Un nuevo ensayo, promovido por el Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz de Madrid, y financiado íntegramente por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno centrada en el apoyo a proyectos de investigación, evaluará la eficacia de la ciclosporina A en la reducción de la gravedad de la infección por coronavirus en pacientes hospitalizados.
La Ciclosporina A, es un fármaco inmunomodulador incluido en la Lista de Medicinas Esenciales de la OMS y está aprobado para su uso en la prevención de rechazo de trasplante alogénico y en enfermedades autoinmunes e inflamatorias, incluyendo la dermatitis atópica, las uveitis, la psoriasis y la artritis reumatoide (AR).
Se trata del primera estudio que incluye la ciclosporina A para Covid-19, ya que según explica a DM Olga Sánchez Pernaute, investigadora principal de este proyecto y Jefa Asociada del Servicio de Reumatología del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid, “hay muchos tipos de inmunomoduladores, pero los que se están empleando en la infección por SARS-CoV2 no pertenecen a la familia de la ciclosporina. Este fármaco se incluye entre los inhibidores de la calcineurina, que es una proteína relacionada con la activación de los linfocitos T. A través de este mecanismo de acción, la ciclosporina y otros fármacos, como el tacrolimus, previenen el rechazo de los trasplantes alogénicos”.
Este ensayo clínico en fase IV parte de la experiencia previa en 200 pacientes con neumonía grave tratados en la Fundacion Jiménez Díaz a los que se administró ciclosporina A en uso compasivo, añadida al tratamiento estándar para la Covid-19.
Según Sánchez Pernaute, “por el momento, nuestros datos, aunque hay que tomarlos con cautela, muestran una estabilización de la enfermedad con mayor probabilidad de supervivencia y acortamiento del tiempo de hospitalización en una cohorte de pacientes todavía activa”. La validación contará con la participación de 120 pacientes y se llevará a cabo en los cuatro hospitales del grupo Quirón en Madrid (Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos de Móstoles, Infanta Elena de Valdemoro y Hospital General de Villalba), así como en la Clínica Universidad de Navarra en sus sedes de Pamplona y Madrid.
El ensayo clínico consistirá en la administración de ciclosporina A durante un máximo de 4 semanas en combinación con la terapia estándar para Covid-19. Por su tipo de acción en las células, se espera que la ciclosporina A pueda frenar el colapso metabólico, evitar la hiperproducción de citocinas y la activación de procesos de muerte celular, atenuando el daño pulmonar y cardíaco asociado a la mortalidad de los pacientes.
Los estudios en laboratorio indican que la ciclosporina A interfiere directamente con el crecimiento y la actividad de los coronavirus. El causante de la Covid-19 “es capaz de infectar, entre otras, a las células inmunes, donde presumiblemente crea un reservorio para poder replicarse. Este hecho puede dar lugar a una situación de estrés en la célula, que a su vez provoca una respuesta inflamatoria / inmune disfuncional que amplifica el daño producido por el virus sin resolver la infección. Este efecto, denominado síndrome de activación macrofágica, lo conocemos de otras entidades clínicas, que nos han ayudado a extrapolar el uso de tratamientos a la infección por SARS-CoV2”, señala la reumatóloga.
La Ciclosporina A actúa a diferentes niveles en la inhibición de la replicación y actividad transcripcional del virus, a lo que se suma su rapidez de acción, la necesidad de dosis relativamente bajas y la posibilidad de obtener un efecto aditivo con su asociación a otras terapias. Todas estas características unidas a lo ya observado en su uso en pacientes con riesgo alto de desarrollar un síndrome de Distrés Respiratorio Agudo, “la convierten en un hipotético tratamiento de primera línea en el control de las infecciones por coronavirus”.
Sánchez Pernaute indica que el tacrolimus también podría utilizarse en la neumonía por SARS-CoV2, pero, “por el momento, no hay datos al respecto”. Las acciones de ambos fármacos son similares, aunque el tacrolimus es mucho más potente, por lo que se utiliza en primera línea para las neumonitis grave asociada a las enfermedades autoinmunes. Sin embargo, “a diferencia del tacrolimus, la ciclosporina es capaz de proteger a la célula de la disfunción mitocondrial en situaciones de estrés. Este efecto es bastante específico y permite rescatar a las células del desarrollo de daño irreversible”.
La ciclosporina A, un inmunosupresor que reduce la acción del sistema inmunitario, es el nuevo protagonista de un ensayo para el tratamiento de la Covid-19 de carácter grave y cuyos primeros datos se esperan para el próximo mes de junio. coronavirus Off Raquel Serrano Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3euvutD
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