Cada año se implantan en Europa alrededor de 800.000 prótesis. Aunque la tasa de infecciones en cirugías primarias es baja (1-2%), en otras, como es el caso de las prótesis tumorales, la tasa de infección puede elevarse hasta el 30% de los casos. Las infecciones graves en artroplastias de cadera, rodilla u hombro, pueden requerir, además de antibioterapia, reintervenciones de reemplazo.
La infección en ortopedia es un problema de gran magnitud porque conlleva un consumo de recursos, tanto técnicos como económicos. “A pesar de que las tasas de infección en cirugías ortopédicas programadas que registran los hospitales españoles no es muy elevada, entre el 2 y el 4%, sí consumen muchos recursos en cuanto a estancia hospitalaria y antibióticos, por ejemplo. Disminuir las tasas de infección al mínimo posible es un objetivo prioritario”, señala a DM Óliver Marín-Peña, especialista en cirugía de cadera y rodilla del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología (COT) del Hospital Infanta Leonor, en Madrid, que ha dirigido, junto con Ernesto Guerra, del Servicio de COT del Hospital Valle de Hebrón, en Barcelona, una jornada sobre infecciones musculoesqueléticas que ha acercado a los profesionales las medidas más actuales en el manejo de este tipo de infecciones.
Consenso de manejo
El origen de las infecciones es multifactorial. Pueden relacionarse con una situación previa del paciente, por ejemplo si es diabético, está mal nutrido o tiene un proceso oncológico de base. Estos factores influyen negativamente y aumentan la tasa de infección. Pero también pueden estar asociadas a la cirugía, por lo que la prevención en este ámbito es esencial: campos quirúrgicos, manejo de los implantes, esterilización, entre otras medidas.
La tasa de infección en cirugías programadas es de entre el 2 y el 4%. No es muy elevada, pero su abordaje consume muchos recursos
“La mayoría de los gérmenes que causan infección provienen de la piel, por lo que la profilaxis antibiótica previa a la cirugía es casi de obligado cumplimiento. El objetivo es reducir al máximo el número de bacterias presentes en la piel y evitar así que se produzca una infección. Colonizaciones de este tipo de bacterias siempre existen en el ámbito quirúrgico, pero en un paciente sano, con profilaxis y medios adecuados, nunca acaba en una infección”.
A su juicio, la evidencia actual en este campo pone de manifiesto que para hacer estudios prospectivos y aleatorizados que demuestren el beneficio de una determinada técnica quirúrgica o de algún producto en la reducción de las infecciones se precisan muchos casos, “fenómeno complejo porque las tasas de infección son muy bajas. Por ello, expertos en infecciones ortopédicas han redactado un Consenso Internacional sobre Infecciones Musculoesquéleticas en el que se establecen guías de manejo uniforme en todo el mundo”.
Además de prevenir la infección, es importante realizar un adecuado diagnóstico. A veces no sabe con rotundidad si la prótesis está o no infectada
El citado documento de consenso recoge los criterios desarrollados durante los cuatro años anteriores y se ha convertido, desde junio del pasado año, en una de las principales referencias para prevenir y manejar la infección ortopédica, según se ha expuesto en este encuentro científico que ha contado con la participación de Javad Parvizi, principal impulsor de la sistemática de trabajo del consenso y Per Kjaersgaard-Andersen, presidente de la Sociedad Europea de Traumatología y Ortopedia (EFORT).
De esta forma, y según Marín- Peña, la situación referente a esta complicación en Europa es, según los datos de los estudios publicados, muy similar a la de España, aunque en nuestro país es difícil establecer las tasas reales de estas complicaciones porque no existe un Registro Nacional de Artroplastia como sí ocurre en Gran Bretaña, Alemania o Estados Unidos, por ejemplo.
El coste de reintervenir
En el documento de consenso sobre infecciones musculoesquéleticas no sólo se alude a la prevención. Mención especial se dedica al tratamiento más idóneo y al diagnóstico certero, ya que, “en ocasiones, no se sabe exactamente si la prótesis está o no infectada y, por tanto, las medidas terapéuticas pueden retrasarse o no ser las adecuadas”, lo que en algunos casos supone la retirada de la prótesis y realizar una segunda intervención.
El coste de sustitución de una prótesis infectada oscila entre los 30.000 y los 50.000 euros por paciente, según los países. En total, representa unos 7.000 millones de euros anuales sólo en la UE.
David Moure Blanco, responsable de Desarrollo de Soluciones Quirúrgicas de 3M, una de las empresas que, junto a MBA, ha apoyado este evento, considera que todos los apoyos encaminados a evitar la infección son bienvenidos. 3M dispone, entre otras muchas estrategias, de productos para la preparación del paciente quirúrgico, “principalmente los campos de incisión antimicrobianos con antiséptico incorporado de liberación continuada, compatibles con la CHG; productos que ayudan a mantener la temperatura central durante la cirugía, ya que la hipotermia no intencionada influye en la tasa de infección de la herida, así como productos para preparación del material quirúrgico, para la monitorización que asegure la calidad y efectividad del proceso de esterilización del material quirúrgico”.
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