La atención a la enfermedad renal en el paciente diabético constituye el primer tema monográfico abordado por el Grupo Clínico y Traslacional en Diabetes (Grupo CTD), iniciativa que reúne a expertos de diferentes disciplinas médicas relacionadas con la investigación y el tratamiento de la diabetes.
El grupo CTD está coordinado por Esteban Jódar (jefe de Departamento de Endocrinología y Nutrición Clínica en QuironSalud, Madrid), Francisco Javier Ampudia-Blasco (Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Valencia) y Rafael Simó (jefe de la Unidad de Investigación en Diabetes y Metabolismo del Instituto de Investigación del Hospital Universitario Valle de Hebrón, en Barcelona), y reúne a otros 11 expertos en diabetes de 5 especialidades: Cardiología, Endocrinología y Nutrición, Medicina Familiar y Comunitaria, Medicina Interna y Nefrología. La iniciativa cuenta con el apoyo de Mundipharma; entre sus principales objetivos, está promover la formación continuada multidisciplinar y acelerar la llegada de los avances de la investigación al paciente.
Como ha expuesto Rafael Simó durante la presentación del grupo CTD a los medios, la reunión servirá para revisar, desde las distintas perspectivas, las formas clínicas de afectación renal en la diabetes tipo 2 (DM2), evaluar el riesgo cardiovascular en el paciente diabético con enfermedad renal crónica (ERC), profundizar en el control de otros factores de riesgo (como la hipertensión arterial), explicar el manejo y selección de fármacos antidiabéticos en pacientes con ERC, actualizar las recomendaciones sobre la selección de fármacos de uso común en personas con DM2 y ERC, así como para establecer recomendaciones.
La relación entre enfermedad renal y diabetes tipo 2 es estrecha: la DM2 es la primera causa de insuficiencia renal terminal y, a su vez, la enfermedad renal es una de las complicaciones más relevantes que dificultan el control de la diabetes. Se estima 1 de cada 4 personas con DM2 presentará albuminuria a los 10 años del diagnóstico de la diabetes; además, 1 de cada 3 pacientes diabéticos en el mundo documentan algún grado de nefropatía y el 40% de los diabéticos presentarán nefropatía a lo largo de su evolución. Las personas con ambas patologías tienen un mayor riesgo cardiovascular y un peor pronóstico vital.
La enfermedad renal no aparece y evoluciona de la misma forma en todos los casos de DM2. Como ha resaltado Francisco Javier Ampudia-Blasco, “las personas con diabetes tipo 2 y enfermedad renal presentan un riesgo cardiovascular elevado, similar a los pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, de forma que seleccionar fármacos que retarden la progresión de la enfermedad renal y que reduzcan el riesgo cardiovascular es una prioridad”. Además, añade este especialista, “conseguir un objetivo glucémico individualizado, evitando las hipoglucemias, requiere conocer qué fármacos se pueden utilizar en esta condición y cómo debe ajustarse sus dosis”.
Nuevos fármacos
Recientemente, la investigación, con el desarrollo de nuevos tratamientos, ha propiciado la posibilidad de cambiar la evolución natural de la enfermedad renal diabética. “En los últimos 4-5 años, hemos pasado de ser casi meros espectadores de la progresión de la enfermedad con escasas herramientas terapéuticas a disponer de recursos nuevos y de mayor eficacia”, ha dicho José Luis Górriz, del Servicio de Nefrología del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
Varios estudios han demostrado que algunos tratamientos para la DM2, como los inhibidores de SGLT2 o los agonistas del receptor GLP1 (arGLP1), tienen un claro beneficio a nivel renal. Estos beneficios renales son independientes del control de la glucemia, ya que actúan por diversos mecanismos que consiguen mejorías tanto en parámetros renales como cardiovasculares. Además, son fármacos que no se asocian con la presencia de hipoglucemias, que ha sido una de las grandes dificultades para optimizar el control glucémico en pacientes con insuficiencia renal.
Detección de la enfermedad renal en la atención primaria
El papel de la atención primaria (AP) es clave para identificar la afectación renal, “que es un continuo”, recuerda Rafael Simó, quien añade que, “para evitar su progresión participan, aparte de los médicos de Familia y los endocrinólogos, especialistas en Medicina Interna y Nefrología; además, el cardiólogo también desempeña un papel importante”.
Górriz trae a colación un consenso publicado en 2014 por diez sociedades científicas donde se definieron los criterios de derivación a Nefrología, y la posterior evaluación del cumplimiento de esos criterios: “En más del 90% de los centros de AP se están cumpliendo las pruebas de cribado para la enfermedad renal. Eso es mucho más que en lo registrado en países europeos de nuestro entorno”, ha destacado sobre el buen hacer de los especialistas de Medicina de Familia.
Campos de interés para la investigación
Entre los diferentes hallazgos que puede deparar la investigación en los próximos años, Esteban Jódar ha enumerado el conocimiento de los mecanismos íntimos del beneficio de los fármacos ISGLT2 y los arGLP1; también es de esperar nuevos miembros en estas familias moleculares, como glucosúricos ISGLT2 que incidan sobre más de un receptor, arGLP1 que puedan administrarse por vía oral, o el desarrollo de los llamados coagonistas; también profundizar en otra complicación asociada a la obesidad y la diabetes, la esteatohepatitis no alcohólica (NASH), sin olvidar, en este camino de avances, la lucha contra los hábitos de vida poco saludables, en definitiva, la incuestionable importancia de la prevención.
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