La OMS recomienda el uso de la oxitocina como fármaco de primera elección para prevenir el sangrado excesivo tras el parto. Sin embargo, su uso no reglado para acelerar el nacimiento o para evitar la visita al hospital, por su lejanía o por su coste, supone un problema de salud maternoinfantil en muchos países. Un ejemplo de ello es Pakistán, donde un análisis retrospectivo de datos de pacientes realizado en 2015 por Médicos Sin Fronteras (MSF) hizo saltar las alarmas al revelar el impacto del uso de la oxitocina fuera del ámbito sanitario.
Pakistán ostenta el título de ser uno de los países del sudeste asiático con mayores tasas de mortalidad materna y la mayor tasa de mortalidad neonatal del mundo, donde uno de cada 22 niños fallece en el primer mes de vida.
El estudio incluyó a 6.379 mujeres en el tercer trimestre cuyos hijos nacieron en el hospital de Timergara entre diciembre de 2013 y mediados de octubre de 2014 y trató de determinar cuántas mujeres habían recibido medicación para inducir el parto antes de llegar al hospital, quién se la había administrado y qué riesgos se habían presentado.
“Los resultados mostraron una asociación clara entre el uso no regular de la oxitocina y efectos adversos maternos y neonatales: el 9,5% de las mujeres participantes recibieron medicación antes de llegar al hospital y de ellas, al 87% les fue administrada por personal no sanitario”, ha explicado a DM Samuel Siber, del Centro de Investigación Operacional de MSFen Luxemburgo.
De hecho, según el trabajo, el 37% de la oxitocina fue administrada por parteras y el 29,7% por agentes de salud femeninas. Además, según Siber, las mujeres que recibieron la medicación tenían tres veces más probabilidades de padecer un desgarro uterino. Por otro lado, en los niños el uso indiscriminado de la oxitocina elevaba el riesgo de asfixia neonatal y de dar a luz un mortinato en aquellas mujeres que sufrían hemorragias graves tras el parto. Los resultados se publicaron en International Health.
Proyecto piloto de formación en el uso reglado de oxitocina
Para abordar la raíz del problema del uso no reglado de la oxitocina en Pakistán, desde MSF, en colaboración con el Ministerio de Salud, se puso en marcha un proyecto piloto en Balochistán y Peshawar en el que participaron más de 130 personas, entre comadronas, médicos, personal hospitalario y autoridades sanitarias, para explicar los riesgos maternoinfantiles de un uso indebido de la hormona sin condenar su aplicación. “La oxitocina está contemplada como un fármaco esencial en Pakistán. Su uso como profilaxis para prevenir o frenar el sangrado uterino está extendido por todo el mundo.No obstante, para estimular o acelerar partos prolongados o complicados, solo debe ser aministrada por un ginecólogo o médico formado y siempre en un hospital, donde las pacientes pueden ser monitorizadas”, ha añadido Siber.
Para estimular o acelerar los partos prolongados o complicados, la oxitocina solo debe ser aministrada por un ginecólogo o médico formado y siempre en un hospital
A partir del estudio y el programa de formación, MSF ha presentado una campaña en los medios de comunicación para la población, así como actividades de promoción de la salud y formación para otros profesionales. De hecho, el curso piloto se extenderá también a Timergara y a otros hospitales. “A nivel internacional, existen informes similares del uso indebido de la oxitocina en Afganistán, India y varios países africanos y, aunque en menor grado, también en Europa. Este tipo de formación y mensajes claves podría utilizarse en estos enclaves y MSF está buscando el momento oportuno”. Sin olvidar que cada programa deberá ser adaptado al contexto, a la cultura y a la estructura familiar.
El estudio de 2015 ya apuntaba a la falta de regulación, a los problemas de acceso a la asistencia sanitaria y a la necesidad de formación de las parteras como algunos de los puntos claves para abordar si se realiza una estrategia que acabe con estas prácticas.
Pero el proyecto piloto ha permitido tener una visión más amplia de todos los factores que acompañan a la administración de oxitocina. En ellos se entrelazan que “las mujeres, las madres, las suegras u otros miembros de las familias quieren que el niño nazca lo más rápido posible para evitar los desplazamientos a los hospitales desde zonas remotas o para evitar los costes de los tratamientos”, así como que la negativa a administrar la oxitocina en algunos centros lleva a las parturientas a buscar otros hospitales.
Además, la administración de la oxitocina se realiza a veces con un cóctel unido a otros fármacos, “o se combina con remedios de la medicina tradicional y se aplica junto a aceites, cebollas o plumas de pájaro para estimular el útero” y provocar el parto.
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