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miércoles, 23 de octubre de 2019

Un fármaco contra el cáncer, posible nueva terapia para la retinosis pigmentaria hereditaria

La estrategia de reposicionamiento de medicamentos o aplicación de compuestos ya conocidos a una enfermedad diferente para la que han sido diseñados, sigue ascendiendo puestos. Otro destacado ejemplo lo constituye un grupo de fármacos empleados actualmente para el tratamiento de ciertos cánceres, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, los inhibidores de la enzima poli ADP ribosa polimerasa, más conocidos como inhibidores del PARP,  que podrían jugar un papel para el abordaje de la retinosis pigmentaria hereditaria, patología degenerativa aún sin tratamiento que causa ceguera, según un estudio publicado en Cellular and Mollecular Life Science..

La investigación, realizada por profesionales de la universidad alemana de Tübingen, dirigidos por Ayse Sahaboglu, y en la que ha participado María Miranda Sanz, coordinadora del Grado en Óptica y Optometría de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia e investigadora principal del Grupo de Estrategias Terapéuticas en Patologías Oculares, parte de los estudios que desde hace varios años el equipo alemán realiza sobre la enzima PARP en distintos modelos animales de retinosis pigmentaria y en los que ya se había descubierto que, en la mayoría de los casos, había una excesiva activación de esta enzima, por lo que en los últimos años, sus descubrimientos incluían el uso de algún inhibidor, señala Miranda quien explica a DM que “la novedad de este artículo está en el uso de otros inhibidores distintos, que están ya aprobados o en sus últimas fases de ensayo clínico”. 

Esperanzas fundadas 

Además, la especialista indica que se han utilizado múltiples aproximaciones para conocer el mecanismo de acción, aspecto en el que ha colaborado activamente el equipo español. “Otro beneficio importante es que se ha visto que estos inhibidores no afectaban a la retina sana“. 

El exceso de actividad de la enzima PARP es un factor involucrado en la degeneración hereditaria de los fotorreceptores de la retina. Los inhibidores ya conocidos para esta enzima, hasta ahora empleados en otras patologías, podrían tener un efecto en la retinosis pigmentaria hereditaria. Esta estrategia, según indica la investigación, permite desarrollar nuevas terapias con menos costes y en menos tiempo, lo que es importante en el caso de la retinosis pigmentaria, para la que todavía no existe tratamiento.

Se trata de estrategias neuroprotectoras, por lo que su potencial incorporación clínica debería ser en las primeras fases de la enfermedad para evitar, en la medida de lo posible, la muerte de los fotorreceptores

En el estudio se han aplicado, en un modelo experimental animal, dos inhibidores de PARP, demostrándose que la aplicación de ambos ha reducido entre un 25% y un 40% la muerte celular de los bastones o células fotorreceptoras de la retina. Uno de los dos inhibidores estudiados, el BMN-673, ha mostrado especial potencial para una rápida aplicación clínica. El segundo, 3-aminobenzamida, tiene eficacia a nivel nanomolar. 

Beneficios del reposicionamiento 

Según Miranda, la reutilización o reposicionamiento de medicamentos cuyo uso ya ha sido aprobado es una estrategia muy atractiva en el desarrollo de nuevas terapias para distintas enfermedades, ya que puede acelerar el tiempo desde que se ensaya un medicamento hasta que éste es comercializado y, además, con un menor coste económico. “Este hecho es particularmente importante en enfermedades raras. Pero, los estudios en retinosis pigmentaria con inhibidores de PARP se han hecho en animales de experimentación, por lo que todavía es prematuro predecir cuándo se podrán llevar a la clínica“.

Subraya que, en el caso de su incorporación a la asistencia, la especialista explica que el uso de inhibidores de PARP u otras similares “son estrategias neuroprotectora, lo que significa que deberían usarse en las primeras fases de la enfermedad, para retrasar o evitar, en la medida de lo posible, la muerte de los fotorreceptores. El potencial uso futuro de estas moléculas a nivel local, en gotas, es complicada en el caso de la retina, aunque todavía es pronto para poder decir cuál sería la vía de administración ideal”. 

Ensayos colaborativos para que avance la investigación 

El Grupo de Estrategias Terapéuticas en Patologías Oculares que coordina Miranda es veterano en la realización de estudios cuyo objetivo es contribuir al desarrollo de futuros tratamientos para la retinosis pigmentaria y que podrían ser eficaces para frenar el deterioro en la visión que causa.

El uso de progesterona, o el más reciente, sobre combinación de progesterona y ácido lipoico, publicado el año pasado en Frontiers in Pharmacology, son algunos de los ejemplos. “Seguimos buscando medicamentos ya aprobados que puedan ser usados en enfermedades retinianas. Para ellos, la colaboración entre grupos internacionales o nacionales es fundamental para un avance más rápido de la investigación”. 

 

 

 

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