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lunes, 12 de abril de 2021

Vacuna de Astra-Zeneca: cálculos de vida y muerte

Opinión
Josezarate
Lun, 12/04/2021 - 16:41
Ante los temores de la sociedad sobre sus complicaciones
Mientras no haya más vacunas, prescindir de las disponibles es una decisión demasiado arriesgada.
Mientras no haya más vacunas, prescindir de las disponibles es una decisión demasiado arriesgada.

El pasado 7 de abril la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) declaró que una rara trombosis venosa es un efecto secundario de la vacuna de Astra-Zeneca-Oxford. Insistió en que, aun con esa complicación, vacunarse es beneficioso, dada la rareza de esta trombosis, notificada en un caso por 150.000 vacunados y en un fallecimiento por millón y medio de vacunados.

A pesar de la sospecha inicial de que esa trombosis vacunal pudiera afectar preferentemente a mujeres de menos de 60 años, esa asociación no es segura, pues la EMA no ha identificado grupos de riesgo para esa complicación trombótica.

El mismo día, en la rueda de prensa de la ministra de Sanidad, la directora de la Agencia Española de Medicamentos sugirió sin dar datos que la trombosis asociada a la vacuna de Astra-Zeneca es más frecuente de lo notificado. Tal sugerencia debería haber ido acompañada de una cuantificación del grado de falta de notificación, pues no es lo mismo que se notifique la mitad de los casos que un 10% de ellos.

Como es muy improbable que casos de esa trombosis hayan escapado al examen de las fases 2 y 3 de los ensayos clínicos realizados para la aprobación de la vacuna, la Agencia Española de Medicamentos debería poder estimar cuál es la frecuencia máxima posible de esa complicación vacunal.

Desbandada injustificable

A falta de esos datos oficiales puede suponerse que estamos notificando, como poco, uno de cada cinco casos reales de trombosis vacunal así como de muerte por tal causa. Para esa frecuencia, si administráramos la vacuna de Astra-Zeneca a 20 millones de personas (algo que no anda lejos de lo previsto), causaríamos como máximo 70 muertes por dicha trombosis. A cambio, evitaríamos el fallecimiento por covid-19 (asumiendo el contagio de toda la población y un 90% de protección por la vacuna frente a fallecimiento) de nada menos que 54.000 personas de los 5 millones de españoles con edades de 60 a 69 años, lo que justifica la decisión del Gobierno de extender esa vacuna a ese grupo de edad, y hace injustificable la desbandada masiva de citados a vacunarse que han dejado de hacerlo al oír que la vacuna podría asociarse a trombos. ¡Vuelvan corriendo a vacunarse, porque si no lo hacen se están poniendo en grave riesgo en esta ahora incipiente cuarta ola!

Si también vacunáramos con Astra-Zeneca a las personas de 50 a 59 años, prevendríamos la posible muerte por contagio de covid-19 de 17.000 personas de entre los 7 millones de ese grupo de edad; y si extendiéramos la vacunación a los de 40 a 49 años pasaría lo mismo para 5.000 personas entre los 8 millones con edades de 40 a 49 años.

Esas grandes diferencias de mortalidad entre distintos grupos de edad reflejan el hecho bien sabido de que la covid-19 mata mucho más a los contagiados más mayores que a los más jóvenes, con diferencias que, tras ajustar para el número de contagios, llegan a ser de hasta mil veces más para los mayores de 80 años que para los niños y adolecentes.

En resumen, si bajamos la edad de vacunación con Astra-Zeneca hasta los 40 años protegeríamos a 15 millones de personas más que si solo vacunamos a los de 60 a 69 años, previniendo 23.000 fallecimientos potenciales más, con solo un coste de 11 a 53 fallecimientos por trombosis.

Muertes indirectas

Estas cifras claramente no justifican la supresión de la vacunación con Astra Zeneca a las personas de 40 a 59 años. El coste de no vacunarlas es elevado, quizá no en muertes directas, pues del exceso de mortalidad de algo más de 80.000 personas observado en casi un año de pandemia, solo 6.000 tenían edades por debajo de 65 años, pero sí indirectas, pues la circulación del virus aumenta los contagios en los grupos de más edad que aún no han sido vacunados.

Pero además, causará retraso en la vacunación de 15 millones de personas, seguramente por un periodo de unos 6 meses, lo que impondrá prolongar por ese tiempo las limitaciones de la movilidad y el contacto social, con el consiguiente y fuerte impacto económico, estimado en más de 10.000 millones de euros al mes (recordemos que el pasado año disminuyó el Producto Interior Bruto de España un 11%), en el nivel de paro, y en el bienestar y salud mental de la población, por no mencionar los problemas crecientes de orden público que supone embridar a quienes no quieren confinarse.

Claramente deberíamos seguir el ejemplo británico, continuando con la vacunación con Astra-Zeneca para los grupos de edad de más de 40 años, estudiando con detalle qué vacuna aplicar al grupo de 30 a 39 años (quizá también la de Astra-Zeneca) y si vacunar o no a los grupos de menor edad, que tienen muy poca mortalidad si se contagian.

Los retrasos en las vacunaciones por los temores sociales pueden tener un elevado coste en vidas humanas. coronavirus Off Vicente Rubio. Instituto de Biomedicina de Valencia del CSIC. Miembro del CIBER de Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III. Opinión Opinión Opinión Off

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