En la carrera por tener una vacuna contra el coronavirus no solo importa el corredor, sino el equipo que hay detrás. El gigante estadounidense Johnson&Johnson (J&J) ganaba posiciones la semana pasada al anunciar que su candidata, desarrollada en Holanda, podría estar lista para vacunar a los primeros millones de personas en el primer trimestre del año que viene.
El compromiso es que la vacuna, que se autorizaría con una licencia especial para situaciones de emergencia pandémica, tenga un precio asequible y sin ánimo de lucro. Para conseguirlo, la compañía ha anunciado una inversión conjunta con el Gobierno estadounidense de 1.000 millones de dólares (unos 910 millones de euros).
Al frente de este proyecto se sitúa el investigador belga Paul Stoffels (Turnhout, 1962), co-vicepresidente del comité ejecutivo y director científico de J&J. El ejecutivo se incorporó a J&J en 2002, cuando la multinacional absorbió las compañías biotecnológicas belgas Tibotec y Virco, fundadas entre otros por Stoffels.
Antes ya había liderado la investigación en enfermedades infecciosas en Janssen, la filial de J&J con sede en Bélgica. Uno de sus principales logros de su brillante carrera profesional ha sido el haber contribuido al desarrollo de medicamentos antirretrovirales clave que cambiaron la historia del VIH. Años atrás de convertirse en uno de los líderes de la industria farmacéutica mundial, su primer trabajo fue como médico e investigador en África, cuando el VIH comenzaba a hacer estragos.
Aunque desarrolla su actividad profesional en Estados Unidos, Stoffels pasa la cuarentena en Bélgica. Decidió regresar a su país cuando Donald Trump comenzó a cerrar fronteras. Su segundo domicilio le ofrece proximidad a su familia y al centro de investigación holandés de Leiden, que ha hecho posible la vacuna.
PREGUNTA. ¿En qué consiste esta vacuna y cuál es el aval científico que la sustenta?
RESPUESTA. Usamos un vector, que es un adenovirus desactivado, que ya hemos utilizado para transportar la información del antígeno en nuestras vacunas del VIH, Ébola, Zika y el virus respiratorio sincitial. La diana es la espícula del virus, que está en la superficie. Con una reconstrucción del ADN de partes de la espícula hemos demostrado en animales que somos acapaces de generar inmunidad. En una segunda parte, hemos seleccionado una vacuna que sea capaz de producirse en grandes cantidades en líneas celulares. Entre una candidata y otra la diferencia puede llegar a multiplicarse por diez, de poder producir 30 millones de dosis a 300 millones. Por tanto, hemos seleccionado la vacuna con la mejor inmunogenicidad, pero también la de mayor productividad.
P. Ninguna de sus vacunas contra el VIH, el Ébola, el Zika y el virus respiratorio sincitial ha sido comercializada. ¿Por qué creen ahora que tendrán éxito?
R. Es cierto que ninguna está en el mercado. La más avanzada es la del Ébola, que está siendo evaluada por las autoridades europeas para su aprobación. Pero con todas ellas hemos sido capaces de demostrar en animales una respuesta inmune muy potente, lo que tiene una gran capacidad de predicción en seres humanos. También hemos corroborado que son vacunas muy seguras, ya que hasta 50.000 personas han sido vacunadas con nuestros productos. Aparte, podemos decir que tenemos el proceso de producción bajo control y tenemos la capacidad de fabricar millones de dosis.
P. Apuestan por una vacuna pero tienen otras dos identificadas
R. Son lo que se podría llamar planes B. Si algo sale mal, que esperemos que no, nos permitirá ganar tiempo. Esto es una práctica habitual en el desarrollo de medicamentos. Se elige un compuesto líder y se guardan uno o dos con cierto grado de diferenciación como respaldo por si el primero falla.
P. ¿Tener una vacuna a comienzos de 2021 es realista?
R. Creemos que para entonces podremos demostrar que funciona y obtener una licencia para su uso en situaciones de emergencia pandémica. Conseguir su aprobación regulatoria completa nos llevará años, porque necesitamos demostrar su eficacia en múltiples poblaciones, como jóvenes, ancianos, personas con diferentes enfermedades…
P. Todo un reto para los plazos habituales de la investigación.
R. Sobre todo porque los estudios en vacunas se conducen en entre 20.000 y 50.000 personas. Pero en las enfermedades importantes para el mundo es más fácil conseguir muchos voluntarios. De hecho ya tengo bastantes correos electrónicos en mi bandeja de entrada de personas que se postulan candidatas a probar la vacuna, así que no creo que tengamos muchos problemas con el reclutamiento.
P. ¿Cuál es su percepción de las posibilidades de tener éxito?
R. Es difícil de estimar, pero diría que la probabilidad supera el 80%. Todavía tenemos que conducir los estudios en seres humanos, pero con nuestra experiencia, tenemos bastante claro que funcionará.
Producción y acceso
Tan importante como tener una vacuna es que es que se pueda fabricar en cantidad suficiente. La multinacional afirma que tiene capacidad para llegar a producir 1.000 millones de dosis que servirían para inmunizar a otros tantos millones de personas. Aunque la disponibilidad de vacunas sería bastante inferior a comienzos de 2021, la compañía comenzará a producir a riesgo, sin tener la confirmación de los estudios, para dar respuesta a la situación de emergencia sanitaria.
PREGUNTA. Afirman que el objetivo es llegar a todo el mundo. ¿Es posible?
RESPUESTA. Intentaremos ser tan globales como podamos, pero esto ya no es solo un trabajo de la compañía. Necesitamos ampliar nuestra colaboración con los gobiernos y las organizaciones que trabajan en el acceso a las vacunas, como ya estamos haciendo en Estados Unidos y en Europa. Además, en una primera fase, habrá que definir muy bien quiénes son las personas de mayor riesgo que tienen que vacunarse.
P. ¿Los estudios también se hacen en todo el mundo?
R. La primera parte, la fase I, se conduce habitualmente en los centros en los que podemos reclutar y analizar los resultados más rápidamente. El resto de estudios de eficacia tienen que llevarse a cabo en las regiones en las que la infección sigue activa, por lo que tendremos que estar al tanto de en qué parte del mundo hay un número significativo de contagios, incluida Europa.
P. ¿Quiénes se vacunarán en primer lugar?
R. Hoy por hoy las personas más expuestas al virus son los profesionales sanitarios que trabajan en los hospitales, a los que es necesario proteger para garantizar su labor diaria. Creo que serán los primeros en vacunarse. Después, las personas mayores o con enfermedades que afectan al sistema inmunológico, como el cáncer o los diabéticos. Pero serán las autoridades sanitarias las que tendrán que decidir.
P. El coronavirus está demostrando una capacidad de contagio sin precedentes. ¿Para cuándo esté la vacuna no será demasiado tarde?
R. Ojalá la enfermedad haya desaparecido, pero en muchas regiones acaba de llegar y no ha habido un porcentaje significativo de personas contagiadas. Tal como está circulando el virus alrededor del mundo, lo más probable es que vuelva en oleadas con una mortalidad muy significativa. Mientras el 60% o el 70% de la población no haya estado expuesta, no seremos capaces de controlarlo. Necesitamos una vacuna para poner freno a esta enfermedad.
Papel de la industria
P. Según la Organización Mundial de la Salud ya hay más 40 posibles vacunas identificadas, incluida la suya. ¿Es bueno este grado de competitividad o sería deseable más colaboración entre los investigadores?
R. Las organizaciones que trabajan en vacunas tienen que perseguir alianzas con socios potentes procedentes de la industria. Nosotros tenemos capacidad de conducir ensayos clínicos en ochenta países, podemos producir y hacerlo rápidamente porque es nuestro trabajo. Ya hacemos vacunas y somos capaces de desarrollar un medicamento contra el cáncer en 24 a 36 meses.
P. ¿Cree que la sociedad entiende los grandes esfuerzos que está acometiendo la industria farmacéutica contra el coronavirus?
R. La industria farmacéutica tiene un papel importante en la lucha contra la Covid-19. Tenemos una capacidad única para avanzar en I + D y traducir la ciencia en soluciones tangibles para los pacientes. Por supuesto, ninguna organización por sí sola puede poner fin a esta pandemia, los agentes públicos y privados tenemos que colaborar, compartir experiencia y recursos, y aprovechar la ciencia y la tecnología para acelerar las soluciones.
P. En muy poco tiempo un microbio está paralizando buena parte del mundo y nos ha recordado que la vida es frágil. ¿Cuál es su visión del estado actual de la pandemia y de la respuesta que están ofreciendo los gobiernos?
R. La pandemia es un desafío para la humanidad. La mayoría de nosotros tenemos que permanecer en casa para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias. Y en España, el reto en Madrid y en Barcelona es especialmente significativo. Creo que el mundo ya ha despertado y que se está haciendo lo correcto para evitar que la enfermedad se extienda. Por eso solo puedo aplaudir a los gobiernos europeos, algunos más lentos que otros, pero en general conscientes de que hay que tomar decisiones para proteger a la población.
Pandemias
P. ¿Cuál es su percepción de la amenaza que representa este virus, frente a otros a los que se ha enfrentado en su carrera?
R. He estado antes en la primera línea ante pandemias como el VIH/sida y el Ébola. Cada vez que emerge un nuevo patógeno causa estragos en las personas, las familias y las comunidades. Dado que el mundo hoy está tan interconectado, el impacto de las enfermedades infecciosas puede ser más grave que nunca. Al mismo tiempo, la ciencia y la tecnología han avanzado notablemente en las últimas tres décadas, y contamos con herramientas sin precedentes para movilizar una respuesta rápida y efectiva.
P. ¿Qué opina del nivel de extensión al que ha llegando esta pandemia? ¿Era evitable?
R. Es triste que haya llegado a este punto, pero probablemente era inevitable que un virus de este tipo alcance todo el planeta. Solo puedo expresar mi solidaridad con las personas que están sufriendo y que ya han perdido a algún miembro de su familia. Esperemos que todos juntos, como humanidad, nos unamos para poner fin a esta pandemia. Soy médico, y el único objetivo de mi trabajo es cuidar a la mayor cantidad posible de pacientes y con suerte, evitar que la población enferme. Como compañía farmacéutica tenemos la capacidad de impactar en la vida de las personas con los productos que hacemos, y solo podemos hacer una cosa, que es asegurarnos de poner en marcha todas nuestras fortalezas para poner fin a la enfermedad.
P. Desde su posición, ¿cómo ha alterado el coronavirus su día a día? ¿Hay espacio para el resto de enfermedades?
R. Como a todos, mi rutina ha cambiado de forma drástica. Gracias a la tecnología puedo trabajar desde mi casa en Bélgica y mantenerme conectado con colegas y socios de todo el mundo. El coronavirus es una gran prioridad, y por eso la compañía está dedicando recursos significativos. Sin embargo, no hemos perdido de vista al resto de pacientes, que confían en nuestros productos y esperan nuevas soluciones. Además, la Covid-19 puede exacerbar muchas condiciones, como la tuberculosis, con lo que esta búsqueda es más urgente que nunca.
El ejecutivo se despide con sus mejores deseos para la ciudadanía española y con un mensaje de esperanza: “Sean prudentes y cuídense ustedes y sus familias. Y sepan que estamos trabajando duro para poner un fin a la pandemia”.
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