
El paciente oncológico, con tumor conocido o en fase de diagnóstico, que precisa ingreso en las unidades de cuidados intensivos (UCI), también conocido como paciente onco-crítico, constituye un nuevo paradigma terapéutico para los profesionales implicados en su abordaje. Son enfermos especialmente vulnerables y frágiles por su enfermedad de base, pero también por las potenciales repercusiones sobre ellos de los nuevos los tratamientos oncológicos, sin descartar que precisen de esta asistencia debido a otra patología no relacionada con su proceso tumoral.
Hasta hace pocos años, eran pocos los pacientes con cáncer que se remitían a las UCI. Sin embargo, el aumento de la expectativas de vida que se está alcanzado en el ámbito oncológico ha originado que este grupo de enfermos sea cada vez más numeroso y que requieran sus propios protocolos de actuación. De hecho, los datos que se manejan en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, señalan que en 2021, el porcentaje de pacientes oncológicos que eran ingresados en UCI era de un 8%. Actualmente, ya se alcanza un 24% de pacientes con neoplasia de órgano sólido, sin contar el hematológico.
La comunicación rápida, basada en la evidencia científica, por supuesto, pero también en la confianza mutua entre los profesionales de Oncología y de Medicina Intensiva es la 'piedra angular' de una estrategia en la que la máxima es que el paciente en riesgo vital pueda beneficiarse de los procedimientos que se ofrecen en cuidados intensivos pero sin perder la perspectiva, real y objetiva, de la situación de cada paciente y no llegar, así, a un encarnizamiento innecesario.
"Queremos que la UCI sea un puente para llegar a la situación previa que tenía el paciente antes de ser ingresado en esta unidad y no un precipicio en el que el paciente caiga sin fin. Para conseguirlo, hay que cambiar el paradigma, entre oncólogos e intensivistas y otras especialidades, estableciendo una relación de confianza entre profesionales y con la información que se proporcionan mutuamente”, explica Ana Hernagómez, de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), de Medicina Intensiva, del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, quien junto a Milagros Sancho, de la misma unidad, y Natalia Gutiérrez y Rocío Martín, del Servicio de Oncología del citado centro, capitanean un 'barco multidisciplinar' que ha desarrollado y puesto en funcionamiento el proyecto OncoUCI de mejora de la calidad asistencial del paciente oncológico en situación de riesgo vital.
-Agilizar la comunicación entre servicios para mejorar la asistencia del paciente oncológico crítico o potencialmente crítico.
-Ingreso precoz del paciente oncológico en potencial situación de riesgo vital.
-Adecuar de manera consensuada terapias de soporte en paciente con dudas pronósticas.
-Coste cero.
Este programa responde a la necesidad "de cubrir un vacío que era la falta de comunicación rápida entre los dos servicios: Oncología y Medicina Intensiva. Cuando un paciente oncológico ingresa en la UCI, un hecho de elevada gravedad, requiere un manejo y una toma de decisiones rápidas para el paciente, parcela que no estaba totalmente cubierta. Con el sistema que hemos implementado, obtenemos respuestas en menos de 24 horas", señala Hernangómez. Pero, es que además, se trata de consolidar el tratamiento totalmente integral y multidisciplinar de la persona con cáncer con la aportación de los mejores conocimientos de cada uno de los profesionales.
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