La literatura científica avala desde hace varias décadas que la restricción calórica en animales de laboratorio retrasa el envejecimiento y alarga la esperanza de vida. La cosa cambia en cuanto a la evidencia en humanos puesto que no hay ensayos controlados que hayan analizado si comer menos se asocia con vivir más.
Ese precisamente ha sido el objetivo principal del estudio en fase II Calerie (Comprehensive Assessment of Long-term effects of Reducing Intake of Energie), publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology, que ha evaluado el efecto de una restricción calórica en humanos de mediana edad sanos para averiguar los efectos en los biomarcadores de edad y longevidad. Los resultados señalan una reducción del riesgo metabólico y cardíaco con la eliminación del 12% de la ingesta, o lo que es lo mismo unas 300 kcal al día. Algo que puede conseguirse, según ha explicado a Diario Médico William E. Kraus, uno de los autores del Calerie, “con la eliminación de un breakfast roll -un tipo de bocadillo- o, más importante, cualquier comida tras la cena”.
Según Kraus, los beneficios sobre la salud son significativos, puesto que tras dos años de seguimiento de los 218 participantes de entre 21 y 50 años se observaron mejoras en el grupo de intervención en numerosos factores de riesgo cardiometabólicos, incluyendo la circunferencia abdominal, la presión arterial, el colesterol HDL y el LDL, los triglicéridos, la resitencia a la insulina, la glucosa en ayunas y la proteína C reactiva.
Reducir cada día 300 calorías tuvo impacto en la presión arterial, el colesterol, la proteína C reactiva, la glucosa y el síndrome metabólico
Los autores añaden en el estudio que “no existen agentes farmacológicos con efectos tan amplios en tal abanico de factores de riesgo”. Aunque en origen el estudio estaba diseñado para que el grupo de intervención redujera un 25% la ingesta, se alcanzó una disminución diaria del 12% y una media de mantenimiento del 10% de pérdida de peso corporal.
Los resultados del estudio sugieren el potencial de beneficio sobre la salud cardiovascular de practicar la restricción calórica moderada en individuos jóvenes y de mediana edad, y aventuran beneficios de salud importantes a largo plazo para la población.
La composición de la grasa
A propósito del Calerie, Alfonso Valle, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología, ha explicado a DM que este trabajo viene a “cambiar el paradigma. Siempre nos fijamos en el IMC y en si el paciente está obeso. Evidentemente es importante, pero reducir la cantidad de ingesta incluso en pacientes no obesos reduce el peso y, sobre todo, la cantidad de grasa en el organismo”. Valle añade que ese porcentaje de grasa, cuyo porcentaje quizá habría que comenzar a medir de forma habitual en población sana como un marcador de riesgo más, “influye en parámetros clásicos, como el colesterol HDL, LDL… sin olvidar la proteína C reactiva, un marcador de inflamación”.
Según Valle, aunque Calerie no va a cambiar la práctica clínica por las limitaciones del estudio, en cuanto a número de pacientes y tipo de seguimiento “sí es una llamada de atención sobre lo que podemos hacer y cambia la idea” de que sólo la población con sobrepeso tiene factores de riesgo”.
Según los autores del Calerie, los resultados iluminan sobre la posibilidad de modificar los estragos que producen la enfermedad cardiovascular, la diabetes y la obesidad en países de altos ingresos con intervenciones sencillas sobre el estilo de vida.
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