El tratamiento del cáncer ha experimentado de primera mano el impulso de la medicina personalizada. Disponer de tratamientos específicos que, a diferencia de la quimioterapia, están diseñados a partir del conocimiento molecular del tumor supuso una incursión pionera al concepto de la medicina personalizada. Melanoma y cáncer de mama han sido primeros ejemplos exitosos de esta terapia dirigida -aupada por una intensa investigación básica y traslacional-, cuyos beneficios se están extendiendo, lentamente pero sin pausa, a otros tipos tumorales. Es el caso del cáncer de pulmón.
El abordaje de esta enfermedad ha experimentado importantes avances, algunos de ellos impensables hace 25 años, cuando el tratamiento paliativo, la única opción entonces, empezaba a arrinconarse para dar paso a una quimioterapia basada en platino, que apenas obtenían una supervivencia de diez meses. Después llegaron las combinaciones terapéuticas (basadas en los llamados agentes de tercera generación).
Pero el giro hacia la medicina personalizada coincidió con el cambio de siglo. Javier de Castro, jefe de Sección de Oncología Médica del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, recordaba en un encuentro sobre Oncología organizado por DM, que “se han implantado en la clínica los hallazgos biológicos desarrollados desde la década de 1980. En el cáncer de pulmón se empiezan a identificar mutaciones que pueden ser muy relevantes para saber el comportamiento biológico del tumor, como la mutación en el gen KRAS y otras que pueden ser tratadas con inhibidores específicos, como en EGFR o los reordenamientos de ALK o ROS1. Hoy sabemos que frente a estas mutaciones hay inhibidores específicos, más activos que la quimioterapia y sin sus efectos secundarios”.
Más recientemente, la irrupción de otra terapia dirigida, basada en los inhibidores de los puntos de control inmunitarios (checkpoint), ha aportado nuevas opciones a los pacientes. En estos avances, cabe destacar la aportación de los médicos españoles, autores principales en estudios clínicos tan relevantes como el primero que demostró los beneficios, en supervivencia global y libre de progresión, de una combinación de inmunoterapia y quimioterapia en el tratamiento de primera línea de pacientes con cáncer de pulmón no microcítico no tratados, y que se presentó el año pasado en el Congreso de la Asociación Americana para la Investigación sobre Cáncer (AACR) en Chicago, coincidiendo con su publicación en The New England Journal of Medicine (NEJM), o el que revelaba el beneficio de sumar dos inmunoterápicos en el abordaje del cáncer de pulmón no microcítico avanzado en primera línea, también expuesto en este encuentro.
Por otra parte, una adecuada instauración del tratamiento requiere la identificación de los pacientes que se beneficiarán de esas pautas o que pueden recaer tras recibir una línea terapéutica. De hecho, un porcentaje considerable de enfermos recae incluso cuando el cáncer ha sido detectado precozmente y se ha realizado un abordaje quirúrgicio. De ahí que un equipo de la CUN y el CIMA esté trabajando en la detección y sobreexpresión de una serie de marcadores (proteínas) que indiquen cuáles de los pacientes operados sufrirán la enfermedad al cabo de los años.
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