La pandemia de la covid-19 ha hecho que diferentes empresas y organismos hayan trabajado, desarrollado y apostado por la última tecnología y los materiales más avanzados para, a través de diferentes objetivos (neutralización del virus, autolimpieza, medición de la calidad del aire...), conseguir mascarillas más eficaces y seguras.
Salud García, vicedecana de Proyección del Grado en Farmacia de la Facultad de Farmacia de la Universidad Miguel Hernández (UMH), en Elche, ha destacado la mascarilla creada por i3 BioMedical (TrioMed Active Mask), “cuya apariencia es como las quirúrgicas, pero que incorpora una tecnología que permite desactivar el virus SARS-CoV-2”, según probó la Universidad de Toronto (Canadá); de hecho, se anunció como la primera creada que respondía a estas expectativas.
De manera similar, la Universidad de Nottingham Trent (Reino Unido) ha desarrollado una mascarilla quirúrgica que consta de cinco capas, “incluyendo una interna que incorpora nanopartículas de cobre, que desactivarían el virus al entrar en contacto con él”.
Este enfoque es especialmente interesante y seguido, ya que recientemente un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también ha desarrollado un nuevo nanomaterial constituido por nanopartículas de cobre. “Esta nueva tecnología consiste en unas nanopartículas que interaccionan sobre las proteínas del coronavirus modificándolas a través de un mecanismo de oxidación y bloqueando su capacidad para infectar las células humanas”, explica José Miguel Palomo, que ha liderado esta iniciativa, al frente del grupo de Química Biológica y Biocatálisis del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC.
Este nuevo material es muy eficiente inhibiendo las proteínas funcionales del SARS-CoV-2, especialmente la 3CLpro (que interviene en el proceso de replicación del virus) y la spike (la que permite la entrada del virus en las células humanas), según ha demostrado el equipo de Palomo, en colaboración con Olga Abian y Adrián Velázquez, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón, y otros científicos del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) y la Universidad de Zaragoza. Este nanomaterial, además, es extremadamente estable incluso a temperaturas muy elevadas (más de 80 grados), lo que asegura su utilización en condiciones de hasta 50-60 grados con extrema fiabilidad (por ejemplo, en reutilización de mascarillas).
Otro dispositivo, en este caso impulsado por una empresa alicantina, es la mascarilla Flat Tube Energy, que incorpora tecnología ultravioleta de baja frecuencia que desactivaría al virus y otros patógenos. Esto ha sido posible gracias a dos startups que cuentan con el apoyo de la Universidad Miguel Hernández y Repsol. “Todas estas mascarillas presentarían la ventaja de, además de impedir la propagación del virus como lo realizarían las FFP2 convencionales, desactivarlo”, señala García.
Otro avance sería la mascarilla creada por un español, llamada Cliu, autolimpiable y que incorpora filtros antimicrobianos y bioactivos. “Además, es desmontable y reciclable, un punto a favor teniendo en cuanta la problemática surgida por el uso de estos productos a nivel mundial y que ha generado una avalancha de nuevos plásticos”, apunta García. Pero también es transparente en la zona de la boca, lo cual añade un plus original al diseño.
La innovación también ha ido en otras direcciones, como las mascarillas que mejoran la comunicación en estos tiempos. A modo de ejemplo, destacaría la Maskfone que, gracias a su micrófono integrado y auriculares, permite recibir llamadas telefónicas y escuchar música de forma segura.
Lo que es fundamental
Toda tecnología aporta valor añadido a lo que existe en la actualidad, pero no sustituye a lo fundamental: “El sujeto debe llevar una mascarilla correcta, deberá manipularla de manera correcta y deberá llevarla en todo momento, siempre que no esté con convivientes”, comenta David Díaz- Pérez, enfermero respiratorio y coordinador del Área de Enfermería Respiratoria de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
La tecnología empleada en el diseño y fabricación de mascarillas queda anulada si estos productos no se usan bien
En este sentido, advierte que, además de las pruebas que se puedan realizar en laboratorio de los nuevos avances que llevan las mascarillas, “se deben probar en situaciones reales y estudiar su efectividad y eficiencia en los escenarios para las que están diseñadas, como pueden ser entornos hospitalarios con alta carga viral y situaciones en las que exista alto riesgo de transmisión por aerosoles”.
Por un uso correcto
Por ello, Díaz- Pérez insiste: “Si se hace un uso correcto y responsable y se utilizan las mascarillas adecuadas, como las higiénicas no reutilizables para adultos (UNE 0064-1:2020) y para niños (UNE 0064-2:2020) o reutilizables para adultos y niños (UNE 0065:2020), cuya capacidad de filtración puede llegar al 95%, o quirúrgicas (UNE EN 14683), que también pueden llegar a niveles de filtración hasta el 95%, se puede conseguir una protección adecuada”.
Este tipo de mascarillas están recomendadas para la población general, pero existen otras con una mayor capacidad de protección denominadas autofiltrantes (EN 149:2001+A1:2009) y que se recomiendan tanto a personal sanitario como a población de riesgo, tanto por presentar enfermedades crónicas como por desempeñar labores que se consideran de riesgo.
Todas las mascarillas se deben probar en situaciones reales y en los espacios para los que está pensado su uso
Las mascarillas autofiltrantes son muy eficaces y existen diferentes tipos. De manera general, en opinión de García, las quirúrgicas o FFP1 “son las que se recomiendan a la población en general”, destinando las FFP2 a colectivos de mayor riesgo.
Pero, aunque las mascarillas son el gran recurso preventivo para evitar la propagación del virus SARS-CoV-2, Díaz-Pérez insiste en que no se debe olvidar que también pueden convertirse en un vector de transmisión de la covid-19, sobre todo si su uso o manipulación no es el adecuado. “La normativa que regula la fabricación y calidad de las mascarillas es clara, pero también está claro que es una medida preventiva más que junto al mantenimiento del resto de medidas recomendadas (distanciamiento social y correcta higiene de manos y respiratoria) completa la triada casi perfecta de prevención. Por ello, hace hincapié en educar y divulgar en su uso correcto”.
En definitiva, se debe manipular de manera correcta y, según las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, “cambiar de mascarilla a las cuatro horas de uso continuado o cuando observemos que está húmeda, sucia o presente cualquier deterioro o desperfecto”.
Además, hay que extremar la higiene de manos antes y después de su manipulación y colocarlas en entornos limpios y controlados en caso de un uso intermitente.
La importancia de acreditar
En el escenario actual, es importante acreditar la fabricación, resultados y la seguridad de los productos manejados. Safe Iberia, empresa española productora y distribuidora de mascarillas quirúrgicas y comercializadora de FFP2, subraya que detrás de un fabricante o importador de las primeras debe haber siempre una licencia de fabricación o importación extendida por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), algo que no ocurre con las FFP2 porque no son un producto sanitario.
En este sentido, también es destacable que el proceso de elaboración de las quirúrgicas cuenta con una serie de protocolos muy estrictos que son auditados por un inspector que envía la Aemps; es decir, para poder fabricar e importarlas, es necesario tener contratado a un director técnico titulado que supervise todas las actuaciones frente a la Aemps. Esto no ocurre con la producción de la FFP2, si bien es cierto que cuenta con una homologación de un organismo notificado para su fabricación e importación.
En relación a la acreditación, a modo de ejemplo, recientemente y tras un ensayo exhaustivo, la Asociación de Investigación de la Industria Textil (Aitex), la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC) y el International Laboratory Accreditation Cooperation (ILAC) han certificado que el EPI de ProtecLine filtra más del 99 por ciento de las partículas. Este modelo cuenta con cinco capas: la primera y quinta son de tela no tejida; la segunda, de algodón de aire caliente y la tercera y cuarta, de tela fundida por soplado.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3cIfVzE
No hay comentarios:
Publicar un comentario