Fuera del día a día de la pandemia, la recertificación profesional obligatoria es uno de los proyectos del Ministerio de Sanidad. En el proyecto de real decreto de formación transversal y aprobación de nuevas especialidades y áreas de capacitación específica (ACE), Sanidad propone que los especialistas tengan de certificar sus competencias cada 10 años.
La noticia ha sorprendido a los médicos, que están a la espera de conocer más detalles del proceso y sus implicaciones. Para empezar, lo poco incluido en ese proyecto normativo cambia los esquemas de los que se partió hace años: pasamos de hablar de una 'reválida' cada 6 años, voluntaria y no punitiva a una recertificación obligatoria cada década, que podría afectar a títulos de grado, especialidades y ACE.
Según los Presupuestos Generales del Estado, la recertificación es uno de los proyectos de Ordenación Profesional para este 2021. Concretamente el objetivo es "definir un modelo de recertificación de profesionales en el SNS", con la idea de "impulsar y reconocer el desarrollo profesional, desde un enfoque de igualdad de género". Uno de los aspectos del plan es el "desarrollo de un software que permita la autocertificación, simplificando el procedimiento y optimizando costes".
Un asunto pendiente de abordar
La recertificación, también conocida en algunos ámbitos como el desarrollo profesional (hay un amplísimo debate terminológico al respecto) sería, en resumen, un proceso por el cual el profesional demostraría bajo un procedimiento evaluativo periódico que mantiene las competencias adecuadas para seguir ejerciendo. En la práctica, varios países europeos ya siguen sistemas de este tipo.
"Creo que es de toda lógica. No puedes tener una licencia para una cosa concreta que evoluciona a toda velocidad y no va a servirte para toda la vida. Los países avanzados, como Alemania y Reino Unido, no funcionan así", opina Joaquín Gea, miembro del Comité Ejecutivo del 'board' europeo de Neumología. "En algunos lugares es lo que te da acceso a determinados puestos de trabajo, en otros si no están recertificado no puedes ejercer. No me parece mal que lo hagan. Sí que lo hayan hecho un poco por la puerta de atrás..."
"Si todos los países tendemos a recertificar, no vamos a separarnos del resto. Lo normal es que se empiece abordar en España. Pero faltan por concretar diversos aspectos para decidir si el planteamiento de Sanidad está bien o mal. Sí está claro que al principio, como en cualquier cambio de este tipo, tiene que ser voluntario, no cabe un cambio tan grande...", apunta Pilar Rodríguez, vicepresidenta de SEMG.
No obstante, "hay que abordarlo con cautela. Los profesionales están los suficientemente cansados y agotados como para poner requisitos que convivan difícilmente con el día a día. Cualquier cambio debe requerir la adaptación progresiva y que no sea traumático. Es una de las premisas más importantes", advierte esta médico de Familia.
Francisco Atienza, vocal del área de Formación de Semergen, señala que "la recertificación nos parece una garantía de calidad en el sistema, una necesidad, y más ahora cuando hay una escasez de médicos, sobre todo en primaria. Tenemos que garantizar un mínimo de calidad de los profesionales del SNS. Así que creemos que no sólo hay que hablar de recertificación, sino también de certificación".
Atienza recuerda que las tres sociedades de Medicina de Familia (Semergen, SEMG y Semfyc) llegaron a un acuerdo sobre el mapa de competencias y por dónde debían ir las líneas maestras de la recertificación, "dividiendo las competencias en trasversales comunes a todas la especialidades y en las propias de Medicina de Familia en cuanto a la atención al individuo, la familia, la comunidad..."
"Cualquier cambio debe requerir la adaptación progresiva y que no sea traumático. Es una de las premisas más importantes"
Por otro lado, "la experiencia de otros países es que se suele empezar con un proceso voluntario que acaba siendo obligatorio. No tenemos problema en que sea obligatoria, aunque yo personalmente creo que pasar del nada a todo es un poco brusco", valora el experto.
Manuela García, vicepresidenta de la Organización Médica Colegial (OMC), explica que la actualización de competencias "es uno de los primeros deberes de nuestro código deontológico". A la espera de consensuar unas alegaciones respecto a la norma de MIR y ACE, se muestra a favor de que el tema del desarrollo profesional se aborde en un real decreto que establezca criterios de carrera profesional -por cierto, otro de los proyectos de Ordenación Profesional para este año- y de recertificación.
"Creemos que debe haber una sola recertificación ligada al ejercicio profesional y no una para el título de grado (médico u otro), otra recertificación para el título de especialista y una tercera recertificación para el título de las ACE", puntualiza García respecto al borrador.
En cuanto a la obligatoriedad que tiene en mente Sanidad, "valorando el propio fundamento de la recertificación, pensamos que debe ser voluntario, ya que es un deber deontológico", defiende la vicepresidenta segunda de la OMC. Por otra parte, "si es un papel administrativo, no cumplirá su fundamento, que no es otro que garantizar a los ciudadanos que sus profesionales sanitarios son competentes, que tienen las competencias actualizadas. Un papel administrativo no puede garantizar esa función", observa.
"El decreto no entra de lleno en el tema de la recertificación. Creo que está más bien añadido para ir creando conciencia, no con un ánimo punitivo", opina a título personal Luis Landín, vicepresidente del Consejo de Especialidades de Ciencias de la Salud (el proyecto real decreto de nuevas especialidades y ACE aún no ha llegado a ser debatido ni en el Consejo ni en la Comisión Permanente).
"Debe haber una sola recertificación ligada al ejercicio profesional y no una para cada título de grado o especialidad"
Landín recuerda que el artículo 4 de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) indica que "los profesionales sanitarios realizarán a lo largo de su vida profesional una formación continuada, y acreditarán regularmente su competencia profesional".
Aún quedan por establecer varias cosas además de cada cuánto tiene que ser la recertificación, como la letra pequeña del proceso o si habrá alguna compensación. En su opinión, es posible al principio haya que partir de un nivel de exigencia más bajo para que pueda ser ejecutarse de manera efectiva.
La integración de la formación y la investigación
Además, tendrá que ser un proceso que tenga en cuenta las diferentes circunstancias de los profesionales. "A todos nos gusta mantenernos al día y estar a la última, pero habrá que ver de qué manera se valora. No es lo mismo el ambiente de un hospital en Madrid que en de un hospital de una zona rural donde los médicos no participen en investigación. Además, si el profesional no se recertifica, ¿van a hacer una suspensión administrativa? Porque faltan médicos...", recuerda Landín, que a pesar de los interrogantes se muestra a favor de la reacreditación de competencias.
Mucho más crítico que otros profesionales consultados, Tomás Toranzo, presidente de CESM, lamenta que es un tema que se tendría que haber abordado con los representantes de los profesionales y no metido en un real decreto con el que, añade, no tiene relación. "Hablar de recertificación es hablar de formación continuada, que es un tema distinto a la formación especializada".
"De formación continuada y certificación de las competencias no tenemos problema en hablar, pero no se puede imponer, ni ser obligatorio ni tener repercusiones negativas", advierte el líder de CESM. "Somos una profesión maltratada y nos quieren poner más peso encima. Es inadmisible cómo lo han hecho. Quien no lo pase, ¿queda como un profesional de segunda o cómo funciona? Se está imponiendo de manera unilateral una obligación que no sabemos qué consecuencias puede tener".
"No es lo mismo el ambiente de un hospital en Madrid que en una zona rural donde los médicos no participen en investigación"
A las dudas sobre la obligatoriedad se une otro debate de fondo, que es el papel secundario, cuando no testimonial, que tiene la actividad no estrictamente asistencial en la jornada oficial del médico. "Formación continuada hacemos, pero es que es nuestro derecho: lo que tiene que hacer la Administración es facilitarla y estimularla. Hasta ahora sólo nos han puesto pegas para ir a congresos e investigar, cómo se integra en la jornada... lo que no puede ser es que además que nos exijan ponernos al día con nuestros propios medios".
Y además de un proceso voluntario, señala Toranzo, tiene que haber alguna compensación por recertificarse. De ahí el debate sobre vincularlo a la carrera profesional, que ya incluye las actividades de formación y la investigación, sólo que bajo un enfoque de suma de méritos. "Sería una forma de que hicieran algo más homogéneo para todo el sistema, con cosas más objetivas y tangibles y no que cada servicios de salud decida lo que pone su modelo de carrera".
Los antecedentes
A falta de concretar la exigencia legal, si finalmente la hay, lo cierto es que en España "las sociedades científicas y el mundo de los colegios llevan tiempo trabajando en procesos relacionados con la “recertificación” con diferentes nombres encaminados a mantener las competencias y solicitando a la administración que ponga en marcha el proceso", recuerda la vicepresidenta segunda de la OMC.
El mayor impulso se dio a partir de 2015, cuando, a la espera de un real decreto de Sanidad, la OMC empezó a establecer diferentes alianzas con las sociedades científicas para realizar el proceso en dos fases, basándose en un modelo de certificación aprobado por el Consejo Interterritorial en 2014, que tenía en cuenta para el desarrollo profesional aspectos como la actividad clínica, la formación, la investigación, la participación en actividades de gestión o docentes, etc.
"Se está imponiendo de manera unilateral una obligación que no sabemos qué consecuencias puede tener"
La primera fase, la validación periódica de la colegiación (VPC), consistía en que los colegios certificaran la buena praxis del profesional que ejerce en el ámbito asistencial y su estado psicofísico. La segunda parte del proceso se centraba en las competencias profesionales, campo que, se entendía, era más propio de las sociedades científicas.
A partir de ahí, algunas sociedades científicas, como la Sociedad Española de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) SEMG o Semergen elaboraron mapas de competencias y lanzaron -o, en el caso de Semergen, revisaron- unas aplicaciones informáticas para facilitar a los profesionales esta evaluación. No obstante, la falta de apoyo institucional y un marco legal las ha dejado, de momento, más como herramientas de evaluación de actividades formativas y de autoevaluación de los profesionales que como vías de recertificación.
Por ejemplo, la VPC ha sido completada por 19.763 profesionales, que serían el equivalente al 20% de los médicos en activo que se dedican a tareas asistenciales (es decir, descontando a jubilados, investigadores, gestores, etc.). "El balance es agridulce", reconoce García. "Muchos de ellos se han despreocupado al no visualizar avances en su utilidad como paso previo a la recertificación. Pero no dudamos que los profesionales se comprometerán con los procesos de recertificación si son útiles y eficaces para ayudar a las dos partes, los pacientes y los profesionales".
"No puedes tener una licencia para una cosa concreta que evoluciona a toda velocidad y no va a servirte para toda la vida"
En el caso del DPC Semergen, entre 400 y 500 socios la han usado de diferentes maneras de autoevaluación, bien sea de forma transversal o para valorar campos de competencias concretos, explica Atienza. "Es una herramienta muy versátil para la acreditación de competencias, pero también para la evaluación de los propios conocimientos y de las actividades de formación".
En cuanto a la herramienta de recertificación DP SEMG, Rodríguez explica que en la práctica la sociedad ha extendido su uso para determinar las competencias en las que inciden sus diferentes actividades de formación y para que el profesional haga su propia autoevaluación. "Los proveedores de formación y actividades tendrán que adaptar su escenario al mapa de competencias. Sin ello, la autoevaluación no tiene sentido".
"Creo que un programa de este tipo puede ser una base interesante no tanto para que te acredites como para que te prepares tu acreditación", opina Gea. "Yo distinguiría la evaluación de la la formación que necesitas para reacreditarte, que eso pueden perfectamente montarlo las sociedades, igual que hay un programa para la homologación de la especialidad a nivel europeo. En el dintel que hay que pasar hay un acuerdo entre estas y el ministerio. Y creo que se encontrará con resistencias porque no deja de ser incómodo tener que reexaminarte de cuando en cuando".
Dudas sobre el periodo de 10 años
En el antiguo esquema de recertificación, se hablaba de un proceso que se podía realizar cada 6 años. El borrador actual lo amplía a 10 años.
Gea opina que "si comparas con países europeos, es un periodo extremadamente largo, A lo mejor no para especialidades más generales como Medicina de Familia, pero en las especialidades hospitalarias tienen avances, tanto tecnológicos como de conocimientos, muy importantes en muy poco tiempo, o sea, que hay que estar al día. No es una exigencia abstracta: es un servicio al ciudadano para atenderles lo mejor posible"
"A priori lo que barajábamos nosotros y en la mayor parte del mundo son periodos de 5-6 años, según el cálculo de la vida activa de los profesionales, además de que se pueda hacer una evaluación de todo el proceso, implementar cambios y evaluarlos", explica la vicepresidenta de la SEMG.
"La evaluación debe centrarse en el desempeño, o sea, demostrar no sólo que conocen y saben hacer, sino que realmente hacen"
Personalmente "a mí 10 años para todo ese proceso y que tenga una continuidad parece mucho, pero me gustaría saber las razones para establecer ese punto de corte. La idea de la recertificación es que un profesional vaya madurando en el desempeño de su profesión, y esa madurez se mide a través de la consecución de objetivos y competencias...en 10 años la evolución es distinta que en 6 años".
"Nosotros pensábamos en que fuera cada 6 años, sobre todo para no sobrecargar el proceso de certificación y abarcar la evaluación de todas las competencias profesionales", apunta el vocal de Formación de Semergen. Además, "más que hacer actividades formativas, creemos que la evaluación debe centrarse en el desempeño profesional, o sea, demostrar no sólo que conocen y saben hacer, sino que realmente hacen".
También opina Atienza que el proceso no debe ser "la superación de un corte trasversal, sino un proceso evaluativo, con una duración de uno o dos años, durante los cuales el profesional va acreditando esas competencias y en aquellas que va mejorando... que sea un verdadero desarrollo profesional continuo, que permita la mejora del profesional".
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