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miércoles, 12 de diciembre de 2018

Vivir en zonas verdes contribuye a una mejor capacidad funcional en edades avanzadas

Vivir en vecindarios con más zonas verdes, o al menos tenerlas cerca, ayuda a mantener una mejor capacidad funcional al envejecer frente a población que vive en zonas más urbanas, según ha explicado a DM Carmen de Keijzer, investigadora del ISGlobal, centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa, a propósito de un estudio que se publica en Environment International y del que es la primera autora.

Según Keijzer la capacidad funcional se refiere a la habilidad del cuerpo para caminar, para mantener el equilibrio y la fuerza para realizar funciones básicas de la vida diaria. La capacidad funcional se reduce con la edad y se observa una disminución de la fuerza en los brazos y un caminar más lento –considerado como un marcador de envejecimiento-. La capacidad física es básica para obtener un envejecimiento saludable.

En el estudio participaron más de 5.700 personas entre 50 y 74 años a los que se les realizó un seguimiento durante 10 años

Para realizar el estudio y examinar la asociación entre el entorno verde y el declive en la función física, el equipo reclutó a más de 5.700 participantes de la cohorte Whitehall II en el Reino Unido, que fueron invitados a tomar parte en tres seguimientos a lo largo de un periodo de 10 años (2002-2013).

La edad de los participantes al inicio del estudio era de entre 50 y 74 años y se recogieron datos sobre la vegetación en torno al domicilio y la distancia hasta el entorno natural más cercano. Además, la vegetación se estimó a partir de imágenes vía satélite y la distancia al entorno natural más próximo por medio de un mapa de uso del suelo. Para evaluar la capacidad física, los participantes realizaron tests de velocidad al caminar y de fuerza de agarre.

Zonas verdes y velocidad al caminar

Así se observó que “la reducción en la velocidad al caminar fue menor en aquéllos que viven en zonas más verdes”, ha dicho Keijzer. Según ella puesto que se estima que los mayores permanecen más tiempo en el domicilio o cerca de él, el hecho de contar con espacios naturales en las cercanías motiva a caminar más, lo que influye en una mejor forma física, y a conocer a los vecinos. Además de que “las zonas verdes disminuyen el estrés y benefician la salud mental. En nuestro estudio hemos visto que la vida social es uno de los mediadores que podría contribuir a la asociación entre espacio verde residencial y menor pérdida de velocidad al caminar”.

Se evaluó la la capacidad física de los participantes con test de velocidad al caminar y de fuerza de agarre

El análisis de los datos mostró que, con el tiempo, las personas que viven en vecindarios con más zonas verdes o más cercanas a entornos naturales experimentaron una menor pérdida en la velocidad al caminar. De hecho, el grupo de participantes con mayores espacios verdes alrededor del domicilio mostró un declive en la velocidad al caminar entre un 6 y un 7,5 por ciento más lento a lo largo de 5 años que el de residentes en las áreas con menor espacio verde.

“El espacio verde se asoció con una diferencia pequeña en el deterioro de la función física a nivel individual. Sin embargo, puesto que la capacidad física es uno de los aspectos principales del envejecimiento saludable, esta diferencia podría representar beneficios de salud importantes a nivel poblacional”, ha añadido Keijzer.

Los resultados también muestran que las personas que vivían en áreas con más vegetación al principio del estudio mostraron mayor fuerza de agarre. No obstante, en este caso no mostraron un deterioro más lento en esta función de la parte superior del cuerpo a lo largo del estudio. Estudios anteriores han asociado la exposición a entornos naturales con mejor salud mental y mayor salud general autopercibida, así como menor riesgo de morbilidad y mortalidad.

Carmen de Keijzer, investigadora del ISGlobal y primera autora del estudio.

Carmen de Keijzer, investigadora del ISGlobal y primera autora del estudio.

Ciudades verdes, ciudades saludables

“Este estudio contribuye a la creciente evidencia sobre los beneficios de las zonas verdes y de los entornos naturales y proporciona un argumento más para constatar que las ciudades más verdes son también ciudades más saludables, sobre todo si se toma en consideración el envejecimiento progresivo de la población en un mundo que se está urbanizando de manera acelerada”, ha añadido Payam Dadvand, investigador de ISGlobal y último autor del artículo.

Keijzer ha añadido que otros estudios previos del grupo han asociado residir en zonas cercanas a espacios verdes con una ralentización del deterioro cognitivo. Las próximas investigaciones se centrarán en la salud cognitiva pero también en la capacidad funcional. Asismismo, otros estudios han mostrado beneficios cognitivos en los niños que viven próximos a zonas verdes.

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