Dirige el Servicio de Neurología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, da clases de su especialidad en la Facultad de Medicina de la Universitat de València, es uno de los expertos más reputados en materia de migrañas… y acaba de ganar a Exuperio Díez Tejedor las elecciones a la Presidencia de la Sociedad Española de Neurología (SEN) más disputadas -y con mayor índice de participación- de los últimos años. Aun así, José Miguel Láinez dice que las diferencias entre su proyecto y el de su predecesor son, básicamente, “de talante”.
PREGUNTA. Dos años de mandato por delante en la SEN y muchos deberes que hacer. ¿A qué le da prioridad?
RESPUESTA. La primera idea es diseñar un plan estratégico que, al menos, abarque la próxima década. Dentro de ese plan, es prioritario colaborar con el ministerio para planificar las necesidades de personal de la especialidad en virtud de las demandas asistenciales previstas, algo que aún no se ha hecho. Luego, necesitamos potenciar la formación de nuestros socios en aspectos transversales tan vitales para el futuro como las nuevas tecnologías o el big data.
P. ¿Tanta es la potencialidad de cambio de la especialidad a corto o medio plazo?
R. Es enorme, y la mejor prueba de ello es lo mucho que ha evolucionado en pocos años. El manejo de enfermedades como el ictus, por ejemplo, ha cambiado radicalmente, desde el mero diagnóstico del tipo de ictus que aquejaba al paciente hasta una postura mucho más proactiva, donde se hace trombolisis intravenosa, trombolisis intrarterial..; o la amiotrofia espinal, que es la primera patología que tiene un tratamiento genético de sustitución que prácticamente cura la enfermedad; o la migraña, con los anticuerpos monoclonales, que suponen un cambio de paradigma, o terapias específicas y cada vez más precisas para el Parkinson o el Alzheimer… Todo esto se hace con personas, y de ahí que sea básica un planificación de las plantillas necesarias, porque ahora mismo ya hay autonomías donde los neurólogos empiezan a escasear.
P. ¿Detectan ya, pues, problemas de cobertura asistencial?
R. Estamos en una ratio de neurólogos por habitante muy ajustada, por debajo de la media de los países occidentales, pero aún suficiente para cubrir las necesidades. Pero, ¿hasta cuándo? Parte importante de nuestra patología, con el Alzheimer a la cabeza, pero también otras enfermedades degenerativas o la patología vascular, van a incrementarse mucho con el envejecimiento de la población. Aunque es verdad que estamos logrando retrasar la aparición de estas enfermedades, al final el mayor envejecimiento poblacional nos gana la batalla, por mucho que logremos contenerlas. Esas patologías condicionan buena parte de la asistencia neurológica y, consecuentemente, aumentan las necesidades de especialistas en el sistema.
P. La evolución de la especialidad que describe obliga prácticamente a que el neurólogo del futuro sea un superespecialista.
R. Eso no es futuro, ya está pasando, y creo que en todas las especialidades. Si quieres avanzar y, sobre todo, si quieres hacer investigación o asistencia de tercer nivel, la superespecialización es un requisito indispensable; no es lo mismo tratar un Parkinson en una fase refractaria, con cirugía o terapias más avanzadas, que con la mera administración de fármacos; y esto, lógicamente, no lo pueden hacer todos los centros.
“Si el fármaco financiado por el SNS permite ‘rescatar’ a un 40% de los migrañosos graves, ya es una gran paso”
P. El problema surge cuando esa formación hiperespecializada, por decirlo de alguna manera, la tiene que hacer el médico casi de forma autodidacta…
R. Ésta es otra de las asignaturas pendientes, y prioritarias, que tenemos en cartera. Es vital que el sistema dote a los especialistas de una formación regulada y formal, como ocurre, por ejemplo, en Estados Unidos. El primer paso deben darlo las sociedades científicas, pero luego la Administración debe asumir su compromiso.
P. En 2016 se aprobó el borrador de la Estrategia Nacional de Enfermedades Neurodegenerativas. ¿En qué se ha notado en el día a día del neurólogo medio?
R. En la realidad asistencial, apenas nada. Éste es un claro ejemplo de planes que se anuncian con grandes titulares y que, a la hora de la verdad, apenas trascienden.
P. ¿Y en qué debería notarse?
R. En una aplicación práctica de las buenas intenciones teóricas, desde campañas oficiales de prevención hasta un replanteamiento de la asistencia al paciente mayor multipatológico, algo que no sólo afecta a Neurología.
“La Estrategia Nacional de Enfermedades Neurodegenerativas de 2016 es un claro ejemplo de plan que se anuncia con grandes titulares y, luego, apenas trasciende”
P. ¿Más que un plan estratégico individualizado por especialidades, no sería más eficaz uno conjunto para todo el Sistema Nacional de Salud?
R. Si queremos tener lo segundo, me conformaría con que empecemos por lo primero, aunque es verdad que el objetivo último debería ser una estrategia global.
P. Por mucho interés y ganas de formarse que tengan los especialistas en nuevas terapias y medicina de precisión, ¿cree que el SNS está a la altura del reto que supone ese desembarco?
R. Mire, la asunción de ese enorme reto -que, sin duda, lo es- tiene que ser mixta. Si los profesionales se forman excelentemente -y ya no entro en los medios para formarse-, pero no tienen los medios suficientes, encallaremos. Ahora bien, en general, creo que, de momento, vamos en paralelo, con más o menos limitaciones, porque el problema fundamental de nuestra especialidad -y de muchas otras- es la sobrecarga asistencial que padecemos. En países de nuestro entorno es práctica habitual que el especialista tenga horas específicas a la semana para investigación, y aquí hay servicios que dedican el cien por cien de su jornada, e incluso jornadas complementarias, a tareas sólo asistenciales. Así no lograremos progresar.
P. Al margen de la formación de los especialistas y de la implicación activa del sistema, ¿qué es imprescindible para que la Neurología evolucione en los próximos años conforme al potencial que se le prevé?
R. Insisto en la necesidad de que el número de neurólogos que ejercen en el sistema sea el adecuado y, para ello, hay que saber cuántos necesitamos exactamente. Y luego es básico que todo neurólogo tenga la oportunidad de compaginar, pero de verdad, asistencia e investigación. Este punto es clave para estar a la altura de la potencialidad de la especialidad: si queremos mantener el excelente nivel que tiene actualmente la Neurología clínica en España tenemos que propiciar la investigación, y hacerlo también en los centros intermedios y pequeños, que ahora dedican el 130% de su tiempo a la tarea puramente asistencial.
A todos nos duele la cabeza alguna vez, y se tiende a equiparar ese dolor con el del migrañoso, sin pararse a pensar que, en su caso, ese dolor es, a veces, muy incapacitante
P. La SEN lleva años reclamando la convergencia de todas las neurociencias, incluso en la forma de organizar el trabajo. ¿Estamos lejos aún de esa deseada interacción asistencial?
R. Más que de convergencia organizativa, yo hablaría de la necesidad de trabajar de acuerdo. En el campo de las neurociencias, Neurología tiene una relación más estrecha con la Psiquiatría y creo que podemos seguir funcionando de forma independiente si vamos coordinados. Obviamente, es muy bueno que tengamos relación con la gente de básica.
P. Si hay una patología que usted conoce especialmente es la migraña, que en España afecta ya a casi 5 millones de personas. ¿Hasta qué punto lastra el combate contra la migraña el hecho de que se la siga equiparando con un mero dolor de cabeza?
R. Si el punto de comparación lo situamos en los años 90, cuando empezamos con la necesaria labor de concienciación, el conocimiento y la percepción de la enfermedad han mejorado mucho, pero aún se la sigue minusvalorando, al menos una parte de la sociedad; a todos nos duele la cabeza alguna vez y se tiende a equiparar ese dolor con el del migrañoso, sin pararse a pensar que, en su caso, ese dolor es muchas veces muy incapacitante. Llevamos muchos años intentando concienciar en este sentido, pero aún no es suficiente.
“Algunos centros pequeños e intermedios dedican el 130% de su jornada laboral sólo a tareas asistenciales”
P. Entiendo que uno de los frutos de esa labor de concienciación es la reciente financiación pública de un fármaco específico contra la migraña.
R. Es una magnífica noticia, sin duda. Estas terapias no son la curación de la migraña, ni la vacuna definitiva, pero sí nos permitirán rescatar pacientes a los que no les funcionan otros tratamientos. Van dirigidas, además, a los más discapacitados, con más de 8 días de dolor al mes, y aquí se incluyen pacientes con 20 ó 25 episodios mensuales, que prácticamente no tienen vida. Si rescatamos a un 30 o 40% de esos pacientes, habremos hecho una gran labor. Que el SNS haya dado este enorme paso es un notición.
P. Al menos en este punto vamos a la vanguardia de Europa.
R. Sin duda, porque somos el primer país que ha dado luz verde a la financiación del fármaco. En otros países se ha aprobado, pero con más restricciones, y nuestro sistema ha dado un paso encomiable. Igual que criticamos cuando las cosas no se hacen todo lo bien que debieran, en este caso hay que dar una calurosa felicitación al SNS.
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