
Las personas que fueron concebidas en otoño o invierno tienen más probabilidades que el resto de tener una mayor activación del tejido adiposo marrón, un mayor gasto energético y un menor índice de masa corporal, así como una menor acumulación de grasa en torno a órganos internos, como el hígado o el corazón. Así lo revela una investigación que se publica esta semana en la revista Nature Metabolism, y que arroja un poco más de luz sobre el papel de la grasa parda o tejido adiposo pardo y por qué en algunos individuos está más presente que en otros.
El tejido adiposo pardo se asociaba hasta hace poco únicamente con la regulación de la temperatura corporal y la producción de calor, pero ahora se sabe también que tiene una función clave en el gasto energético. En vez de ser un almacén de grasa, como el tejido adiposo blanco que tiende a acumularse en zonas como el abdomen, los muslos o alrededor de órganos como el hígado o el corazón; el marrón actúa como un sistema quemagrasas que puede usarse para combatir el exceso de energía que ingerimos con la dieta.
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