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jueves, 6 de diciembre de 2018

Nueva herramienta para evitar las descompensaciones en IC

La insuficiencia cardiaca (IC) es la causa más frecuente de ingreso hospitalario en mayores de 65 años en nuestro país. Además de un problema de salud evidente para el paciente, la descompensación y hospitalización suponen la mayor parte del coste que acarrea el cuidado de estos pacientes. Una vez que se produce el primer ingreso hospitalario por causa de esta patología, la tasa de reingreso es elevada, alcanzando el 38 por ciento en el primer mes y el 43 por ciento a los 6-12 meses.

HeartLogic, de Boston Scientific, es una herramienta de diagnóstico validada para detectar el empeoramiento gradual de la IC en el transcurso de días o semanas mediante múltiples mediciones fisiológicas. El estudio clínico Multisense, que evaluó a más de 900 pacientes, concluyó que los avisos se producían con una media de 34 días antes de la descompensación. “Es tiempo suficiente para tratar al paciente antes de que tenga síntomas”, enfatiza el cardiólogo de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN), Juan José Gavira Gómez. El mismo estudio estableció que, en el umbral nominal de detección, la herramienta obtenía unos valores de sensibilidad del 70 por ciento y de especificidad del 85,7 por ciento. Ahora están en marcha varios estudios que arrojarán luz sobre el número de hospitalizaciones que se evitan.
Los portadores de un desfibrilador son quienes se benefician de este diagnóstico anticipado, ya que los datos provienen de ese dispositivo. Es necesario que el desfibrilador pertenezca a la familia Resonate de Boston Scientific, lanzada en 2017. HeartLogic está incluido en los desfibriladores monocamerales, bicamerales y resincronizadores.

Los componentes clave son una tendencia combinada denominada índice de HeartLogic, una alerta amarilla configurable y las tendencias de varios sensores. Concretamente, acumula y combina información diagnóstica de cinco sensores: tonos cardiacos (el primero y el tercero), impedancia torácica, frecuencia respiratoria, frecuencia cardiaca nocturna y nivel de actividad. A partir de esos datos, proporciona un índice único diario. Así, un paciente sin riesgo de hospitalización tiene un índice cero. Según empeora, el valor del índice aumenta y, si rebasa un umbral ajustable (clínicamente se validó en 16), salta una alarma.

Los valores de referencia de cada tendencia se evalúan según los datos que abarcan hasta los tres últimos meses y se actualizan a diario. HeartLogic facilita información adicional que los profesionales clínicos podrán utilizar en contexto con el tratamiento de referencia para los pacientes.

“La alarma es fácil de detectar, dado que los pacientes solo pueden tener dos estados (dentro o fuera de la alarma), recibimos una notificación vía mail y también aparece de forma clara en el portal web de seguimiento remoto”, aclara Gavira.

Alerta e intervención

La Clínica Universitaria de Navarra lleva utilizando el nuevo algoritmo seis meses y, en la actualidad, más de 20 pacientes están siendo monitorizados de esta manera. Durante estos meses, el índice de HeartLogic entró en zona de alerta en varios pacientes: “Tras revisar el estado de cada uno en detalle, tuvimos distintas intervenciones, por ejemplo aumentar la pauta de diuréticos, tras las cuales el índice volvió a estar fuera de la alerta”. Aunque es pronto todavía para sacar conclusiones definitivas, el cardiólogo considera que los resultados son “muy esperanzadores”.

Junto a la CUN, tienen esta herramienta el Hospital Universitario 12 de Octubre y el Hospital Clínico San Carlos, en Madrid, y el Hospital Universitario Virgen de la Macarena de Sevilla.

El especialista subraya que, a la hora de diseñar el protocolo de actuación, es fundamental el trabajo en equipo de enfermería, electrofisiología e insuficiencia cardiaca. “Cuando aparece una alarma, lo primero que revisamos es la historia clínica del paciente: antecedentes, medicación, factores de riesgo, etc.”, explica Gavira. El equipo de arritmias revisa la información del dispositivo y en insuficiencia cardiaca se estudia la evolución del paciente.

El primer contacto se realiza vía telefónica y se analizan los posibles signos y síntomas (hinchazón de tobillos, más peso, problemas respiratorios…), así como los posibles factores desencadenantes (interrupción del tratamiento farmacológico, transgresiones dietéticas…). Por último, se realiza un refuerzo de educación sanitaria. Si el índice continúa empeorando en los días siguientes, se valora una visita presencial y la necesidad de efectuar más pruebas.
Juan José Gavira significa que un instrumento como este es beneficioso para todos: “Para el paciente, por el potencial de evitar su hospitalización antes de que tenga síntomas; para el profesional porque permite un tratamiento proactivo, a la vez que ayuda a focalizar la atención en los pacientes con más riesgo; y para el sistema porque una reducción de las hospitalizaciones permite invertir los recursos en otras áreas que lo necesitan”.

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