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miércoles, 26 de marzo de 2025

‘Shock’

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Mié, 26/03/2025 - 09:15
| ¡Qué difícil es el inglés!

Como traductor profesional, he de reconocer que la palabra inglesa shock se las trae. Para empezar, porque puede confundirse fácilmente con otras voces parecidas, como sock (calcetín), chock (cuña, calza o calzo) y choke (asfixia, ahogo, estrangulamiento, atragantamiento). Pero, sobre todo, porque es una voz polisémica. ¿Cómo se dice shock en español? Pues depende; puede significar choque, impacto, sacudida, vibración, temblor, perturbación, crisis... Todo depende del contexto, y pienso en términos tan dispares como aftershock (réplica [de un terremoto]), oil shock (crisis del petróleo), shock absorber (amortiguador), shock of hair (mata de pelo) y shock wave (onda de choque).

En el ámbito de la psicología, encontraremos a menudo shock con el sentido de conmoción, impresión o choque emocional. Es el caso de expresiones técnicas como shell shock (neurosis de guerra), pero también de frases coloquiales como «The news was a great shock to me» (La noticia me causó una gran conmoción), «I nearly died of shock» (Por poco me muero de la impresión) y «What a shock you gave me!» (¡Qué susto me habéis dado!).

En una columna para el «Laboratorio del lenguaje» de Diario Médico, me interesa de modo especial el anglicismo crudo shock, muy usado entre médicos de habla hispana para designar el síndrome de insuficiencia cardiocirculatoria aguda. ¿Es correcto en español? Bueno, pues sí y no, según lo que uno entienda por «correcto». La RAE lo admitió por fin en el año 2014, pero solo como extranjerismo de escritura obligada en cursiva. Quiere eso decir que todavía hoy, y al menos desde 1956, la RAE recomienda castellanizarlo a choque. No cuesta mucho hacerlo así cuando el término forma parte de una expresión compuesta: pienso, no sé, en expresiones como shock anafiláctico, shock angiógeno, shock cardiógeno, shock endotóxico, shock hemorrágico, shock hipovolémico, shock neurógeno y shock séptico, fácilmente castellanizables a choque anafiláctico, choque angiógeno, choque cardiógeno, choque endotóxico, choque hemorrágico, choque hipovolémico, choque neurógeno y choque séptico, respectivamente, sin que en ningún momento peligre la eficacia comunicativa.

Más dudas suele encontrar el médico cuando va a emplear el término shock de forma aislada, sin ningún calificativo acompañante, pues en esos casos existe la posibilidad de que ‘choque’ a secas se confunda con su acepción general de colisión, impacto o encontronazo: «En caso de choque, es importante expandir el volumen plasmático». ¿Verdad que en contextos como ese no resulta nada claro el uso de ‘choque’ en lugar de shock? Quienes deseen evitar el anglicismo crudo incluso en casos así, harán bien, me parece, en echar mano de una forma compuesta con algún adjetivo desambiguador, como choque cardiovascular, choque cardiocirculatorio, choque circulatorio o estado de choque. Más largo, desde luego, pero también más claro y preciso.

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Columna publicada originalmente en el «Viaje al corazón de las palabras» de Revista Española de Cardiología.

Off Fernando A. Navarro Off

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