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domingo, 13 de octubre de 2019

“El manejo del cáncer en España precisa una nueva vuelta de tuerca”

Los oncólogos españoles han dado la voz de alarma: el cáncer supera a la enfermedad cardiovascular como principal causa de muerte en los países desarrollados, según nuevos datos del PURE -un estudio de seguimiento que analiza el efecto de factores macro y microeconómicos sobre el estilo de vida y factores de riesgo en la enfermedad cardiovascular- publicados en The Lancet, y que dieron a conocer los cardiólogos en París el pasado mes de septiembre durante el Congreso Mundial de Cardiología.

Nada nuevo, nada sorprendente, dice a DM Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), pero lo suficientemente importante como para “recordarlo, dar otra vuelta de tuerca y salir del estancamiento actual” incorporando todos los nuevos conocimientos moleculares, que están marcando la necesidad de una nueva ‘hoja de ruta’ para el cáncer y, en cierta medida, remar en la misma dirección que la anunciada por la nueva comisaria de Salud europea, Stella Kyriakides, que entre sus objetivos prioritarios fija el de elaborar una estrategia europea contra el cáncer.

PREGUNTA. ¿Cómo interpretan los oncólogos españoles los datos aparecidos en ‘The Lancet’?
RESPUESTA. No resultan extraños porque no son nuevos para nosotros, pero hay que recalcarlo para que se tomen las medidas adecuadas y atajar el problema. SEOM, como viene siendo habitual en los últimos años, ya informó de que hay un aumento en la incidencia del cáncer: los datos disponibles de Globocam señalan un aumento de 4 millones de casos en seis años. En 2040 se esperan 29,5 millones de afectados. Una primera lectura sería: es lógico, los pacientes viven más, el cáncer va asociado al envejecimiento y, por tanto, aumenta la incidencia, pero también la supervivencia por prevención, por diagnósticos precoces, mejores tratamientos. Pero, si se sale de este contexto, que es lo que señalan los cardiólogos, si se compara la mortalidad por cáncer en los países más ricos, en estos momentos, y a pesar de que está disminuyendo, es superior a la que causan las patologías cardiovasculares en países desarrollados. La mortalidad global por cáncer disminuye, pero está aumentando si se compara con la mortalidad cardiovascular, que era más elevada anteriormente en estos países.

P. ¿Se reproduce la situación en los países en desarrollo?
R. Aunque también existe cáncer, el artículo subraya que hay menos conciencia sobre las causas evitables de enfermedad cardiovascular y, por otra parte, los recursos asistenciales son menores. En España, los protocolos ante un infarto o un ictus, por ejemplo, son extraordinarios y han tenido un gran impacto positivo. Son un éxito. La disminución de la mortalidad postinfarto es claramente notable porque se ha invertido en centros cardiológicos, en áreas de atención con circuitos integrados, algo no tan evidente en oncología. Además del desarrollo e impacto de fármacos y su acceso, que es esencial, en cáncer también se necesita estructuración, crear circuitos, ver en qué momento se deben practicar las pruebas moleculares, qué profesionales sanitarios son necesarios. La atención al cáncer precisa una ‘vuelta de tuerca’. La asistencia es muy buena, pero está emergiendo todo este nuevo conocimiento y no nos estamos ‘subiendo al carro’, cuando la realidad es que el cáncer aumenta y está superando a la mortalidad de la enfermedad cardiovascular. Dentro de poco, en nuestro medio, será la primera causa de muerte.

“Tenemos muchas armas a nuestro alcance, pero estamos aún un poco estancados”

P. ¿En patología cardiovascular se han hecho los deberes y en oncología no?
R. Es algo que no se puede asegurar porque no se ha hecho una comparativa y carecemos de resultados en salud. Lo que sí es evidente es que en España se deben tomar medidas, invertir más recursos para desarrollar nuevas estrategias para el cáncer porque el conocimiento, afortunadamente, es más rico y ha variado significativamente. No podemos quedarnos con lo de “es lógico que se muera más de cáncer porque vivimos más”.

P. ¿Qué obstaculiza el cambio?
R. En los últimos 10 años se ha alcanzado un conocimiento molecular del que no se disponía antes y que debería establecerse. El diagnóstico molecular debería estar en todos los hospitales, con unas determinadas condiciones de calidad, posiblemente en cartera de servicios, ir incorporando técnicas de secuenciación masiva o de biopsia líquida, entre otras. En este momento, tenemos muchas más armas gracias a la investigación y al conocimiento molecular del cáncer que están a nuestro alcance, pero que quizás no se estén utilizando. Estamos un poco estancados.

P. ¿Qué medidas son básicas para arrancar?
R. En España disponemos de mucho más conocimiento que aplicación de ese conocimiento que, aunque es muy reciente, ya se está incorporando en otros países de la UE. Esa es la gran diferencia. En muchas estrategias estamos aún con objetivos muy similares a los de hace 10 años. Nos estamos quedando un poco atrás en lo que se refiere a asociar nuestro Plan Nacional de Cáncer con la Estrategia de Medicina Personalizada.

P. Sin embargo, en otros países de nuestro entorno, en los que sí han incorporado estos adelantos, también aumenta la mortalidad por cáncer.
R. Nos formulamos preguntas como ¿hay que reforzar la prevención, establecer más control? ¿qué se puede hacer, qué se debe hacer? Es un fenómeno alarmante, dentro de la normalidad, pero ¿puede revertirse? La innovación que se ha conseguido en los últimos años en muchas áreas de la oncología nos va ayudar a definir nuevas estrategias -de prevención, de diagnóstico precoz, de tratamiento- que han estado muy vinculadas en los dos últimos años a la denominada estrategia de Medicina de Precisión pero que seguimos sin incorporarlas adecuadamente a lo que es la realidad del cáncer y que en otros países sí se hace.

“El avance molecular puede variar y refinar las formas de prevención, diagnóstico y tratamiento”

P. ¿La clave se encuentra en la adecuada asociación entre el Plan Nacional del Cáncer y la Estrategia de Medicina Personalizada?
R. Partiendo de la base de que algo natural como que el cáncer va asociado a la edad y que, por tanto, hay más pacientes con cáncer, hay que hacer algo para controlarlo porque disponemos de un nivel de conocimiento que ayudará a diseñar nuevas estrategias de prevención o, tal vez, a focalizarnos en prevenciones específicas: en lugar de en toda la población, fijarnos en pacientes con más riesgo o que presenten ciertas alteraciones moleculares y tengan más posibilidades de desarrollar un cáncer de mama u ovario, por ejemplo, o instalar diferentes medidas en diferentes riesgos. La inclusión de los avances podría permitirnos desarrollar nuevas formas preventivas más definidas, más dirigidas a subgrupos de población más susceptible, e incluso nuevas estrategias de cuidados. Insisto: siendo un fenómeno esencial, el avance molecular no puede restringirse sólo a un fármaco o a un tratamiento, debe ser un enfoque global e integrador.

“Sentimos que no se están incorporando a la asistencia la plétora de conocimientos moleculares que sabemos”

P. Suena a un nuevo replanteamiento a partir de nuevos datos
R. Exacto. El Plan Nacional del Cáncer empezó hace más 15 años, es muy bueno y ha servido para estructurar la atención en diferentes áreas, pero necesitamos otro salto para incorporar en prevención, diagnóstico, tratamientos, paliativos, investigación, docencia y formación el conocimiento actual de la enfermedad. Desde su creación, el Plan Nacional contra el Cáncer ha sido una gran herramienta porque unificó y concretó objetivos, y desarrolló una estrategia que, además y por suerte, se ha replicado en todas las comunidades autónomas en la misma línea. Pero, en este momento entre el plan y la estrategia de Medicina de Precisión, que todavía hay que poner en funcionamiento, urge que confluya un nuevo desarrollo; debemos cambiar nuestra forma de trabajar.

“Debemos subirnos al carro del progreso molecular porque el cáncer sigue aumentando”

P. ¿Por qué es tan urgente?
R. Porque nos morimos por cáncer. Es tan simple como el dato de que en los países ricos la población fallece el doble por esta que por otro tipo de enfermedades, lo que ya es suficiente motivo como para tomar medidas. El agujero está en el paciente que ya tiene cáncer.

P. ¿Una incorporación inmediata, real y efectiva podría revertir la situación?
R. No se puede afirmar, pero pensamos que sería muy positivo. En la SEOM, además de valorar el acceso a fármacos, se ha realizado un trabajo paralelo -del que se están analizado ahora los datos-, sobre cómo se encuentra el acceso al uso de biomarcadores moleculares en los diferentes hospitales: cómo se está haciendo, si es de forma reglada, cómo se está financiando (si son las diferentes autonomías, los hospitales o la industria), con qué criterios de calidad, si todos emplean los mismos, si todos los pacientes están teniendo el mismo abordaje, si todos tienen acceso a secuenciaciones de próxima generación, entre otros aspectos. Sin embargo, ha cambiado tanto el concepto del cáncer que los profesionales sentimos que no se está incorporando a la asistencia todo lo que hoy sabemos. Este es el quid de la cuestión y una de nuestras principales reclamaciones.

“La voluntad para desarrollar un marco común es decisiva y no hacer islas independientes”

P. ¿Se olvida de que el esfuerzo en recursos para implantar la innovación se traduce en una importante financiación?
R. No creo que sea el problema fundamental. En muchas ocasiones es más decisiva la voluntad para desarrollar un marco común y no hacer islas independientes sino desarrollar una estrategia global que con el impulso de todos podría ser una realidad en un plazo no mayor a un año.

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