¿Se puede encasillar el carácter humano cuando se sabe que cada individuo es único por su genética y entorno en el que se desarrolla? Desde que el hombre comenzó a reflexionar ha intentado ordenar no solo semillas, plantas, animales y libros, sino las difusas y cambiantes personalidades. Hipócrates y Galeno, siguiendo la teoría de los humores, distinguieron entre sanguíneos, melancólicos, coléricos y flemáticos. Para el fisiólogo ruso Iván Pávlov el sistema nervioso condicionaba los temperamentos, por lo que los dividió en sistema nervioso rápido y equilibrado (sanguíneo), sistema nervioso lento y equilibrado (flemático), sistema nervioso débil (melancólico) y sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado (colérico). El psiquiatra alemán Ernst Kretschmer definió los caracteres pícnico, leptosómico y atlético. Y el filósofo y psicólogo holandés Gerardus Heymans y el psiquiatra Enno Dirk Wiersma elaboraron una tipología basada en tres factores: emotividad, actividad y resonancia (primario o secundario). Junto a los detonantes del inconsciente, consciente y preconsciente de Freud, se citan también desde el enfoque psicoanalista los arquetipos de Carl Jung (reflexivo, introvertido, sensitivo, intuitivo, extravertido y sentimental).
Actualmente, se acepta como canónico el Modelo de los Cinco Grandes (Big Five), establecido en 1933 por el ingeniero y psicólogo Louis L. Thurstone: la extraversión (sociable, alegre, activo), el neuroticismo (ansioso, depresivo, tenso), la amabilidad, la apertura a la experiencia y la responsabilidad. Estas condiciones, barajadas de diversas formas, han dado lugar a decenas de taxonomías psicológicas. El afán catalogador llegó incluso a los chimpancés. En junio de 2013, un estudio en American Journal of Primatology, del Zoológico de Lincoln en Chicago, observó cinco dimensiones de la personalidad en los chimpancés: reactividad/no confiable, dominación, apertura, extraversión y amabilidad, con un posible sexto factor, el primate metódico.
Otras categorías de personalidad
Hace dos semanas, Nature Human Behaviour publicaba una nueva tipología a cargo de un equipo de la Universidad de Northwestern, en Chicago, elaborada tras examinar los datos de más de 1,5 millones de encuestados. William Revelle, uno de los coautores, ha dicho que al principio se mostró muy escéptico con el estudio: “El concepto de tipos de personalidad sigue siendo controvertido en psicología, con pruebas científicas difíciles de encontrar. Los intentos previos dieron resultados que a menudo no eran replicables”. Y según Luis Amaral, otro de los autores, “los tipos de personalidad solo existían en la literatura de autoayuda y no tenían cabida en las revistas científicas”. Su investigación combinó un enfoque computacional alternativo con datos obtenidos de IPIP-NEO de John Johnson con 120 y 300 ítems, respectivamente, el proyecto myPersonality y los datos del Test de Personalidad BBC Big.
Los algoritmos aplicados a este superconjunto de datos se decantaron en cuatro grandes tipos:
-Promedio: mezcla de neuroticismo y extraversión, con poca amplitud de miras.
–Reservado: emocionalmente estable. No son muy extravertidos, pero sí agradables y concienzudos.
–Modélico: bajo neuroticismo y alto en los otros rasgos. Personas confiables y abiertas a nuevas ideas.
–Egocéntrico: muy extravertido y poco franco y amable. Mejor alejarse de ellos.
Otra clasificación, publicada en agosto de 2016 en Science Advances por un equipo de las universidades Carlos III de Madrid, Barcelona, Rovira i Virgili y Zaragoza, analizó las respuestas de 541 voluntarios a cientos de dilemas sociales, y concluyó que el 90 por ciento de la población puede clasificarse en cuatro tipos básicos de personalidad: optimista, pesimista, confiada y envidiosa, según la mayor o menor colaboración mostrada ante los dilemas. El último -los envidiosos- suponía el 30 por ciento, frente al 20 por ciento de cada uno de los otros grupos.
Una clasificación española señala cuatro tipos de personalidad: optimista, pesimista,confiada y envidiosa
Este trabajo se enmarca en la teoría de juegos, rama de las matemáticas con aplicaciones en sociología y economía, que examina el comportamiento de las personas cuando se enfrentan a un dilema y tienen que tomar decisiones. “Los voluntarios se agruparon en parejas que iban cambiando en cada ronda y en cada juego. Según los casos, la mejor opción podría ser cooperar, o bien oponerse o traicionar”, explicó uno de los autores, Anxo Sánchez, profesor de Sistemas Complejos del Departamento de Matemáticas de la Carlos III. Y según Yamir Moreno, del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza y presidente de la Sociedad de Sistemas Complejos, “los resultados contradicen la teoría que establece que los humanos actúan racionalmente y, por lo tanto, serían útiles en el rediseño de las políticas sociales y económicas”. Detectaron un quinto grupo indefinido que el algoritmo no pudo clasificar y que representaría el 10 por ciento de la población: individuos que no responden a ninguno de los modelos descritos.
Otras investigaciones sobre la personalidad
En esta línea indescifrable, un estudio germano-danés sobre 2.500 personas que aparece este mes en Psychological Review agrupa en un núcleo oscuro (dark core) nueve rasgos negativos: egoísmo, maquiavelismo, inmoralidad, narcisismo, exclusivismo, psicopatía, sadismo, malevolencia y codicia. Y en el lado divertido de la personalidad, otro estudio del año pasado en Personality and Individual Differences detectó un tipo de carácter que denominó juguetón (playfulness). Según René Proyer, de la Universidad alemana Halle-Wittenberg, “las personas lúdicas consideran su vida como un juego”. A unas les gusta perder el tiempo con amigos y conocidos; a otras les encanta jugar con pensamientos e ideas (diversión intelectual) y convierten tareas monótonas en algo interesante; y hay quienes se interesan locamente en cosas extrañas e inusuales y se divierten con pequeñas observaciones cotidianas”. Tienen el riesgo de que no se les tome en serio o resulten poco confiables. A Proyer le parece un juicio injusto, pues “cuando buscan soluciones a problemas complejos pueden cambiar fácilmente las perspectivas, lo que les permite encontrar soluciones inusuales y novedosas”. Estos juguetones seguramente podrían idear otras muchas clasificaciones temperamentales.
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