La percepción de que las mujeres fuman más que los hombres es incierta… con matices. Tal y como explica Carlos A. Jiménez-Ruiz, presidente de la Sociedad Española de Neumología (Separ), “en mujeres adultas, la prevalencia del consumo de tabaco es más baja que en hombres, pero mientras que en éstos la tasa de fumadores se ha reducido mucho en los últimos años, en las mujeres se ha mantenido casi sin cambios. En adolescentes, por el contrario, las tasas de tabaquismo femenino sí son superiores: en jóvenes de 14 a 18 años, las chicas fuman el 36,9%, mientras que el consumo de tabaco en los chicos es del 32,6%”.
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Sin embargo, las cifras apuntan a una peor respuesta femenina frente a los efectos del tabaquismo. Así, y según los datos de Redecan, el cáncer de pulmón ha pasado a ser el tercer tumor con más incidencia en las mujeres en 2019. “La latencia entre la exposición al humo del tabaco y la aparición del cáncer es prolongada y, efectivamente, en los últimos años, la incidencia del cáncer de pulmón en mujeres ha aumentado, mientras que la tasa de incidencia en varones continúa reduciéndose, aunque el consumo de tabaco continúa siendo más frecuente en hombres que en mujeres, de acuerdo con los datos de Eurostat 2014 (26,2% de fumadores varones frente a un 18,5% de fumadoras). Por otro lado, globalmente aún se diagnostican más casos de cáncer de pulmón en varones (22.083 casos en España para el año 2019, frente a los 7.420 casos en mujeres en ese mismo periodo)”, explica Aitana Calvo, secretaria científica de la SEOM.
Más vulnerabilidad
Respecto a la existencia de una especial vulnerabilidad del organismo femenino de cara al desarrollo de enfermedades vinculadas al tabaco, Jiménez-Ruiz comenta que sí se observan algunas diferencias entre fumadores y fumadoras: “El cáncer de pulmón es la principal causa de muerte por cáncer en los hombres, pero en Estados Unidos este tumor supone la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres, superando al de mama, y esto es algo que empezaremos a ver en España en los próximos años. Además, existen tumores de pulmón asociados a alteraciones genéticas. Las mutaciones más comunes son la EGFR y la traslocación ALK, y éstas son más frecuentes en mujeres no fumadoras que en varones, lo que explicaría la aparición de cáncer de pulmón en este grupo. Asimismo, las sustancias cancerígenas presentes en el tabaco producen alteraciones en el ADN celular. Nuestro organismo está capacitado para reparar esas células dañadas, pero las mujeres tienen menos capacidad para llevar a cabo esa reparación, lo que hace que sean más susceptibles a los efectos carcinogénicos de las sustancias del tabaco. Paradójicamente, esta circunstancia hace que la respuesta a la quimioterapia pueda ser más efectiva en las mujeres”.
Por su parte, Aitana Calvo señala que algún estudio sugiere que este tumor se diagnostica más precozmente, con mayor frecuencia en estadios localizados, en mujeres, y que las tasas de respuesta y supervivencia son también mayores en ellas. “Por ejemplo, el carcinoma microcítico de pulmón es más frecuente en mujeres y en algunas variantes (con terminología actualmente en desuso como el carcinoma bronquioalveolar) se han diagnosticado con mayor frecuencia en mujeres. Sin embargo, el carcioma epidermoide es más frecuente en varones. Algunos factores que se han postulado para explicar estas diferencias serían la edad de inicio del hábito tabáquico, el distinto metabolismo de la nicotina por las mujeres (mediada por P450 CYP2A6), distintos factores genéticos, riesgos ocupacionales, la dieta o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica”.
La EPOC: otro daño colateral del ‘tabaquismo de género’
“La EPOC es una enfermedad que antes sólo se diagnosticaba en los hombres, pero cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años de forma exponencial entre las mujeres, mientras se reduce de forma lenta entre la población masculina. Según un estudio estadounidense, la tasa de mortalidad asociada a EPOC en mujeres se quintuplicó entre 1971 y 2000”, afirma Jiménez-Ruiz, quien explica que las mujeres fumadoras son más susceptibles a desarrollar EPOC y que lo hacen más precozmente que los hombres fumadores: “Esta mayor susceptibilidad al tabaco estaría determinada por factores anatómicos (vías aéreas de menor tamaño), genéticos y hormonales (los estrógenos aumentan la expresión de la enzima citocromo P450, que metaboliza compuestos presentes en el humo del cigarrillo y los convierte en sustancias con alto poder carcinogénico). También se han detectado diferencias entre varones y mujeres con EPOC en relación con la sintomatología: ellas padecen más disnea y más sibilancias, en tanto que los pacientes masculinos tienen más tos y expectoración que las mujeres”. El presidente de la Separ comenta que existen diferencias respecto a las características del tabaquismo: “Por ejemplo, las mujeres consumen tabaco más por recompensa positiva que por recompensa negativa. Además, pueden tener ligeramente más alto el grado de dependencia física por la nicotina que los hombres y también se sabe que algunos tratamientos funcionan mejor en hombres que en mujeres”.
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