La costra láctea o dermatitis seborreica es un proceso de aparición relativamente frecuente en los bebés, a partir de las dos semanas de edad, a cuyo tratamiento habitual con un champú suave y cuidado con algún cosmético de efecto queratolítico se han sumado en los últimos tiempos nuevos productos, entre ellos, los champús específicos que regulan la producción de sebo y reequilibran la microbiota de la zona, junto a aceites esenciales como el de geranio o lavanda.
El tratamiento habitual consiste en la higiene con un champú suave, hidratación y cuidado con algún cosmético de efecto queratolítico para ayudar a desprender las escamas.
Los activos más habituales que contienen estos champús son azufre, piritionato de zinc o breas, “aunque habrá de individualizarse el tratamiento porque potencialmente pueden ser irritativos para la piel del lactante”, explican desde Cinfa Salud.
En la actualidad, también existen champús específicos para el lavado del cuero cabelludo de los bebés con costra láctea, que, además de lavar suavemente, favorecen la regulación de la producción de sebo; reequilibran la microbiota de la zona, reduciendo la presencia de Malassezia (un género de hongos); alivian el picor en caso de producirse, y facilitan la eliminación de las escamas, según María José Cachafeiro, titular de la farmacia La Pomar, en Asturias, nutricionista y experta en cosmética y coordinadora de @laboticadetete y @saludlapomar.
“El empleo de lociones o cremas especificas para hidratar, dar emoliencia, calmar y tratar la dermatitis seborreica de los bebés resulta muy adecuado, ya que facilita el despegue de las escamas, disminuye la inflamación y calma la irritación y el enrojecimiento”.
Estos cuidados se complementan con un peinado realizado con un cepillo o peine de púas finas que arrastren suavemente las escamas, a juicio de Cachafeiro.
Aceites esenciales
Laura Mestres, farmacéutica responsable de AromaTraining, destaca también la utilidad de los aceites esenciales en el abordaje de la costra láctea, una opción con la que también se están consiguiendo buenos resultados.
Para su formulación se precisa de una base emoliente, que reblandezca las costras y facilite su posterior extracción. “De forma clásica se utilizaba el aceite de oliva, pero disponemos de otras alternativas (nuez de macadamia, nuez de albaricoque, germen de trigo…) con un aroma menos fuerte y que, además, aportan acción calmante a este cuero cabelludo irritado”, explica esta experta.
Según Mestres, el aceite idóneo para tratar este problema en los bebés es el de maceración de caléndula. “Tiene unas fantásticas propiedades antinflamatorias y epitelizantes, que lo hacen tratamiento de elección en la mayoría de dermatitis”.
Los champús con azufre, piritionato de zinc o breas pueden ser útiles en la costra láctea, pero hay que individualizar
Asimismo, señala que si se añade un poquito de aceite esencial de lavanda oficinal a la caléndula, “obtendremos un preparado muy completo, de fácil preparación y con una fragancia muy agradable”.
El aceite esencial de lavanda es de los más versátiles en aromaterapia, con una importante acción relajante. Además, destaca por sus actividades antipruriginosa, cicatrizante y antinfecciosa, “ya que facilitarán la recuperación de la piel y evitarán una sobreinfección por rascado”.
Para conseguir la acción seboreguladora Mestres destaca también la utilidad del aceite esencial de geranio (Pelargonium x graveolens), “que aportará una actividad astringente, pero muy suave, y potenciará las propiedades cicatrizantes y antifúngicas”.
La propuesta concreta de Mestres es hacer un preparado a base de 20 ml de caléndula, tres gotas de geranio rosa, otras tres de lavanda. “Se aconseja aplicar unas gotas del preparado anterior sobre el cuero cabelludo, realizando un suave masaje, y dejar actuar durante 15 minutos para reblandecer las cotras. Después, hay que retirar el exceso de aceite con una gasa”.
Cachafeiro recuerda que la sabiduría popular habla del empleo de vaselina o aceite de oliva para dar emoliencia y reblandecer las costras facilitando, así, su retirada. En su opinión, se trata de “una práctica que puede resultar adecuada en algunos casos si se aplica realizando un masaje suave un poco antes del lavado”.
La Asociación Española de Pediatría, en un documento sobre dermatitis seborreica infantil, destaca el papel del aceite de borraja, eficaz aplicado de forma tópica. Y es que, al parecer, contiene un 24 % de ácido gammalinolénico. “Se indujeron respuestas completas hacia el décimo o duodécimo día de tratamiento -detalla-. Además, dice que este tratamiento está basado en la posible inmadurez de la función de la d-6-desaturasa”.
La denominación de costra láctea no debe hacer pensar que tenga relación con la leche o con otros alimentos sino que recibe este nombre porque se produce en la etapa de lactancia de los bebés, precisa Cachafeiro.
Se trata de una patología inflamatoria de la piel cuya causa no está del todo clara, siendo lo más probable que se deba a una combinación de factores, entre ellos, una excesiva producción de sebo, aumento de la presencia de Malassezia y predisposición genética, entre otros factores.
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), la dermatitis seborreica puede aparecer entre las dos semanas y los 12 meses de edad y suele iniciarse su aparición en el cuero cabelludo, en primer lugar, aunque puede debutar también en la cara o la zona del pañal y, a partir de ahí, extenderse a otras partes de cuerpo.
La seborrea puede tener el aspecto de pliegues y hendiduras de la piel rojos y húmedos, aparecer como manchas o costras amarillentas y grasientas y también manifestarse en áreas escamosas o peladas. Lo normal es que no suela provocar picazón ni molestar, “aunque en algunos casos sí puede ser irritante para la piel”, dice Cachafeiro.
Respecto a la localización de las lesiones, Cachafeiro destaca que, principalmente, son el cuero cabelludo de los niños, “aunque puede extenderse al rostro, cuello, ombligo, ingles, axilas o la zona del pañal. En el rostro, las zonas de aparición más frecuentes son los pliegues alrededor de la nariz, la frente y detrás de las orejas”, indica la farmacéutica comunitaria.
Aunque su aspecto graso es bastante característico, cuando se extiende por el cuerpo es necesario tener en cuenta que podría llegar a confundirse con otras dermatitis, como la del pañal o incluso la atopia, advierte.
Frecuente y autolimitante
Esta patología es bastante frecuente en los bebés, hasta el punto de que puede aparecer en más de un 10% de ellos. Según la AEP, la costra láctea supone el 13% de toda la patología atendida en niños menores de 1 año. La buena noticia es que suele ser autolimitante, es decir, desaparece por si sola y no se acompaña, en general, de dolor ni de picor, explica la farmacéutica de Asturias.
La sociedad científica también recuerda que los profesionales de la salud pueden diagnosticar la costra láctea observando el aspecto de la piel del bebé y el lugar donde aparece la erupción. Por otra parte, confirman que los bebés suelen encontrarse bien y que, aunque esta afección suele mejorar por sí sola, en algunos casos será necesario recurrir a algún tipo de tratamiento farmacológico porque puede llegar a ser difícil de eliminar. Es más, podría llegar a complicarse si el niño se rasca en exceso, dando lugar a una sobreinfección bacteriana de la piel. Un consejo importante: no tratar de retirar las costras directamente, ya que esto puede provocar heridas al bebé.
Los pediatras destacan que, además de la forma infantil, existe una dermatitis similar del adulto que puede comenzar durante la pubertad.
Cuando la solución está en los fármacos
La Sociedad Española de Pediatría (AEP) informa de que hay casos en los que los bebes no responden bien a los cuidados cosméticos aplicados para eliminar las placas de la costra láctea. Por ello, se recurre a los tratamientos farmacológicos. Como señalan desde Cinfa Salud, uno de ellos son los antifúngicos, a los que se recurre porque en esta afección cutánea podrían estar asociada a una infección por hongos. “Debido al posible papel patogénico de M. Furfur en la dermatitis seborreica infantil, se ha ensayado el tratamiento con crema de ketoconazol 2%, aplicada dos veces al día durante 10 a 14 días”, explica la AEP en un documento elaborado centrado este trastorno. “En general -continúa-, la respuesta al ketoconazol es más lenta que la de los corticoides tópicos. Además, es posible que el efecto terapéutico provenga más del efecto antinflamatorio del ketoconazol que de su capacidad antifúngica. El ketoconazol en champú es igualmente seguro y se ha señalado que es eficaz. No obstante, no debemos olvidar que, al menos en algunos casos, el ketoconazol puede producir irritación cutánea”.
El abordaje de la costra láctea con corticoides orales se limita a “casos muy generalizados y severos y se pueden utilizar (dosis de 0,5 mg/kg/día de prednisona). Así, la AEP apunta que, “por lo general, la respuesta terapéutica a los corticoides tópicos (habitualmente de potencia moderada y aplicados durante pocos días) es rápida, en no más de 3 o 4 días, y los efectos secundarios debidos a su aplicación durante periodos breves de tiempo son nulos”.
Respecto a los queratolíticos, la asociación científica que aglutina a los pediatras menciona la aplicación tópica de ácido salicílico en vaselina al 3 ó 5 %, o bien de agentes oleosos como aceite de oliva. “Tras su aplicación durante 1 o 2 horas, se procede a retirar manual mente las escamas reblandecidas. Posteriormente, tras eliminar las escamas, se puede aplicar una crema de corticoide de mediana potencia”, aconseja.
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