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lunes, 10 de diciembre de 2018

El control de la hiperfosforemia reduce riesgo cardiovascular en ERC

La Enfermedad Renal Crónica (ERC) afecta al 10 por ciento de la población mundial. Se estima además que alrededor del 25 por ciento de los pacientes afectados ignoran su patología en las fases iniciales de desarrollo, lo que hace más complicado el tratamiento de la enfermedad. España es uno de los países europeos con mayor prevalencia de ERC, pues se calcula que afecta  a unos 4  millones de españoles.

 El control del fósforo es esencial para la ERC, ya que los pacientes con esta patología tienen disminuida su capacidad para excretar el fósforo, según considera Emilio Sánchez, jefe de Nefrología del Hospital Universitario de Cabueñes, en Gijón, quien en ha puesto de relieve la hiperfosfatemia como factor de riesgo en el último Congreso de la Sociedad Española de Nefrología.

 Pregunta. La hiperfosforemia se considera un factor no tradicional de morbimortalidad en la enfermedad renal crónica (ERC). Sin embargo, parece influir decisivamente en la progresión de la ERC y la mortalidad asociada a la misma. ¿Por qué no se controla de una manera más efectiva en esta enfermedad? ¿Es su detección compleja
Respuesta.
La detección de la hiperfosforemia es sencilla; sólo es necesario un análisis. Sin embargo, fuera del ámbito de la Nefrología no es frecuente que se solicite este tipo de determinación. Es nuestra obligación como nefrólogos difundir la idea de que la hiperfosforemia es un factor de riesgo cardiovascular que debe ser detectado y analizado, especialmente si el paciente sufre de enfermedad renal crónica.

P. ¿En qué otras patologías, relacionadas con la nefropatía, está implicada?
R. La hiperfosfatemia se relaciona con el aumento del riesgo cardiovascular y la mortalidad. Produce calcificación de los tejidos blandos (vasos y válvulas) y contribuye a las alteraciones del metabolismo mineral y óseo, desestructurando el hueso.

Difundir la idea de que la hiperfosfatemia es un factor de riesgo cardiovascular que debe detectarse y analizarse, sobre todo si existe ERC, es una obligación para los nefrólogos

P. ¿Pueden los pacientes “sospechar” que sus niveles de fósforo están elevados?
R. Los síntomas relacionados con la hiperfosfatemia son escasos y sólo en algunos casos de gravedad. Una manifestación que puede producir es el prurito intenso, pero sólo en caso de que los niveles de fósforo estén muy elevados.

P. ¿Existen biomarcadores de detección precoz que alerten de la presencia de fósforo
R.
Lo más sencillo es medir los niveles de fósforo en suero. De forma precoz, en la enfermedad renal crónica podríamos detectar un incremento de la fosfaturia (eliminación de fósforo en la orina) que se produce como consecuencia del incremento de la secreción de FGF23, una hormona fosfatúrica sintetizada por el hueso en los estadios iniciales de la enfermedad renal crónica. De todas maneras, si en pocas ocasiones se mide el fósforo sérico, en menos aún se solicita la fosfaturia.

 P. ¿Cuál es el tratamiento inicial de este desequilibrio?
R.
Una dieta pobre en fósforo se considera el tratamiento de primera elección y el más coste-eficiente. El fósforo aparece en algunos alimentos ricos en proteínas, pero sobre todo en aditivos y conservantes. Por ello es necesario animar a nuestros pacientes a que tomen una dieta lo más saludable y fresca posible. En caso de que no se controlase con esta medida inicial se deberían indicar fármacos que reduzcan la absorción intestinal de fósforo.

El fósforo aparece en alimentos ricos en proteínas, pero sobre todo en aditivos y conservantes. La terapia de primera elección, y el más coste-efectivo, para reducirlo es adoptar una dieta lo más saludable y fresca posible

P. ¿Es posible revertir el daño que provoca la hiperfosfatemia en los distintos órganos?
R. No es fácil revertir el daño; pocos fármacos y con algunos resultados controvertidos han sido capaces de demostrar este efecto. Por ello, la prevención debe ser nuestro objetivo inicial.

P. ¿Quién debe o puede llevar a cabo el control de sus niveles: ¿atención primaria, atención especializada o ambas?
R. Aunque ambos estamentos podrían hacerlo, el problema de las alteraciones del metabolismo óseo y mineral recae con más peso en el ámbito de la Nefrología. En cualquier caso, cualquier recomendación instaurada por los equipos de Atención primaria será siempre bienvenida.

P. ¿Qué conclusiones se han extraído de los datos que ha aportado la iniciativa “La semana del fósforo”, encuesta en la que participaron 7.500 pacientes de 100 centros distintos y cuyo objetivo era conocer los niveles de fósforo de las personas con ERC.
R. La principal conclusión es que los objetivos de control del fósforo de los nefrólogos españoles están en consonancia con lo recomendado por las Guías de actuación clínica. El grado de control de los niveles de fósforo en las consultas de enfermedad renal crónica avanzada y especialmente en trasplante renal es muy bueno; alrededor del 50 por ciento de los pacientes en diálisis (hemodiálisis y diálisis peritoneal) tienen los niveles de fósforo controlados; para ello, un 75 por ciento de los pacientes tienen prescrito captores del fósforo. Aunque los resultados, en general, son bastante buenos, siempre hay margen de mejora. Por ello debemos implementar medidas para optimizar el diagnóstico y el control de la hiperfosforemia.

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