, cuya anfitriona en esta edición fue la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). El encuentro supera la también exitosa primera edición. Para el neumólogo y también presidente de SEPAR, ha sido un reflejo del “año excepcional de avance en el conocimiento científico sobre esta enfermedad”.
PREGUNTA: Ese avance ha cristalizado en las vacunas, pero también en el tratamiento.
RESPUESTA: Es evidente. La investigación ha avanzado mucho, no solo en la prevención, ahora también disponemos de pautas claras de tratamiento farmacológico que antes no se tenían, pero además, en el manejo no farmacológico, se ha establecido, entre otras cosas, el papel fundamental de las unidades de cuidados respiratorios intermedios (UCRI). Se han determinado protocolos de manejo, porque todos hemos trabajado en colaboración con el único objetivo de controlar esta enfermedad. Y eso se ha conseguido en un año. Es un gran triunfo de la ciencia y la investigación, y marca la importancia de la multidisciplinariedad en la medicina y el campo sanitario.
P: ¿De cada ola se ha aprendido algo nuevo sobre la covid?
R: Sí y no solo en cuanto a tratamiento, también sobre la prevención; hemos aclarado dudas a medida que se disponía de evidencias. Es tan importante conocer lo que hay que hacer como lo que no debe hacerse.
“Llevamos un año de enfermedad y aún no se conoce bien la evolución de la covid”
P: El vaivén político sobre las vacunas ha generado desconfianza en parte de la población, ¿cómo recuperarla?
R: Es una de las cosas que tratamos de transmitir en el Manifiesto, que los mensajes a la población general sean claros, sencillos, entendibles y siempre basados en la evidencia científica. Aquí se ha fallado porque se ha actuado más desde el punto de vista político que del sanitario. La covid-19 es un problema sanitario de primer orden y por ello es el mensaje sanitario el que tiene que llegar a la población, siempre apoyado en la ciencia.
P: El primer congreso nacional también concluía con un manifiesto, de 50 sociedades científicas, dirigido a los políticos, a los que reclamaban que les hiciera caso. Siete meses después, la situación no parece haber cambiado, ¿qué hay que hacer para que la ciencia influya en la política?
R: Lo tenemos difícil, la verdad. Opino que para ello necesitamos a la población general, a las asociaciones de pacientes, porque si el mensaje de los profesionales sanitarios está apoyado por los pacientes y por la población general, al político le tiene que calar. Unidos tenemos mucha fuerza.
P: La pandemia ha desvelado el papel de las UCRI, ¿se les dará ahora más relevancia en los hospitales?
R: Las UCRI han salvado vidas durante los peores momentos de la pandemia. Desde la SEPAR siempre hemos intentado ponerlas en valor, y ahora su utilidad ha sido vista por todos los profesionales sanitarios y por la administración. Los estudios han puesto de manifiesto que las UCRI reducen el número de pacientes que deben ingresar en las UCI, y además, que pueden lograr que las unidades de vigilancia intensiva se despejen antes, en un momento de gran presión asistencial, dejando así camas libres necesarias para otros pacientes.
“Si se potencia la vacunación y no bajamos la guardia, la cuarta ola será suave”
P: ¿Cómo se recuperan los pacientes de la neumonía covídica?
R: A nivel pulmonar, hemos visto que hay pacientes con secuelas a los tres meses, pero que a los seis, han desaparecido, mientras que en otros enfermos se mantienen. Llevamos un año de enfermedad, pero más allá, no tenemos datos sobre la evolución de la covid. Hay muchos grupos de expertos que están analizando el postcovid; algunos se centran en la fibrosis pulmonar, también en el trastorno de la coagulación que vemos en ciertos pacientes y su relación con el tromboembolismo pulmonar. Pronto tendremos resultados de esos estudios.
P: Quizá no se diga lo suficiente, pero también hay personas que se recuperan totalmente de la covid.
R: Sí, la mayoría de los pacientes, antes o después, se recuperan del todo, pero nuestra preocupación está en aquellos que no lo hacen. Se están estudiando para ver qué posibles factores de riesgo, síntomas o signos pueden indicar que van a tener una mala evolución.
P: ¿Está ya planificada la atención a los pacientes que presentan secuelas tras la covid, o en las que hay que hacer un seguimiento?
R: Se está planificando. Desde la sociedad científica estamos en contacto con los jefes de servicio de los hospitales. En los centros se han adaptado a las sucesivas olas que hemos padecido y se están preparando para la asistencia del postcovid. Pero, y esto es importante, no todo es covid. Seguimos teniendo pacientes con enfermedades graves como el cáncer de pulmón, la EPOC o el asma. Nos tenemos que adecuar a la necesidad de seguir atendiéndolos en un momento en el que gran parte de los recursos humanos y materiales están centrados en la pandemia. En ningún caso, podemos olvidar al resto de pacientes, y conjugar eso es una gran dificultad.
“Las UCRI han salvado vidas en los peores momentos; lo ha visto la administración”
P: ¿Esperan que la cuarta ola sea de verdad más suave?
R: Lo más importante ahora es que la vacunación continúe: cuanto más avance, sumado a que la población general cumpla con todos los criterios de prevención de la infección que ya conocemos, menos grave será la cuarta ola. Vacunación y no bajar la guardia: si hacemos eso, tenemos más probabilidades de que la cuarta ola no no sea muy intensa.
P: ¿Es de esperar que después de esta siga habiendo nuevas olas?
R: Mi sensación, compartida con otros profesionales, es que la covid se quedará como la gripe, y que no volveremos a la situación que hemos vivido en este último año. Para ello, hay que seguir vacunando. Tenemos el ejemplo de lo que ha pasado en Israel, donde han inmunizado al 60-65% de la población, y ya con esas cifras, su situación no tiene nada que ver con la actual nuestra.
P: Como experto en tabaquismo, ¿qué evidencias ha encontrado en la relación del tabaco con el SARS-CoV-2?
R: Hay múltiples. Los metanálisis realizados por SEPAR y otros conducen a las mismas conclusiones: los fumadores tienen más riesgo de contagiarse por el coronavirus que los no fumadores. Se despeja así una duda que surgió al principio de la pandemia. Esto está demostrado a través de evidencias indirectas y directas también, pues el fumador presenta una disminución de las defensas para enfrentarse a infecciones, tanto bacterianas como víricas, y además en sus células epiteliales de la mucosa del aparato respiratorio tiene una mayor cantidad de receptores ACE-2, la vía de entrada del coronavirus a las células. Y junto a esa posibilidad mayor de infectarse, se sabe que cuando un sujeto es fumador y padece la covid-19 multiplica por 2,5 la posibilidad de sufrir una forma grave de la enfermedad (más riesgo de UCI y de fallecer) en comparación con un no fumador.
P: También se ha analizado la influencia de la contaminación en esta enfermedad vírica, ¿qué se sabe de ello?
R: Aquí las evidencias son indirectas, si bien se buscan otras directas. Se ha visto que en aquellas zonas donde se daban los mayores niveles de contaminación ambiental, sobre todo en las grandes ciudades, es donde había más casos de covid y de afectados con mayor gravedad, controlados por los parámetros habituales. Lo que conocemos es que las sustancias tóxicas del aire contaminado, como óxidos de nitrógeno, material particulado y ozono, dañan a las células respiratorias y reducen la capacidad de respuesta inmune en los pulmones; por lógica, es algo que facilita la infección vírica en general.
P: De los 2.000 estudios que hay en marcha ahora sobre la covid, ¿qué hallazgo le gustaría ver?
R: Yo espero que las vacunas alcancen la mayor eficacia y cobertura posible. Como sabemos, las enfermedades víricas se curan con vacunas. Confío en que en unos años podamos decir que la covid ya no es un problema.
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