En su momento hicimos un análisis en este mismo periódico del primer borrador del nuevo Real Decreto de Formación Sanitaria Especializada. La razón, siguiendo a Sócrates, es que “nuestro conocimiento nace de nuestro asombro”. La nueva versión del borrador, filtrada a las comisiones nacionales con una importante contestación, es un proyecto innecesario en lo referente al procedimiento de creación de nuevas especialidades, como el propio Ministerio de Sanidad demostró al sacar adelante la especialidad de Medicina Legal y Forense con la regulación actual.
En su introducción, es relevante, de nuevo, la ausencia de alusión a la normativa europea. A este respecto conviene recordar lo recientemente defendido por la Abogacía del Estado en un caso con gran repercusión mediática: “… el derecho procedente de las instituciones europeas se integra en los sistemas jurídicos de los Estados miembros, que están obligados a respetarlo. Por lo tanto, el derecho europeo tiene primacía sobre los derechos nacionales. Ello supone que si una norma nacional es contraria a una disposición o acto declarativo de derecho europeo, las autoridades del Estado miembro, incluidos los órganos jurisdiccionales, deben aplicar la disposición europea”. Aquí es aplicable un viejo proverbio Zen: “el (supuesto) obstáculo es el camino”.
Los artículos 3, 4 y 5, dentro del Capítulo II, “regulan” la “formación transversal”. Ha ocurrido algo importante. Ya no se llama “formación común”, sino transversal. Salvando esto, esta norma reguladora de aplicación práctica no regula nada nuevo. Ahórrenselo. Esto ya existe en la regulación actual. Se atribuye a Balzac aquello de “entre los simples, el vacío se parece a la profundidad”.
El Capítulo III regula las áreas de capacitación específica (ACE). Como ya dijimos, una figura necesaria para el sistema sanitario (o, en su defecto, los diplomas de acreditación o acreditación avanzada), que debería estar regulada desde hace años. Vuelve a ocurrir: el artículo 10, sobre acceso a las ACE, es ilegal prácticamente en todos sus apartados. Repetimos, es imprescindible completar íntegramente el programa de formación de cualquier especialidad para poder obtener el título de especialista (excepto para la figura de la reespecialización, que requiere 8 años de ejercicio previo en la especialidad de origen). Además, esas titulaciones incompletas no serían homologadas fuera de España, al no haber cumplido los años mínimos de formación incluidos en la directiva comunitaria. Esto es legislación básica.
Además, es imprescindible haber completado el programa de formación de cualquier especialidad de origen para poder acceder a un programa de residencia en ACE. Y esto también es legislación básica. Y volvemos a repetir: Si añadiendo el periodo común de un año, por ejemplo (que pudiera ser más), ya el tercer año, el médico residente se deja de formar en la especialidad de origen para ponerse a hacer la superespecialidad, se deduce que existe directamente la necesidad de una nueva especialidad. Y, por otro lado, se induce a pensar que las competencias asociadas al programa formativo de la especialidad de origen no justifican su configuración como especialidad. A esto se le llama obstinación y nos recuerda aquello de Baltasar Gracián: “Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios”.
“El borrador ministerial desarolla un procedimiento innecesario, con la regulación actual, para la creación de una especailidad”
El Capítulo IV desarrolla un procedimiento, repetimos, innecesario, con la regulación actual, para la creación o propuesta de nuevas especialidades. Llama la atención la asimetría de requerimiento, añadiendo condiciones innecesarias, que afectan a la petición de nuevas especialidades, y no a las ACEs, cuando viene regulado perfectamente en el artículo 16 de la LOPS. Vuelve a llamar la atención la ausencia en esta supuesta regulación de procesos de homologación de especialidades, como la de Urgencias y Emergencias, que sí implican un número elevado de profesionales. Porque, teóricamente, las ACEs deberían afectar, como superespecialidades que son, a un escaso número de especialistas con determinadas destrezas. Nos quedamos, ante todo esto, con nuestro Don Quijote: “Sabed que soy el valeroso Don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones” (Miguel de Cervantes).
El secretario general ha buscado la excusa de esta nueva ocurrencia normativa con el informe de un abogado del Estado. ¿Es de la misma especie que en las alegaciones por parte del Ministerio de Sanidad ante el Tribunal Supremo en el procedimiento contencioso de la troncalidad basó su defensa en una directiva derogada desde el año 2005? Porque, para los olvidadizos, sepan ustedes que el documento original del proyecto de troncalidad, que varió poco a lo largo del tiempo (ya saben, eso de corta y pega) estaba basado, a sabiendas, en un mapa de especialidades ya derogado por la Directiva 36/2005, por el simple hecho de que, de esa forma, supuestamente, bloqueaban la creación de la especialidad de Medicina de Urgencias, ya contenida en esa directiva. Ya saben cómo terminó el tema. “Con la gente vil obra más el rigor que la bizarría” (también de Baltasar Gracián).
A nuestros maestros les tratamos de usted y como “profesores”, como una muestra de respeto. A vosotros os vamos a tratar de tú: Lleváis al menos 15 años bloqueando el desarrollo de la formación sanitaria especializada en nuestro país, entre otras cosas, las verdaderas ACEs o subespecialidades (como pudieran ser Hemodinámica o todas las subespecialidades de Pediatría, por ejemplo) o la creación de otras especialidades, o la normativa sobre acreditación y reacreditación profesional, fuera ya de ley; habéis conseguido que haya una descapitalización profesional progresiva y ya intolerable de los servicios de Urgencias; sois corresponsables de los no pocos errores que se cometen por la falta de formación de estos servicios. Existen problemas gravísimos de cobertura profesional en amplias zonas de un país disperso como España, que afectan a todas las comunidades, y lo embadurnáis con un discurso pijo y lejos de la esencia de la Medicina, disfrazado, además, de una falsa holística.
“¿Dónde van a contactar (esperemos que no) los posibles casos de coronavirus? ¿Dónde creen que se va a generar la alarma y quién va a asumir los riesgos? Principalmente, los servicios de Urgencias y Emergencias
Y todo, al margen de la ética, por intentar ir en contra de esta prestación, para los pacientes, del segundo grupo profesional médico en España, el de Urgencias y Emergencias, y en contra de toda la documentación profesional, política, jurídica y social posible. Y lo seguís intentando. Urgencias NO es un ACE. Es una especialidad primaria. Y es demostrable. (“Aún las profesiones más humildes son dignas de respeto”, Confucio).
¿Y el coronavirus qué?
La semana pasada, el Ministerio de Sanidad anunció que está trabajando en un procedimiento ante la posible alerta por la infección del brote de coronavirus en China. Es su papel. Y estaremos a lo que se disponga, porque es nuestro trabajo. Eso implicará dominar un nuevo procedimiento, o no. Y ¿dónde piensan que van a contactar (esperemos que no) los posibles casos sospechosos? ¿Dónde creen que se va a generar la alarma y quién va a asumir los riesgos? Principalmente, los servicios de Urgencias y Emergencias. Una vez más, junto con el “inesperado” brote de gripe anual, con todas sus complejidades y consecuencias, estaremos ahí.
Mientras eso ocurra, de vez en cuando pasará por nuestra cabeza este nuevo atropello por parte de determinadas personas circunstanciales en el ministerio y alrededores eternos. No se lo merecen los pacientes. No nos lo merecemos los profesionales. No se lo merece el sistema sanitario. Nos quedamos, para reconfortarnos, con aquello de Albert Camus: “La verdadera nobleza se basa en el desprecio, la valentía y en una indiferencia profunda”.
Señor ministro de Sanidad, esto es lo que tiene en lo referente a este tema. Nos alegramos de su no vinculación con este sector, hasta ahora, y esperamos simplemente igualdad, justicia, y que, en esa casa, dejen de campar a sus anchas los conflictos de interés en este tema.
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