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lunes, 22 de diciembre de 2025

Actualización 2025 del diccionario académico (y II): La RAE, ¿va demasiado rápido o demasiado lento?

Fernando Navarro
Fernando Navarro
| Vocablos novedosos

En la última actualización del Diccionario de la lengua española, el pasado 15 de diciembre, la RAE anunció a bombo y platillo la incorporación de neologismos como comecocos o pacman (videojuego de gran éxito… en los años ochenta), piercing y smartphone, que no pueden considerarse a estas alturas, la verdad, el último grito en materia de nuevas tecnologías de palpitante actualidad. El año pasado entraron ‘cocacola’, ‘pajita’ y ‘yuyu’; en 2023, ‘alien’, bulldog y ‘masa madre’; en 2022, ‘copiota’, ‘cortisol’ y ‘placa de Petri’; en 2021, ‘chuche’, ‘colacao’ y ‘muñeca rusa’; en 2020, ‘microgramo’, ‘nescafé’ y ‘tirolina’. Muchos creen, sí, que la RAE y sus academias hermanas de América avanzan demasiado despacio y llegan tarde.

Otros, en cambio, opinan que las academias de la lengua avanzan demasiado rápido a la hora de admitir en su diccionario extranjerismos aún no naturalizados. En esta nueva versión 23.8.1, llama una vez más la atención la elevada proporción de extranjerismos entre las nuevas incorporaciones a la lengua española. Del poco más de un centenar de neologismos incorporados, más de una cuarta parte son extranjerismos. Y extranjerismos, además, procedentes en su mayoría de una misma lengua, que es la dominante en el campo de las tecnologías de la información y la comunicación. A excepción de cuatro voces procedentes del francés (crème y decalaje), del ruso (matrioska) y del latín (ad aeternum), todos los extranjerismos recién incorporados por la RAE vienen del inglés: son en su mayor parte anglicismos crudos (crowdfunding, drugstore, enter, fixing, gif, hashtag, login, looping, mailing, millennial, mohair, outlet, outsider, piercing, smartphone, streaming), pero hay también bue número de anglicismos adaptados (demersal, disruptor, loguearse, milenial, okey, pacman, prémium, tángram).

Incluso admitiendo que es importante estar atentos a las voces que tomamos de fuera para mantener la vitalidad de nuestra lengua, no me quedan nada claros los motivos de que sigan fuera del diccionario académico anglicismos tecnológicos crudos como online, webcam y youtuber, o adaptados como ‘internético’, ‘pódcast’, ‘táblet’ y ‘tiktok’. ¿Por qué acaba de entrar el verbo ‘loguearse’, pero siguen fuera ‘fotoshopear’, ‘gepetear’, ‘guasapear’ y, sobre todo, ‘guglear’? ¿Por qué acaba de entrar mohair, pero sigue fuera vintage? ¿O por qué entraron hace tiempo bulldog, fotofinish y grooming mientras pitbull, photocall y bullying siguen esperando turno?

No se entiende bien tampoco por qué voces foráneas como drugstore, fixing o looping, recién incorporadas al Diccionario de la lengua española, tienen preferencia sobre neologismos autóctonos de amplio y acreditado uso, como ‘aove’, ‘arenero’ (infantil), ‘batamanta’, ‘brillibrilli’, ‘ciberseminario’, ‘conguito’, ‘copipegar’, ‘cuatroojos’, ‘electrolinera’, ‘fiestuqui’, ‘gafapasta’, ‘gordofobia’, ‘macrogranja’, ‘mataleón’, ‘nini’, ‘pitufo’, ‘porfa’, ‘preboda’, ‘tequeño’ y ‘tripitir’. ¿No interesa exhibir que nuestra lengua sigue teniendo músculo neológico bien entrado el siglo XXI?

Algo parecido me pasa, claro está, si vuelvo los ojos hacia el lenguaje de la medicina. No consigo entender cuáles son los criterios que siguen las academias de la lengua para dar entrada a unos tecnicismos médicos sí y a otros no. Acaba de entrar en el diccionario académico autovacuna, pero ‘antivacunas’ y ‘posvacunal’ —más usados— siguen fuera. Se da así la paradoja de que en las páginas de nuestro diccionario más empleado encontremos centenares de voces médicas caídas en desuso o no usadas jamás (desde ‘abuhado’, ‘aeronato’ y ‘afusión’ hasta ‘zollipo’, ‘zullenco’ y ‘zurujano’), pero no encontremos centenares de palabras que oigo usar un día sí y otro también dentro y fuera de nuestros hospitales, consultorios y salas de espera: biodramina, biopsiar, bloqueante, cardiosaludable, cuentitis, ECG, ensayo clínico, fetiche (sexual), hidroalcohólico, índice de masa corporal, infusión (intravenosa), intramedular, murino, neumocócico, nolotil, osmolaridad, ovodonación, parada cardiorrespiratoria, polimedicar, politraumatizado, preadolescente, preclínico, pulsioxímetro, radionúclido, reinfarto, reinfección, sociosanitario, supraventricular, tarjeta sanitaria, telecirugía, tromboembolia, UVI móvil, ventolín, videoconsulta.  ‡‡

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