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sábado, 20 de abril de 2019

Tumores importados

Acaba con un tercio de la población, pero no es contagioso. Esa es la regla, y como todas las reglas tiene excepciones. Hasta ahora solo ha habido “casos extraños” de cánceres que han saltado de una persona a otra, como unas dos docenas documentadas en las últimas décadas de transferencia de células cancerosas de madre a hijo durante el embarazo, informa este mes en The Scientist el inmunólogo Andreas Bergthaler, del Centro de Medicina Molecular de la Academia de Ciencias de Austria. “No está claro cómo ocurrieron la mayoría, pero los análisis genéticos sugieren que, en algunos casos, surgen mutaciones en las células cancerosas que les permiten escapar de la detección inmune de su nuevo huésped”. Uno de los primeros ejemplos bien documentados de transmisión de cáncer entre dos adultos se produjo en 1996, cuando un cirujano desarrolló una inflamación similar a un tumor tras lesionarse la palma de la mano durante una operación a un paciente con cáncer. El tumor se extirpó y no recidivó. Se cree que las células malignas escaparon de la detección inmune del cirujano al modificar la expresión molecular del CMH que ayuda al organismo a distinguir las células extrañas. Es el mecanismo empleado por el cáncer facial que se transmite entre los demonios de Tasmania, el curioso marsupial australiano, uno de los escasos animales en los que se conocen tumores transmisibles, junto al tumor venéreo canino y neoplasias contagiosas en varias especies de bivalvos.

Hay otros casos en los que el cáncer parece haber saltado entre seres humanos cuando el sistema inmune de una persona no funciona correctamente. Los receptores de trasplantes de órganos, por ejemplo, pueden ser vulnerables a contraer cáncer desde los donantes. Hace un año, la revista American Journal of Transplantation informaba de cuatro pacientes que desarrollaron cáncer de mama después de recibir riñones, pulmones, corazón e hígado de una donante de 53 años que había fallecido por un accidente cerebrovascular. Las células cancerosas no coincidían con las de los pacientes, y sí con las de la donante, que en el momento del trasplante no se sabía que tenía cáncer. Un caso muy inusual recogido en el New England en 2015 también involucraba a una persona inmunocomprometida: un paciente de VIH de 41 años que murió de cáncer contagiado por la tenia Hymenolepis nana.

Helmintos y tumores

Según se informa en el último número de Frontiers in Medicine, los helmintos, que infectan a miles de personas en países pobres, causan gran parte de algunos tipos de cáncer en esos países. Hay más de un millón de especies de gusanos helmintos unidos por su condición de parásitos. “En los humanos pueden vivir en el tracto intestinal, el tracto urinario o el torrente sanguíneo, causando desde desnutrición hasta fallo orgánico”, explica Mónica Botelho, del Instituto Nacional de Salud de Portugal.

Desde hace mucho se sabe que los helmintos pueden malignizar las células humanas. “La OMS clasifica tres especies de helmintos como carcinógenos de clase 1”, agrega Botelho. “Son trematodos, palabra que hace referencia al agujero intestinal con el que se enganchan a su anfitrión”. En las regiones endémicas, sobre todo África subsahariana y sudeste asiático, “son responsables de la mayoría de casos de cáncer de vejiga y de hígado”, escribe Joachim Richter, profesor del Hospital La Charité, de Berlín. El contagio se explicaría por sus hábitos alimenticios y reproductivos. “Mientras se aferran a su hospedador van penetrando en sus órganos, excretando proteínas y depositando sus larvas en la pared de la vejiga, por ejemplo. Causan así una inflamación crónica, lo que significa mucha división celular y muchas oportunidades para que las mutaciones causantes de cáncer se acumulen durante años de infección”, agrega Richter.

Las infecciones por trematodos y los cánceres en etapa temprana suelen ser asintomáticos, por lo que, a pesar de la disponibilidad de medicamentos antihelmínticos, los pacientes a menudo acuden demasiado tarde para recibirlos. Afortunadamente, tienen un talón de Aquiles: necesitan caracoles de agua dulce como primer huésped antes de infectar a los humanos. “Se han eliminado con éxito en Japón gracias al control de estos caracoles. Los esfuerzos de erradicación están en marcha en Tailandia, que tiene las tasas más altas del mundo de infección por trematodosis hepática y cáncer de vías biliares, pero países de alto riesgo como Etiopía carecen aún de programas de prevención en esta línea”.

Sin embargo, algunos de estos parásitos, como la Fasciola hepatica, tienen una cara oculta y paradójica: inhiben el crecimiento del cáncer in vitro. “La tenia del perro Echinococcus granulosus está asociada con una tasa más baja de cáncer en los humanos”, informa Botelho. “De hecho, existen indicios de que las proteínas producidas por esos dos helmintos –Fasciola y Echinococcus– no solo destruyen las células cancerosas, sino que pueden mejorar la respuesta inmune de los hospedadores frente a los tumores”. Se están investigando también algunas de sus proteínas, como las que promueven el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, para resolver heridas crónicas que no cicatrizan en diabéticos, fumadores y ancianos.

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