Es bien sabido, y reconocido por el colectivo, que incluso creó el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime), que los médicos no deberían de autogestionar sus propios problemas de salud. Es difícil ser objetivo a la hora de autodiagnosticarse y autotratarse y es mala opción no tener un médico de Familia con historia clínica abierta, al que poder consultar de manera habitual.
Francesc Collado Roura, médico generalista con consulta en el barrio de Sants de Barcelona, perito judicial, ex médico forense y colaborador en la atención domiciliaria a pacientes en curas paliativas del Hospital de Barcelona, fue el primer facultativo que falleció en España a causa de la Covid-19. Su caso debería tenerse muy en cuenta porque es un ejemplo paradigmático de que la condición de médico, y más en estas circunstancias de grave pandemia, recomienda no caer en el error del autodiagnóstico.
Según explica su hijo, Francesc Collado-Roura Hernández, médico residente de quinto año de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitario de Bellvitge, en L’Hospitalet de Llobregat, todo comenzó el 8 de marzo, al llamarle su padre mientras estaba de guardia en Bellvitge: “No me encuentro bien; estoy con fiebre, tos, mucosidad y malestar general”. Le propuso ir a Bellvitge para que le viesen en urgencias, lo cual declinó.
El día 12 seguía encontrándose mal y, ante la insistencia de su hijo, accedió a hacerse un análisis de esputo en casa para una prueba de PCR de coronavirus, resultando positiva. Era el 13 de marzo; en ese momento ya había desprogramado las próximas visitas concertadas con sus pacientes, pero seguía sin acudir a urgencias. “Yo lo veía mal, parecía que le costaba respirar, pero él decía que no tenía sensación de ahogo. Aun así, no parecía él, le notaba raro al responderme, quizá debido en parte a alteración de la percepción a causa de la hipoxemia”.
El día 18 por la mañana, Collado-Roura recuerda a su padre en la cocina con dificultad respiratoria: “Le pregunté por enésima vez si se ahogaba, fue en ese instante que sí me lo admitió”. Llamó al servicio de urgencias domiciliarias del Hospital de Barcelona, y le enviaron una ambulancia que lo dejó en urgencias del centro a las 13.15h.
Dado su estado, a las 13.30h ya estaba en la UCI intubado. “Está muy grave”, le dijeron a su mujer y a sus dos hijos. Hicieron por él todo lo que pudieron, incluyendo terapia de uso compasivo, posición en decúbito prono, drogas vasoactivas a altas dosis…el shock séptico acababa con su vida, mientras su familia lo miraba, pero desde lejos. Eran las 19:30h.
Francesc Collado tenía 63 años, hipertensión arterial, obesidad y fibrilación auricular, pero sin patología pulmonar de base. ¿Dónde se contagió? “En su consulta, allí atendía a pacientes con patología respiratoria aguda cada día”, dice su hijo.
Estamos perdiendo profesionales muy valiosos por culpa de la pandemia; por trabajar bajo falta de material y medidas de autoprotección, por no poder someterse a pruebas PCR periódicas de manera rutinaria (pueden contagiarse y, si son asintomáticos, contagiar) y, quizá también en algunos casos, por consular demasiado tarde sus síntomas con colegas.
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