“¿¡Violencia obstétrica en España!? ¿Qué quiere decir eso? ¿Utilizar un fórceps o una ventosa en un parto es violencia obstétrica? ¿Hacer una episiotomía? ¿Una cesárea de urgencia, en la que no informemos a la mujer porque no hay tiempo, porque urge sacar al niño…?” . Txantón Martínez-Astorquiza, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), niega que exista una violencia obstétrica sistematizada en la atención al parto dentro del Sistema Nacional de Salud, como denuncian varios colectivos de mujeres.
“Hay que saber dónde está el límite de la reivindicación en la atención del médico, porque también nos sentimos vulnerables”
“Desde la SEGO estamos de acuerdo con que la mujer tiene que dar a luz con un mínimo intervencionismo, lo más natural posible, sin episiotomía, sin ventosa, sin fórceps y sin oxitocina. Si se puede, claro. Pero, en todo caso, siempre en un contexto hospitalario y sin poner en riesgo la vida ni de la mujer ni del niño. No recomendamos el parto en casa”.
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El presidente de la sociedad científica es obstetra y lleva atendiendo partos desde 1983. Es jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Cruces, de Bilbao, donde en 2018 nacieron 4.500 bebés. El 67,7% de ellos mediante un parto sin fórceps, sin ventosa, sin espátulas y sin episiotomía. Un porcentaje que se mantiene constante en los últimos años: en 2017 fue de 68,8% y en 2016, de 68,1%.
Martínez-Astorquiza da más datos del servicio que dirige: “En 2018 solo el 13% de nuestros partos fue por cesárea [la media nacional está en el 25%, en hospitales públicos, y en un 35% en privados, aclara]. Además, nuestra tasa de mortalidad perinatal es de las más bajas del mundo, con 5,7 casos por cada mil nacimientos (mientras la media nacional está entre 7 y 8 casos por mil nacimientos)”.
Con estas cifras el presidente de la SEGO se defiende de lo que reconoce como un movimiento más o menos reciente de mujeres que cuestionan las prácticas obstétricas y piden un parto a la carta.
María llegó a un hospital público de Madrid con cita para monitores. Estaba dos semanas pasada de cuentas, le hicieron un tacto vaginal para ver si había dilatado, mientras la sanitaria le comentaba: “Pero bueno, abre más las piernas. Vamos, parece que eres virgen”. Le indicaron que esperara en la sala y le advirtieron: “A ver si hay camas, porque si no tendremos que llevarte al hospital o te vas a casa”.
En el parto, episiotomía y fórceps, sin que antes le informaran de esta posibilidad. El niño nació sin problemas. Pero a María el efecto de la epidural le fue desapareciendo y en su lugar apareció un dolor horrible. Fue trasladada de urgencia al paritorio, donde dos ginecólogas estuvieron varias horas cosiéndola. No volvió a ver a esas médicas. Pidió el alta voluntaria. En el informe de alta no estaba recogido nada de lo que había vivido, nadie le explicó nada. Necesitó dos meses para recuperarse;para poder salir a pasear a su hijo. Su reclamación: “Falta de información, de empatía y un maltrato verbal gratuito”.
Silvia dio a luz en un hospital público de la Comunidad de Valencia. Era su segundo hijo, su primer parto fue una cesárea. “Mis niños son grandes. El primero casi llegó a pesar cuatro kilos y el segundo nació con 3,950 gramos. Le dije que no me importaba que fuera otra cesárea. Ellos insistieron en un parto vaginal. Tuve una rotura uterina, de la que estuve advirtiendo después de que me pusieran la epidural, porque tenía mucho dolor. No me escucharon. Me decían que todo iba bien. No me informaron del riesgo que asumía. Mi hijo sobrevivió nueve días tras nacer y a mi me quitaron el útero en una intervención de urgencia, donde corrió serio peligro mi vida, según me contaron”, asegura. Silvia ha acudido a los tribunales para reclamar, “si no hubiera muerto mi hijo, no hubiera denunciado, porque el resto me daba igual, pero mi hijo venía bien, y murió…”.
El testimonio de estas mujeres, ¿son casos aislados? Martínez-Astorquiza responde: “A ver, brutos y brutas hay en todos los sitios y es lícito que luchemos porque las cosas mejoren, claro, pero no porque ese maltrato que se denuncia sea algo generalizado en el sistema”.
“La mujer debe conocer los riesgos del parto, aunque no haya alternativa, así lo ha dicho la Jurisprudencia, pero no siempre se hace”
El 34% de las mujeres sufren violencia obstétrica en España. El dato está sacado de una de los pocos y más recientes estudios que existen en España, y que fue presentado en el III Congreso Internacional de Género, Ética y Cuidado, que se celebró en Barcelona, del 16 al 18 de mayo de 2018. El trabajo está firmado por cuatro matronas de hospitales de A Coruña y Pontevedra, que recogieron 17.677 respuestas de mujeres a un cuestionario valorando la atención, tanto técnica como humana, que habían recibido en el parto, cesárea o aborto en centros sanitarios españoles.
Las mujeres encuestadas valoraron con un 6,9 sobre diez la atención recibida por parte de los sanitarios implicados en todo el proceso. El 45,8% de ellas asegura que los sanitarios no solicitaron su consentimiento informado antes de cada técnica realizada y el 49%, que no tuvieron la posibilidad de aclarar dudas o expresar miedos. El 38% percibieron que durante el parto fueron sometidas a procedimientos que no necesitaban y que podrían ser perjudiciales para su salud. Por ejemplo: la aplicación de oxitocina artificial (señalado por el 64% de las mujeres) y la realización de una episiotomía (52,3%).
Del análisis de estos datos, las investigadoras concluyen que la violencia obstétrica existe en España, que no ocurre solo en el parto, aunque en esa etapa se manifiesta en mayor medida.
De modo que no es una práctica que afecte exclusivamente a matronas y ginecólogos, sino que las mujeres también identifican a otros actores sanitarios, como anestesistas, pediatras y auxiliares de enfermería.
“Percibo que la paciente piensa que la Medicina es una ciencia exacta y, además, en Obstetricia se asume mal un mal resultado”
El pasado 11 de julio, la Asamblea General de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) presentó un informe Sobre la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención al parto y la violencia obstétrica. En las 26 páginas de este trabajo se destaca la movilización que existe en muchos países en contra de esas prácticas abusivas. Un trabajo de denuncia que ayuda a mejorar.
El presidente de la SEGO reconoce que desde que empezó su ejercicio profesional se ha producido una mejora en la atención al parto y, “en buena parte, gracias al empoderamiento del paciente”; pero añade que “hay que saber dónde está el límite de la reivindicación en la atención que debemos dar los médicos, porque también nos sentimos vulnerables”.
Sanidad dedica la convocatoria de 2019 de buenas prácticas sanitarias a la atención al parto
La Estrategia de Atención al Parto Normal, del Sistema Nacional de Salud, es de octubre de 2007. En esta declaración de intenciones de Sanidad, se fija como objetivo potenciar la atención “del parto normal” en todo el sistema, y para esto apuntan la necesidad de “mejorar la calidad y calidez asistencial, eliminando las prácticas innecesarias y perjudiciales a la luz de la evidencia científica, y manteniendo los niveles de seguridad actuales”. Para el desarrollo de esta estrategia, el ministerio diferencia tres ejes transversales: la multiculturalidad, la discapacidad y la perspectiva de género. Las recomendaciones que señala se agrupan en cuatro líneas estratégicas: abordaje de las prácticas clínicas basadas en el mejor conocimiento disponible; participación de las mujeres usuarias en la toma de decisiones; formación de profesionales e investigación, innovación, y difusión de buenas prácticas.
La vulnerabilidad es justamente la característica que mejor define a la mujer que está embarazada y va a dar a luz. Por ese motivo, tanto la ONU en su informe como la encuesta española insisten en la necesidad de informar a la futura madre. También los tribunales cuando juzgan los casos de malas praxis en la atención al parto ponen el foco en la información.
Carlos Sardinero, abogado experto en Derecho Sanitario, aclara que “está por definir, dentro del ámbito penal y del Derecho Sanitario, la violencia obstétrica”. Afirma que “,cuando se incrementa el riesgo por encima del límite permitido, entonces empieza a asumirse un hecho violento”. Pone un ejemplo: “Cuando se aplica un fórceps mientras el bebé permanece en plano I o II, para intentar su descenso al canal de parto. Esta práctica está prohibida, porque puede causar una rotura de médula, como he conocido casos,que han sido condenados”.
Sobre el deber de informar a la mujer antes del parto, Sardinero afirma que es una cuestión que la jurisprudencia ha dejado muy clara y que, sin embargo, no se cumple. “La mujer tiene que conocer los riesgos del parto, aunque no haya alternativas. En los casos de inducción, por supuesto; en las cesáreas programadas, también. Pero no solo. En los partos de urgencia se debe cumplir con ese deber, en la medida que se pueda”.
El abogado señala una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el derecho a la información en la atención de urgencia a un paciente. “No es un parto, pero la doctrina se aplicaría igual”, según apunta Sardinero. El fallo es de 2011 y diferencia entre atención sanitaria de urgencia y de emergencia; “solo en el segundo caso el bien jurídico de informar cede ante el riesgo de perder la vida”.
Sardinero atiende casos extremos de esa violencia obstétrica, donde las mujeres tiene la intención de reclamar en los tribunales. Ahora está con dos casos: el de una mujer que falleció después de un legrado, por una hemorragia, y el de un bebé que no sobrevivió en un parto en casa.
En el primer proceso, se reclama porque, a pesar de que la fallecida insistió en los dolores que tenía, según testigos, no le hicieron caso y la enviaron a casa donde murió. Mientras en el parto en casa, la mujer reclama porque el niño vino grande, era macrosómico y no le avisaron de que en esas circunstancias tenía que parir en el hospital. No hay sentencia sobre esta atención y pueden que desde el punto de vista legal no prosperen.
Rafael Martín Bueno, abogado experto en Derecho Sanitario, también reconoce tener muchas horas de escucha de historias de mujeres que denuncian por una mala atención obstétrica. Pero advierte de que no se debe perder la perspectiva de lo que estos casos suponen dentro del número de nacimientos que se producen en España en un año, que en 2018 fueron 367.374 niños.
Mariano Durán es ginecólogo y obstetra del Hospital Severo Ochoa de Leganés, de Madrid. Lleva en activo desde 1981. Además también interviene como perito en juicios médicos y es tajante: “Hoy en día no hay violencia obstétrica. Es más, puede que la asistencia al parto sea una de las prácticas sanitarias más humanizadas. A la mujer se le informa de todo”. Reconoce que “son excepcionales las demandas que prosperan en los tribunales”. Y concluye: “Percibo que la paciente piensa que la medicina es una ciencia exacta. Además, la obstetricia es una especialidad donde se asume mal un mal resultado”.
En conclusión, e inspirados en el informe de las matronas gallegas: la violencia obstétrica no existe, pero ¡haberla haila!.
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