"Una guardia en Urgencias es un sálvese quien pueda permanente. El grueso somos residentes y las cosas se hacen rápido, mal, sin supervisión alguna y para cubrir el expediente". Habla Diego Boianelli, residente de tercer año (R3) de Medicina Interna en el Hospital Clínico de Madrid. Secundará la huelga MIR indefinida que -de no llegar a un acuerdo in extremis- empezará el 13 de julio.
"Después de 33 ó 35 horas seguidas de trabajo, te quieres morir, pero no lo haces, porque luego, cuando terminas tu jornada, te toca estudiar... y aprendes a vivir en un jet lag permanente, con el precio físico y psicológico que pagas por ello, claro", explica Susana Pardo, también R3, también de Medicina Interna, pero, en su caso, en el Hospital Gregorio Marañón. También secundará la huelga.
"Tras seis años de carrera y superar una oposición, tienes un sueldo de mileurista en una ciudad como Madrid, con alquileres desorbitados y precios, en general, muy elevados. Yo vengo de Galicia, y claro que lo noto. La alternativa que te queda para dignificar un poco ese sueldo, le viene muy bien a tu hospital: someterte a la rueda habitual de guardias extenuantes", afirma Pedro Viaño, R4 de Pediatría en el Hospital Niño Jesús. En efecto, también secundará la huelga.
Como ellos, los 5.490 MIR que se forman actualmente en Madrid están llamados a movilizarse este verano para mejorar sus condiciones laborales y formativas. La punta del iceberg de la protesta es la negativa de la Consejería de Sanidad a negociar un convenio colectivo propio para los residentes, que el Comité de Empresa MIR de la comunidad (formado por 31 delegados, 22 de ellos del sindicato Amyts) lleva más de tres años redactando. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, lo tiene en su mesa desde el pasado 22 de mayo.
La parte sumergida del iceberg es el histórico malestar de un colectivo que ha estallado en la capital, pero cuyas reivindicaciones son perfectamente extrapolables a las 17 autonomías.
"El contrato de formación que tienen todos los residentes está, desde hace años, en el foco de discusión, porque representa un agravio comparativo con las condiciones que rigen para otras profesiones de igual categoría y responsabilidad. Partiendo de ese marco general de malestar, en algunas unidades docentes las situaciones son más precarias que en otras, dependiendo del grado de olvido de una premisa básica: los MIR son personal en formación, por muy fácil que resulte lograr que sean mano de obra barata", afirma Pilar Rodríguez Ledo, responsable de Formación Sanitaria Especializada de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Con el trasfondo de ese generalizado cabreo, "no nos cabe duda de que el efecto contagio de esta huelga va a ser muy importante", añade Rodríguez Ledo.
adosadas
Personal baratito y, en teoría, dócil, pero "indispensable para el correcto desarrollo de la actividad asistencial diaria de los hospitales", puntualiza Raquel López Salas, secretaria del Comité de Empresa MIR. "Las guardias de todos los hospitales de la Comunidad de Madrid dependen literalmente de la disponibilidad de residentes; y no es una frase hecha, es una realidad incuestionable. Creo que si la consejería de Madrid no se ha sentado aún a negociar es porque no es consciente del calibre de lo que se le viene encima. La asistencia sanitaria este verano se tornará insostenible si todos los residentes paramos", dice Boianelli.
"Si todos los MIR paramos, este verano la asistencia se tornará insostenible"
Y este verano más que ningún otro, porque los residentes de primer año (los R1), que normalmente se incorporan en mayo, este año no lo harán hasta finales de septiembre, por el retraso en la adjudicación de las nuevas plazas MIR que ha acarreado la Covid-19. Ni siquiera queda el recurso a que los nuevos -que, como recién llegados, normalmente son menos proclives a secundar una huelga- cubran las ausencias de los más veteranos.
¿Ha lugar al convenio?. La consejería madrileña asegura que, legalmente, no está obligada a negociar un convenio, porque las condiciones de los MIR se regulan por normativa nacional (fundamentalmente, el decreto de 2006, que regula su “relación laboral especial”) y no ha lugar para una normativa autonómica.
Viaño, presidente del Comité de Huelga, niega la mayor: “Claro que existe una norma nacional, pero es insuficiente, está desactualizada y no recoge muchos de los aspectos que contempla nuestra propuesta de convenio. Además, existen otros colectivos con una relación laboral especial que sí tienen un convenio propio y, sin ir más lejos, los MIR de Murcia ya están negociando el suyo con su consejería”.
En la misma línea, Borja Castejón, vocal de Médicos en Formación del Colegio de Madrid(Icomem), afirma que “más allá del formato elegido, lo que la consejería no debería ignorar es la importante llamada de atención que le ha lanzado un colectivo que, a sus muchas peticiones clásicas -nunca atendidas-, une un malestar reciente que se ha cronificado con la pandemia. Con respecto a la legalidad del convenio, pretender que un sindicato -y detrás del comité de empresa hay cuatro- va a poner sobre la mesa de negociación algo ilegal es un tanto ilusorio”.
Lo que también olvida la consejería madrileña es que la normativa nacional a la que apela incluye, además del decreto laboral de 2006, otro decreto de 2008 que regula aspectos formativos fundamentales de la residencia (como las tutorías o la supervisión de los MIR) y que, 12 años después de su aprobación, ocho comunidades todavía no lo han desarrollado; Madrid, entre ellas.
“No basta con apelar a la normativa, sea esta de la naturaleza que sea; hay que aplicarla. Los MIR se rigen por los decretos de 2006 y 2008, sí, pero el primero no se ha revisado ni una sola vez y el segundo, comunidades como Madrid, ni siquiera lo han redactado, pese a que tenían obligación legal de hacerlo. ¿Cómo lo va a hacer Madrid? ¿Cuándo lo va a hacer? No tengo ni idea”, dice Francesc Feliu, vocal nacional de Médicos Tutores y Docentes de la Organización Médica Colegial (OMC).
Rodríguez Ledo coincide con Feliu en que “no es lógico que pasen 14 años sin revisar las condiciones contractuales y laborales de un colectivo. Esto no es tolerable, especialmente cuando hablamos de un colectivo que termina siendo el sustento de algunos servicios con tan alta responsabilidad y demanda como urgencias”.
¿Qué piden?. En esencia, ¿qué dice ese convenio? ¿Qué piden los MIR de Madrid que, seguramente, firmarían sus colegas de toda España? “De entrada, que cuando se sienten a hablar con nosotros no nos traten con condescendencia, como si fuésemos niños pequeños, como hizo la directora de Recursos Humanos de la consejería en la última reunión que tuvimos con ella”, afirma Susana Pardo.
Solventadas las formas, vayamos al fondo; las reivindicaciones son muchas, pero tres son las esenciales:actualización retributiva, supervisión garantizada y respeto a la libranza obligatoria después de una guardia.
El sueldo base y el complemento de formación (un porcentaje del sueldo base que varía según el año de residencia) están regulados en el decreto de 2006 y, por tanto, son homogéneos para el SNS, pero las grandes diferencias salariales por autonomías dependen del precio de la hora de guardia. “En el País Vasco, por ejemplo, firmaron en 2007 unas condiciones salariales para las guardias de sus MIR que explican que sean de los mejor pagados de España”, dice Pardo.
Según el último estudio retributivo de CESM, el salario medio de un R1 en España en 2019 (con 80 horas mensuales de guardia) fue de 1.734 euros al mes. El País Vasco les pagó 1.914 euros netos, y Madrid -la tercera peor pagadora, tras Castilla y León y Canarias- 1.637 euros. Si nos fijamos sólo en las guardias, un MIRde primer año cobró en 2019 una media de 12,54 euros por una hora de guardia en día laborable; si esa misma guardia la hizo en Navarra o en el País Vasco cobró, respectivamente, 15,52 y 14,62 euros por cada hora. Madrid la pagó a 10,63 euros.
Segundo expediente: número de guardias y libranza postguardia. El decreto de 2006 es diáfano: un MIR no puede hacer más de 7 guardias al mes y, después de cada una, hay un descanso obligatorio de 12 horas.
“Y ojo, porque, en teoría, es obligatorio para el hospital, pero también para el MIR. Si un residente no libra, se la puede cargar”, enfatiza Boianelli. Pues bien, no libran:según la encuesta que hicieron en 2017 Amyts y el Icomen, el 30,6% de los residentes de Madrid no cumple el periodo de descanso obligatorio tras una guardia, y hasta un 16% hace más de 7 guardias al mes. La palma del incumplimiento se la llevan los residentes de las especialidades quirúrgicas. “Es relativamente fácil de entender:si te niegas a hacer más guardias de las que te corresponden y no tienes contento a tu adjunto, te puede vetar la posibilidad de operar”, asegura Pardo.
La cara B de esa realidad la encarnan, según Boianelli, los residentes “a quienes no les importa hacer 8, 9 ó 10 guardias mensuales, porque es la única manera de redondear un sueldo paupérrimo. Mi hospital, el Clínico, tiene fama de que en él haces muchas guardias, y algunos residentes lo eligen precisamente por eso”.
¿quién controla?. Un pasito más:¿Quién supervisa a los MIR en su labor asistencial? Pues, en muchos casos, nadie. Concretamente, en Urgencias (y, de nuevo, según la encuesta de 2017), el 23,2% de los residentes se encargan de la admisión del paciente sin supervisión alguna, y hasta un 55,2% asegura que son los responsables únicos de las altas en estos servicios, porcentaje que se eleva hasta el 70,8% en el caso de los R5. “Las instrucciones son claras; y la jerarquía, más aún. Los adjuntos son intocables y no se les despierta por la noche, salvo casos de extrema urgencia, que no suelen darse. En urgencias, un paciente puede pasar por el circuito completo con la única supervisión de un residente, y generalmente un R2 o un R1.Afortunadamente, los fallos graves son escasos, pero, cuando se producen, es, claramente, por falta de supervisión”, asegura Pardo.
El decreto formativo de 2008 (ése que Madrid aún no ha desarrollado) también es muy diáfano: la supervisión del R1 será “de presencia física, con revisión de altas, bajas y toda la documentación”, y aunque irá decreciendo de forma progresiva año a año, se mantendrá siempre. Es obvio que el papel lo aguanta todo, porque“en el Clínico, sin ir más lejos, la proporción de adjuntos por residentes en el turno de noche del servicio de Urgencias es de 2 a 13 (el convenio pide un máximo de 4 MIR por adjunto). ¿Me explica alguien qué supervisión se puede hacer así? Y la culpa, obviamente, no es de los adjuntos, que bastante hacen”, dice Boianelli.
Hasta aquí, el meollo de un malestar que tiene, además, mucha letra pequeña…, y no menor. Ejemplo de ello, es que los MIR deban financiar de su bolsillo la asistencia a cursos “obligatorios” o el pago de las comidas y el transporte en guardias alejadas de su centro; que “dispongan de nosotros a su antojo -puntualiza Viaño- para cubrir, de repente y sin previo aviso, la baja de algún compañero al que le tocaba una guardia”, y la ausencia de espacios de descanso dignos o el eterno -y, al parecer, irresoluble- problema de las camas calientes, que ni siquiera se ha erradicado con la Covid-19: literas que pueden llegar a compartir hasta 6 MIR, incluso con la misma ropa de cama, al no cambiarse las sábanas entre turno y turno. “Si decimos cama caliente es literal, porque el compañero al que haces el relevo estaba durmiendo en ella hace 5 minutos escasos, con el consiguiente riesgo de exponernos, nosotros y los pacientes, a un posible contagio”, concluye Viaño.
Del precio de la guardia al coste de los pisos
La propuesta de convenio MIR, que sería aplicable también a los FIR, BIR, RFIR, QIR y PIR (los EIR, al trabajar a turnos, irían aparte), tiene 88 páginas de apretadas reclamaciones, algunas con largo recorrido. Entre ellas, destacan la libranza de todas las guardias (lo que dice la ley), incluidos los sábados;la subida del precio de la hora de guardia (13 euros para el R1) y del complemento de formación (un 2% en todos los cursos), el cobro de la guardia localizada (al 50% del total), un ratio de supervisión de 4 MIR por 1 adjunto (con solo un R1), 4 meses de rotación externa durante la residencia, derecho a ir a un congreso científico al año y 15 días para cursos formativos anuales, el pago del abono transporte y una ayuda al alquiler de 280 euros.
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