Acinetobacter baumannii resistente a carbapenemes, Pseudomonas aeruginosa resistente a carbapenemes y Enterobacteriaceae resistente a carbapenemes y productoras de betalactamasas de espectro extendido (BLEE): estos son los sospechosos habituales cuando se detectan bacterias multirresistentes de prioridad crítica.
Frente a ellos, Encarnación Román, preventivista de la Unidad de Vigilancia, Prevención y Promoción de la Salud del Hospital de Valme, en Sevilla, advirtió que “el impacto clínico y económico de estas situaciones es preocupante. Existen evidencias del aumento de estancias, costes sanitarios y mortalidad relacionadas con muchas de estas infecciones en pacientes que requieren cuidados intensivos, llegándose a estimar que estas infecciones tienen tasas de mortalidad que son un 21% superiores a aquellas producidas por bacterias gram negativas no resistentes”.
Román expuso en el XX Congreso Nacional y XIX Internacional de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph), celebrado la pasada semana en Madrid, la necesidad de “detectar precozmente la presencia de estas bacterias”, sobre todo en pacientes colonizados que regresan al hospital.
Por ello, el Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA) ha incorporado una herramienta corporativa, denominada HAM, que se actualiza a diario y examina, en tiempo real, a cada uno de los pacientes que acuden al hospital para identificar si llevan asociada una alerta por multirresistencias o de especial interés.
Alertas
En caso afirmativo, envía comunicaciones o avisos (correo electrónico o mensaje de texto SMS) a los profesionales designados previamente a tal efecto para poner en marcha las medidas de control. La ventaja más importante del sistema HAM es que puede detectar a los pacientes con alerta por microorganismo multirresistente o de especial interés cuando acuden a otros hospitales.
El control de las bacterias multirresistentes supone también un problema en el ámbito extrahospitalario, especialmente en residencias sociosanitarias, centros hospitalarios de larga estancia, centros de asistencia especializada a largo plazo (oncológicos,‐paliativos, mentales, etc.) o los centros de día, de terapia ocupacional o de asistencia para respiro familiar.
El sistema HAM envía también avisos al alta de estos pacientes al epidemiólogo del distrito para poner en marcha medidas de prevención.
Y es que “se estima que entre un 30 y un 40% de las infecciones hospitalarias se deben al contacto con las manos contaminadas del personal sanitario con pacientes infectados o colonizados o con superficies del entorno del paciente”, según expuso Francisco Guillén, del Servicio de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra.
A su juicio, “los mayores reservorios de microorganismos son superficies de alta frecuencia de contacto; por ejemplo, la barandilla de una cama se toca unas 252 veces al día. Lo mismo sucede con la mesilla de noche del paciente, el cabecero de la cama y las bombas intravenosas. También hay objetos como los mandos de la televisión, teléfonos móviles del personal sanitario, de los pacientes o acompañantes que pueden ser una fuente de trasmisión. Otra fuente potencial de contagio son los colchones. Las roturas en las fundas de los colchones permiten que los fluidos corporales penetren en el colchón, lo que supone un riesgo para el contagio de los pacientes”. En este sentido, la Sempsph insiste en que las mejoras en la limpieza y desinfección de las habitaciones y de pequeños equipos portátiles pueden disminuir la infección hospitalaria de forma notable.
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