La suma del anticuerpo monoclonal rituximab a un combinado de diferentes fármacos de quimioterapia, supuso en 2002 una revolución en el tratamiento del linfoma B difuso de célula grande, el subtipo más común de linfoma, que representa cerca del 30% de todos los linfomas y que solo en Europa supone casi 8.500 casos nuevos cada año.
Esta combinación, denominada R-CHOP, logró que hasta un 60% de los pacientes consiguieran curarse. A partir de este año, la investigación ha seguido imparable para aumentar ese porcentaje, aunque sin resultados positivos.
Sin embargo, en estos momentos, un nuevo planteamiento ofrece nuevas respuestas a los pacientes con esta enfermedad: la adición de un anticuerpo conjugado al tratamiento mejora la supervivencia libre de progresión en el linfoma B difuso de célula grande, según los resultados de un ensayo clínico de fase III, el Polarix, que publica The New England Journal of Medicine.
Se trata del primer cambio, en 20 años, que permite avanzar positivamente en el tratamiento en primera línea de este tumor -agresivo y el que con mayor frecuencia se ve en las consultas-, y que podría variar los estándares terapéuticos habituales.
Coordinado por Hervé Tilly, profesor de Hematología de la Universidad de Rouen (Francia), en su elaboración han participado especialistas del Campus Vall d’Hebron, a través del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), y del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona.
Los datos del ensayo, junto a otro fase III, el Belinda, que estudia el tratamiento de rescate para este subgrupo tumoral, se han presentado a mediados de diciembre en el último congreso anual de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) celebrado en Atlanta y se han publicado simultáneamente en la citada revista científica.
Mejorar a un 40% más de pacientes
Pau Abrisqueta, autor del Polarix y coordinador de investigación clínica en el Grupo de Hematología Experimental del VHIO, así como hematólogo del Hospital Universitario Vall d’Hebron, de Barcelona, indica a DM que la actual terapia para los pacientes con linfoma B difuso de célula grande se basa en una combinación de quimioterapia más rituximab, la R-CHOP, desarrollada hace 20 años y que se ha seguido utilizando en primera línea.
“Aunque es un tratamiento eficaz, ya que consigue la curación en cerca del 60% de los pacientes, todavía queda otro 40% que o no responde a esta estrategia o que después de haber conseguido una respuesta acaban recayendo, lo que supone que aún existe un amplio margen de mejora en el tratamiento en primera línea de estos pacientes”.
A su juicio, es evidente que en los últimos 20 años se ha intentado mejorar estos resultados de R-CHOP con nuevos fármacos, pero “hasta el estudio Polarix no se había conseguido mejorar la eficacia de esta combinación”.
Abrisqueta explica que la investigación ha consistido en la modificación del esquema R-CHOP, sustituyendo uno de los compuestos que lo conforman, el quimioterápico vincristina, por un anticuerpo congujado (antibody-drug conjugate (ADC): el polatuzumab. “Este anticuerpo conjugado reconoce a una proteína de las células tumorales y que va asociado a una quimioterapia, lo cual permite administrar de una forma más dirigida y específica la quimioterapia sobre las citadas células”.
En el estudio Polarix, esta modificación del R-CHOP añadiendo polatuzumab “ha demostrado, por fin, ser superior al R-CHOP estándar utilizado en los últimos 20 años y reducir, en alrededor de un 27%, el riesgo de progresión o muerte de los pacientes. Y todo ello, sin añadir toxicidad al esquema”.
A pesar de que el hematólogo indica que no se trata de un cambio radical en el tratamiento de estos pacientes, no es menos cierto que “se ha abierto un camino a mejorar la eficacia del tratamiento en primera línea de este subgrupo de pacientes con linfoma”.
Análisis de la recaída
El otro ensayo clínico internacional que también publica The New England Journal of Medicine, el fase III Belinda, ha incluido a más de 300 pacientes con linfomas B agresivos, principalmente linfoma difuso de célula grande, que habían recaído o eran refractarios después de una primera línea de tratamiento.
Los enfermos se aleatorizaron a recibir una inmunoterapia CAR-T contra C19, tisagenlecleucel, o bien a recibir el tratamiento estándar basado en quimioterapia a altas dosis y trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos.
Los resultados han mostrado que la inmunoterapia CAR-T “no se asociaba a una mayor supervivencia ni a mejores resultados, en términos de eficacia, comparada con el tratamiento estándar”, según explica a DM Pere Barba, del Grupo de Hematología Experimental del VHIO y hematólogo del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona, y autor del estudio, aunque “los efectos de la terapia con CAR-T fueron los ya conocidos y no se asoció con otros nuevos”.
No obstante, matiza que los datos de este ensayo abren nuevos retos, ya que van a permitir entender por qué esa inmunoterapia no ha mostrado el beneficio esperado en ese subgrupo de pacientes.
“Probablemente haya aspectos de diseño del estudio y una falta de seguimiento, sobre todo, para supervivencia global, hecho que tendremos que dilucidar en los próximos meses".
Perfilar segunda línea terapéutica
Barba considera, sin embargo, que los resultados ayudarán a perfilar mejor el tratamiento de segunda línea en pacientes con linfoma B agresivos que hayan recibido una línea previa y "ver cuáles son los subgrupos específicos que se pueden beneficiar de esta terapia CAR-T y de otras similares que también se están investigando. En resumen, este estudio va a ser de gran ayuda para el manejo de estos pacientes e intentar mejorar su pronóstico”.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3eo475I
No hay comentarios:
Publicar un comentario