Los últimos diez años han supuesto una vertiginosa transformación en sectores como la educación, el turismo, la banca o la distribución. Todos ellos han desarrollado nuevas formas de gestionar y de comprar, creando nuevos modelos para interactuar con sus usuarios y clientes.
Esta transformación es la consecuencia directa de la aparición de soluciones y tecnologías que permiten a los ciudadanos un acceso inmediato a la información y una participación e interactividad que proporciona ubiquidad e inmediatez a la hora de acceder a servicios y prestaciones. Hemos pasado de ir al banco cada semana para actualizar la cartilla a no acudir nunca a una sucursal porque podemos hacer prácticamente cualquier operación desde nuestro móvil.
La salud no es una excepción. También aquí los ciudadanos demandan un acceso más rápido y eficiente, pidiendo más información, más prevención, menos desplazamientos, y más servicios en el hogar cuando no se tiene una patología grave. Eso sí, no han dejado de exigir que cuando se enfrentan a un episodio complicado, se haga un diagnóstico certero en el menor tiempo posible y se lleven a cabo tratamientos e intervenciones eficaces.
Estas demandas ciudadanas coinciden con otros retos de la gestión sanitaria como el envejecimiento de la población y la falta de profesionales cualificados como radiólogos, cardiólogos, oncólogos y cirujanos, carencia que no es exclusiva de países en vías de desarrollo, sino que también se da en los países avanzados. El sistema sanitario actual está concebido para atender principalmente episodios agudos: el paciente presenta una patología, se le diagnostica, se le trata, se le cura, y, finalmente, sale del sistema. La mayor esperanza de vida ha hecho que aumente el número de patologías crónicas y que, por tanto, el paciente no se desvincule totalmente del sistema.
Nuevos modelos de atención
Para enfrentar estos retos y demandas es necesario aplicar nuevos modelos de atención que permitan romper las barreras físicas de los centros hospitalarios y llevar la atención y el cuidado allí donde está el paciente. Deben ser, además, modelos personalizados, que mejoren drásticamente la rapidez y efectividad de los diagnósticos y de los tratamientos.
Y en este proceso hay un elemento absolutamente indispensable: un medicamento realmente innovador que no es otro que la información, o profundizando un poco más, el dato. Disponer de manera agregada y completa de todos los datos relevantes de cada paciente individual permitirá a los profesionales tomar decisiones personalizadas que redundarán en mejores resultados médicos y una mejor calidad de vida.
Disponer de manera agregada y completa de todos los datos relevantes de cada paciente individual permitirá a los profesionales tomar decisiones personalizadas
Por ejemplo, gracias a la aplicación del big data o la inteligencia artificial es posible analizar de forma conjunta los resultados de los electrocardiogramas (ECG), las ecocardiografías y los análisis de hemodinámica de un paciente cardíaco, lo que puede ser esencial para elegir la intervención correcta en cada momento. O identificar de forma automática e inmediata si un ictus es trombótico o hemorrágico para que los profesionales puedan poner en marcha los protocolos adecuados ahorrando el máximo tiempo posible en situaciones críticas.
Se trata de soluciones y tecnologías que ayudan a identificar los riesgos y la prioridad de los casos, para que el escaso tiempo de los profesionales sanitarios se pueda dedicar allí donde más falta hace. Son soluciones que automatizan procesos donde no es necesaria la intervención del profesional y tecnologías que, en definitiva, ayudan a identificar la información clave y a tomar las decisiones correctas en cada momento y para cada paciente.
Soluciones validadas
El dato es, hoy por hoy, un medicamento con capacidad para curar tanto a los pacientes como para aliviar a los sistemas sanitarios y que podemos equiparar a avances científicos como el uso de la inmunoterapia para el tratamiento del cáncer. De hecho, la propia FDA y las instituciones sanitarias europeas están validando soluciones y algoritmos de Inteligencia Artificial que ya se pueden utilizar con toda las garantías en la práctica clínica.
Recientemente, la FDA ha aprobado para su uso clínico un algoritmo de GE Healthcare que, solamente con la imagen de la placa de rayos X, es capaz de detectar automáticamente la presencia de un neumotórax, y ayudar así en las condiciones críticas de los pacientes.
El futuro de nuestros sistemas sanitarios pasa por activar y elevar el valor aportado por la información, y desplegar soluciones que utilicen todo ese poder de los datos para implantar nuevos modelos de atención, diagnóstico y tratamiento más eficientes, más ágiles, más sostenibles y que garanticen mejores resultados en salud.
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