El sistema sanitario español. De sus orígenes hasta nuestros días. Propuestas para un modelo sanitario viable. El título refleja lo ambicioso del contenido del libro escrito por Juan Abarca, presidente del Grupo HM Hospitales, que se ha presentado hoy en Madrid. Escrito, matiza, “no como un representante del sector privado, sino de la sociedad civil que reclama mejoras. No trato de arrimar el ascua a mi sardina; no es necesario, el aseguramiento privado no deja de crecer”.
Hace Abarca un repaso de la historia del Sistema Nacional de Salud porque “la gente del sector necesita saber, y no sabe, de dónde viene nuestro sistema, cómo nació el modelo funcionarial y hacia dónde vamos”. Así, matiza que “el sistema público de salud no ha existido toda la vida como muchos creen; el aseguramiento individual se pudo llevar a cabo gracias al sistema privado, principalmente sin ánimo de lucro”.
Un instrumento útil para avanzar
Editado por La Esfera de los Libros, de Unidad Editorial -grupo al que pertenece Diario Médico-, El sistema sanitario español. De sus orígenes hasta nuestros días. Propuestas para un modelo sanitario viable está prologado por Ana Pastor, exministra de Sanidad y expresidenta del Congreso. Destaca en su texto como características principales del libro “rigor, transparencia, información contrastada y fuentes acreditadas”, y lo considera “un instrumento muy útil […] para valorar lo conseguido hasta ahora” y para definir “grandes pactos en materia sanitaria”.
El objetivo del libro, según su autor, es llamar la atención sobre la necesidad de cambios que precisa el sistema. Cambios que son urgentes, a su juicio. “No queda más remedio. Podríamos decir que no estamos tan mal, pero podríamos estar muchísimo mejor”.
Y, si no estamos tan mal, si “seguimos teniendo uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”, es “porque nos lo creemos: los profesionales están convencidos y los pacientes lo reclaman”. Sin embargo, “el sistema público está sufriendo un empeoramiento progresivo que debemos frenar antes de que sea tarde”.
Según explica, a raíz de la desinversión generada por la crisis económica de la pasada década, se produjo “la división en dos sistemas que avanzan a distintas velocidades, el público y el privado”. A su juicio, esta desinversión llevó a una obsolescencia tecnológica que dio la vuelta a la tortilla: la innovación y la tecnología más puntera está ahora en el ámbito privado. “Es una carrera que el sector público ha perdido”.
Y no solo en lo que respecta a equipamientos: “La digitalización, la inteligencia artificial, la medicina de precisión, la predicción personalizada… O los gobiernos se lo toman en serio, o los próximos diez años serán desastrosos. El sistema colapsará si no hay cambios”.
Esta diferencia de velocidades en la incorporación de la tecnología está provocando, según Abarca, “un problema de inequidad grave. No es justo que un paciente oncológico tenga que ser tratado con bombas de cobalto porque su comunidad autónoma no tiene aceleradores lineales, por ejemplo”.
Entre las medidas que propone Abarca en su libro hay algunas originales y otras viejas conocidas, como el Pacto de Estado por la Sanidad: “Sigue siendo una obligación de los políticos porque la sociedad lo demanda. Es la única forma de mejorar, ya que el Estado no tiene la capacidad de intervenir en el posible mal funcionamiento del servicio de salud de una comunidad autónoma”.
Del mismo modo, aunque considera que “las transferencias fueron un proceso fundamental para el desarrollo del sistema sanitario, el Ministerio de Sanidad debería recuperar el liderazgo, porque ahora mismo hay una descoordinación tremenda”.
Financiación finalista
Coordinación y recursos: ésas son las claves para mejorar. Y, a falta de más financiación, reorganizar el sistema: “Hay que ir más allá de ideologías, porque apartar al sector privado supone restar recursos a la sociedad”. Por ello, Abarca propone elaborar un mapa de recursos y un modelo de financiación finalista definido por unidades de población mínima de referencia, es decir, “la población necesaria para garantizar la concurrencia de un número de patologías significativas en la mayoría de las especialidades médico-quirúrgicas, y que podría establecerse en el millón de habitantes”.
Ese reparto poblacional, en su opinión, garantizaría el acceso a la tecnología y la innovación a toda la población “estableciendo un sistema de conciertos estable y que vaya más allá de reducir listas de espera y ampliar la cartera de servicios: el sector privado debe cubrir prestaciones, especialmente en algunas zonas, porque, si no, la equidad seguirá siendo un concepto ficticio”.
“El sector privado debe cubrir prestaciones completas porque, si no, la equidad continuará siendo un concepto ficticio”
También aboga por descargar al sistema público “extendiendo el sistema de mutuas del Estado a los funcionarios de las comunidades autónomas y sus beneficiarios de la Seguridad Social, que suman unos 2,5 millones de personas”.
Serviría asimismo dar voz a las asociaciones de pacientes, pero voz de verdad: “Deben participar en la definición de las listas de espera, del acceso a las prestaciones y la planificación del sistema”.
Sin embargo, para que éstas y otras medidas que propone en su libro sean posibles, “es necesario dejar de demonizar el sector privado, algo que sucede porque el sistema está muy politizado. Los políticos deberían realizar un ejercicio de seriedad y planificar más allá de cuatro años”. Igual que los gestores tenemos la obligación de hacer bien nuestro trabajo, las Administraciones deberían hacer lo mismo.
¿No es utópico? Abarca piensa un momento la pregunta y responde finalmente que sí, lo es, añadiendo que, posiblemente, “todo esto no sirva para nada. Pero hay que intentarlo”.
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