Después de los avances que se han producido en el tratamiento de la esclerosis múltiple (EM) recidivante en los últimos años, en la actualidad se afrontan dos nuevos retos: avanzar en el conocimiento y tratamiento de las formas progresivas de la enfermedad y descubrir nuevos biomarcadores que permitan monitorizar de manera precisa la evolución de la EM y la respuesta terapéutica, señala Alfredo Antigüedad, jefe del Servicio de Neurología y responsable de la Unidad de Neuroinmunología-EM del Hospital Universitario de Cruces, en Bilbao.
I+D intensa
La Unidad de Neuroinmunología-EM del Hospital de Cruces participa en la actualidad en ocho ensayos clínicos con nuevos medicamentos para el tratamiento de la la esclerosis múltiple
Al alza
Está aceptado ya que la incidencia y prevalencia de la EM están aumentando. La magnitud del incremento es difícil de valorar debido a la variabilidad entre los estudios epidemiológicos
Promoción de estudios
La industria farmacéutica es hoy por hoy la única capaz de promover, financiar y realizar la I+D de los últimos años en este campo con la celeridad que se ha producido en la EM
En el campo de los biomarcadores, “ya disponemos de una tecnología ultrasensible (Simoa) que nos permite determinar mediante análisis de sangre las moléculas que se producen dentro del SNC; por ejemplo, las cadenas ligeras de los neurofilamentos que se relacionan con la destrucción de los axones y, por tanto, con la evolución de la enfermedad y con la respuesta terapéutica”.
Esta nueva tecnología de laboratorio está permitiendo avanzar de manera rápida en la investigación de otros biomarcadores, “que nos ayudarán a monitorizar otros aspectos de la enfermedad y avanzar en la medicina personalizada”.
Desde el punto de vista epidemiológico se ha demostrado el incremento en los últimos años de la incidencia de la EM en las mujeres con respecto a los hombres, “y este hallazgo obliga a profundizar en la investigación sobre los factores ambientales que determinan esta enfermedad; y que potencialmente serían prevenibles o evitables”. Sin embargo, el o los factores ambientales que determinan la enfermedad en las personas predispuestas se resisten a ser identificados.
Avances e investigación
“Hasta hace apenas unos años, la EM era una enfermedad sin esperanzas: no disponíamos de ningún fármaco que pudiera frenar su evolución hacia la discapacidad de los pacientes, característicamente jóvenes. Gracias a los avances en la investigación hemos cambiado de manera indiscutible esta situación, y ya hay nueve principios activos con diferentes mecanismos de acción”, comenta Antigüedad.
“El impacto positivo que han tenido estos avances terapéuticos en el pronóstico de los pacientes con una evolución recidivante-remitente ha sido impresionante”, resalta. Y en relación con las formas progresivas, se ha iniciado el camino en este sentido. Recientemente se han comercializado el primer fármaco para la EM progresiva -ocrelizumab- y el primero para la secundariamente progresiva –siponimod-, que está en fase de autorización en Europa.
El impulso a la investigación ha permitido consolidar líneas y grupos de trabajo que siguen aumentando el conocimiento sobre la enfermedad, y que sin duda seguirán incrementando el arsenal terapéutico para todas las formas de la enfermedad, incluso aquellas orientadas a promover la regeneración del SNC. En este contexto, donde el desarrollo de nuevos medicamentos es complejo y costoso, “la industria farmacéutica es hoy la única capaz de promover, financiar y realizar este desarrollo con la celeridad que se ha producido en el campo de la EM”.
A corto y medio plazo, es esencial avanzar en la investigación traslacional y, para ello, se requiere la colaboración entre los investigadores básicos y clínicos, y que la investigación sea considerada por los directivos y los médicos como una actividad laboral más, como la asistencial y la docente, y se disponga de los tiempos y espacios necesarios para poder desarrollarla”.
Dentro de la línea colaborativa, la Unidad de Neuroinmunología-EM de Cruces colabora con la Fundación Achucarro para “la búsqueda de nuevos biomarcadores con la tecnología Simoa”. Con el Hospital de Basurto tiene una línea de trabajo sobre el ADN circulante, y con la del País Vasco “estamos analizando el potencial de las nuevas tecnologías para la rehabilitación cognitiva, empleando la realidad virtual, o con exoesqueletos”, concluye.
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