La artritis reumatoide (AR) se sitúa en España en el 0,8%, lo que supone cerca de 300.000 afectados, según los resultados del estudio de prevalencia de las enfermedades reumáticas en la población adulta (Episer 2016), realizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER). Con la finalidad de reducir la variabilidad en la práctica clínica y mejorar la atención y calidad de vida de estos pacientes, la SER ha impulsado el desarrollo de la Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Artritis Reumatoide (Guipcar), que se ha presentado en el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
La guía actualiza el anterior documento, de 2011, tiempo durante el cual ha habido grandes avances terapéuticos, como ha destacado el coordinador clínico de la Guipcar, Alejandro Balsa Criado: “Es evidente que la atención de los pacientes con artritis reumatoide ha mejorado mucho en España, puesto que ya está claro que se debe establecer una serie de objetivos terapéuticos ideales que, hace 15 años no era tan evidente, entre los cuales se incluye la remisión o la baja actividad de la enfermedad. Probablemente, la calidad de vida del paciente diagnosticado a día de hoy y su evolución es excelente”.
El coordinador ha explicado que “era necesario llevar a cabo una actualización de este documento, ya que desde la última edición ha aparecido nueva y relevante evidencia científica en distintos campos, principalmente, en el tratamiento y abordaje de ciertas manifestaciones clínicas de la AR, por lo que había que incorporar esta información para un correcto manejo de la enfermedad”. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión sistemática de la evidencia científica y, además, se ha contado con la participación de un grupo multidisciplinar de profesionales sanitarios, implicados en la atención de estos pacientes.
En cuanto a la nueva evidencia, el especialista destaca la incorporación del tratamiento con las pequeñas moléculas o la terapia dirigida. Asimismo, hay estrategias que cada vez están más respaldadas sobre al momento de iniciar la terapia biológica, la administración de tratamientos en monoterapia, el abordaje de un paciente ante una infección grave o ante una situación especial como una neumopatía intersticial o un cáncer. Pero también incluye aspectos más generales como los nuevos criterios de clasificación y el diagnóstico de una enfermedad reciente.
Sobre los pasos que deben darse cuando la terapia de inicio falla, Balsa ha recordado que es una decisión apoyada en las características del paciente: “si un paciente falla al primer fármaco modificador de la enfermedad (FAME) clásico (habitualmente, metotrexate), pero tiene factores de riesgo negativos (mucha actividad, comorbilidades), se recomienda pasar directamente a un biológico o a un FAME dirigido. Sin embargo, si el paciente falla con el primer FAME, pero no presenta signos de enfermedad grave, se recomienda un tratamiento con FAME clásicos combinados”.
Embarazo y lactancia
En cuanto al tratamiento en las mujeres en edad fértil, la guía contempla la posibilidad de no tener que interrumpir el tratamiento con fármacos biológicos en caso de embarazo y lactancia. “Con algunas de estas terapia se han llevado a cabo estudios en este campo que han demostrado la seguridad”, ha comentado a DM Balsa.
Además, la guía incluye otros aspectos como el papel en la atención del paciente del colectivo de enfermería, el cual se recomienda incorporar dentro del seguimiento habitual de los pacientes a través de programas de educación específica. También se aconseja supervisar la adherencia al tratamiento, especialmente en las mujeres, personas de edad avanzada y pluripatológicos; se recomienda cuándo referir a los pacientes con una sospecha de AR de reciente comienzo y se incluyen consejos generales para el manejo adecuado del paciente. Pero sin olvidar que en este completo documento también se aborda la afectación social de la AR, ha precisado Alejandro Balsa, también jefe de Servicio de Reumatología en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid, quien insiste en que: “Con todo esto, esperamos que haya una mejoría importante en el diagnóstico y manejo de los pacientes”.
La atención de la AR va mejorando
En opinión de Alejandro Balsa, “en general, se intenta que el paciente antes de los 6 meses de evolución de los síntomas sea atendido en un servicio de Reumatología, pero esto puede estar influido por muchos factores como el momento en el cual el paciente decide ir al médico, el tiempo en el cual el médico de AP decide que debe ser referido al especialista y, por último, el periodo que tarda el reumatólogo en verle. Dentro de la guía se explican todos estos aspectos, que no sólo son competencia del reumatólogo, para intentar entender que la suma de estos componentes influye en un abordaje más holístico y global del problema”.
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