
Los montañeros lo saben bien. No se puede subir el Everest del tirón. Hay que aclimatarse en varias etapas, adaptar el organismo a los bajos niveles de oxígeno de las grandes altitudes, incluso contar con oxígeno suplementario. Un proceso que, sin embargo, los habitantes del Himalaya no necesitan. Según han demostrado ya los estudios de genética evolutiva, entre ellos los del Nobel de Medicina Svante Pääbo, estas poblaciones cuentan desde hace miles de años con la configuración genética que les da ventaja para vivir en zonas de elevada altitud.
Como aficionado al alpinismo y sufridor en primera persona de la hipoxia en la montaña, el científico Rodrigo Toledo se había interesado por los mecanismos fisiológicos que explican la adaptación de ciertas poblaciones humanas a la falta de oxígeno. Por eso, enseguida reconoció ese mecanismo de supervivencia, aunque esta vez en las células del cáncer del laboratorio del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) donde investiga.
“Fue muy sorprendente y bonito”, explica a este medio sobre el descubrimiento que acaban de publicar en Cancer Discovery, la revista científica de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (AACR). Aquí demuestran que ciertos tipos de cáncer y determinadas poblaciones comparten el mismo mecanismo de supervivencia.
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