El arsenal disponible para el abordaje del prurito tras la picadura de insectos se ha ampliado en los últimos años con una amplia variedad de formatos, en forma de loción, roll-on, crema o espray, con activos calmantes y refrescantes, como el polidocanol, el aloe vera, la calamina, la niacinamida y diferentes aceites esenciales.
“Estos principios activos han demostrado eficacia para el abordaje de la hipersensibilidad y el prurito derivado de la picadura. Es necesario tener en cuenta que las reacciones pueden ser más frecuentes o molestas en el caso de los niños por su mayor tendencia al rascado”, según apunta María José Cachafeiro, titular de la farmacia La Pomar, en Asturias, y experta en cosmética. “Al rascar se irrita más la piel y eso hace que el prurito sea después más intenso, convirtiéndose en un circulo vicioso de picor-rascado. Además, al rascar se puede infectar la lesión, empeorando la situación”, señala esta especialista.
Además del polidocanol, el aloe vera y la niacinamida, los aceites esenciales también han cobrado auge en el abordaje de las reacciones a las picaduras por sus efectos antiprurito, calmante y refrescante.
Entre los aceites utilizados, Cachafeiro destaca los de manzanilla alemana, lavanda, espliego macho o también la menta del campo.
En los productos para adultos puede incluirse amoniaco o derivados de este, que, aplicados en el mismo momento de la picadura, actúan neutralizando el ácido del veneno o toxina que inocula el insecto al picar, reduciendo, así, su acción y la posible respuesta de tipo alérgico del organismo, añade la farmacéutica.
Algunos laboratorios de autocuidado han optado por lanzar al mercado otras fórmulas novedosas, registradas como productos sanitarios, para aliviar el picor y que no contienen activos ni químicos ni naturales, sino que actúan mediante el calor. Así, en las farmacias ya hay bolígrafos que funcionan mediante la emisión de calor concentrado, que se aplica sobre la piel y que alivia rápidamente el picor, el dolor y la hinchazón producida por las picaduras de mosquitos, tábanos, abejas, avispas y avispones. Alguna de estas presentaciones utilizan una superficie de contacto cerámica que es la que se calienta hasta alcanzar los 51° centígrados. Ese calor se administra durante tres o cinco segundos, según la opción deseada. Una de las ventajas es que puede usarlo toda la familia, incluido niños (aunque la autoaplicación es solo a partir de 12 años) y embarazadas.
Consejos prácticos
Desde la Asociación Española de Pediatría se recomienda lavar la picadura con agua fresca y jabón. Si el niño tiene muchas picaduras, el picor es muy intenso o si está muy molesto, se puede aplicar una solución de calamina o amoniaco con una barrita de venta en farmacias. Hay que recordar que no se pueden aplicar en las mucosas (boca, ojos, dentro de la nariz). También el frío local suele mejorar los síntomas.
La mayoría de las veces no se necesita ninguna medicación, aunque, en algunos casos, puede ser necesario que el médico prescriba antihistamínicos orales o tópicos o, incluso, corticoides.
El prurito por insecto es una reacción de hipersensibilidad que se manifiesta por reacción a ciertos antígenos presentes en la saliva de los insectos, generalmente de los mosquitos, y que entran en contacto a través de las picaduras que el insecto realiza para alimentarse.
Puede darse con casi todos los insectos que inoculan veneno en su picadura, aunque suelen ser mas importantes en los himenópteros, es decir, abejas y avispas, señala Cachafeiro. En el caso de los mosquitos, aunque estas reacciones pueden ser frecuentes, no suelen ser graves.
Tras la picadura, cuando se producen estas reacciones, la piel se enrojece, se inflama, está más caliente y aparecen pápulas o habones (ronchas) o vesículas con líquido en su interior.
En algunos casos, la reacción puede ser tan importante que se produzca una anafilaxia, que, incluso, podría llevar a un fatal desenlace.
Mejor prevenir
Además de los productos que actúan calmando el prurito una vez que se ha producido la picadura, para tratar de evitarla también se dispone de productos repelentes, donde la oferta también es amplia. Los activos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyen el IR3535, el DEET, las piretrinas, la icaridina y el citrodiol, explica Cachafeiro, quien añade que, en función de la concentración que tengan, pueden ser utilizados solo en adultos o también en población pediátrica.
Según esta experta, las pulseras y parches repelentes que contienen solo citronella, árbol de té o geranio no han demostrado clínicamente su eficacia, aunque en algunos casos su uso empírico sí parece respaldar que confieren una cierta protección.
La farmacéutica Laura Mestres destaca la utilidad de los aceites esenciales para ahuyentar a los mosquitos de forma natural y menos agresiva que con insecticidas o repelentes químicos. Así, destaca por su potencia el aceite que se obtiene de la citronela de Java (Cymbopogon winterianus) de fragancia cítrica muy característica. Su recomendación es utilizar a diario dos gotas depositadas en el cuello del pijama o en el extremo de la almohada. “También puede usarse en un difusor de aromaterapia, con 5-10 gotas, media hora antes de acostarnos”.
Otro aceite esencial eficaz y mejor tolerado en caso de pieles sensibles, según Mestres, es el de eucalipto azul (Eucalyptus citriodora). Como el anterior, debe sus propiedades repelentes a su elevado contenido en aldehídos terpénicos, concretamente el citronelal.
“Esta molécula aromática, además, tiene propiedades antinflamatorias, con lo que estos aceites nos servirán también para calmar la inflamación local causada por la picadura”, señala. A los usuarios de la farmacia se les puede recomendar “aplicarlos diluidos al 50% en un aceite vegetal de rápida penetración, como el de nuez de albaricoque o el de avellana”.
Otro aceite de interés en estos casos es el geranio de Egipto (Pelargonium x asperum cv Egipto), sobre todo, si lo que se busca es una fragancia más dulce y además un aceite esencial más suave. “Una dilución al 1% en aceite vegetal nos permitirá su aplicación a partir de los tres meses, especialmente, en las zonas de los tobillos, piernas, brazos, etc.”, indica Mestres.
Para armonizar la fragancia de la citronela -aconseja- “se pueden mezclar unas gotas de ambos en el difusor, por ejemplo, cuatro gotas de citronela y seis de geranio”.
Estas son recomendaciones generales para adultos. “En el caso de los niños una opción, es mezclar una gota de citronela con dos de geranio, cuando hablamos del cuello del pijama, o dos gotas de citronela más tres de geranio en el difusor, por ejemplo”, apunta.
Pero la pregunta que surge es, ¿por qué los insectos pican más a unas personas que a otras? Desde la farmacia se puede explicar que “los insectos nos localizan sobre todo a través de CO2 que exhalamos al respirar y del ácido láctico que eliminamos también con la respiración o con el sudor. La cantidad de estas sustancias que eliminamos varía entre unas personas y otras en función del volumen corporal, del ejercicio o movimiento que realicemos, de la higiene corporal, de la temperatura de la piel, etc.”, señala Cachafeiro.
También se postula que puedan influir otras sustancias químicas que desprenden los microorganismos que forman parte de la microbiota de la piel.
Los más temibles
Además del mosquito común, habitualmente en Europa, Culex pipiens, cada vez con más frecuencia y en mayores extensiones de España se encuentra el temible mosquito tigre, Aedes albopictus, que se distingue por las franjas negras y blancas de sus patas, así como la denominada mosca negra, un simúlido más rechoncho, con alas y patas mucho más cortas que los mosquitos.
“Estos insectos nos pican para chupar nuestra sangre, que constituye un aporte nutricional de gran calidad para el desarrollo y la puesta de los huevos”, explica Mestres.
El mosquito tigre es activo también durante el día y su picadura es muy molesta. Además, en zonas endémicas puede ser transmisor de enfermedades como la fiebre amarilla o el dengue.
En el caso de la mosca negra, al picar, también muerde, realizando una picadura-mordedura muy dolorosa que puede sangrar, indica esta farmacéutica. Mientras pica inocula sustancias anestésicas, vasodilatadoras y anticoagulantes, por esta razón sus picaduras pueden pasar desapercibidas en un primer momento, pero, posteriormente, son muy irritantes, provocan una fuerte inflamación local y en personas más sensibles o especialmente reactivas será necesaria atención médica.
No hay que olvidarse de las abejas. La AEP recuerda que si lo que ha picado es una abeja y el aguijón ha quedado clavado en la piel, es conveniente extraerlo con unas pinzas lo más pronto posible para frenar la entrada del veneno en el cuerpo. Esto se puede intentar si está accesible y se ve fácil. En cambio, no es recomendable hurgar mucho en la zona si no se ve bien, porque, además de poder aumentar la inoculación del veneno, se puede producir una infección.
Las reacciones graves provocadas por avispas y abejas suelen comenzar con picor en los ojos, las palmas y las plantas, además de enrojecimiento generalizado del cuerpo. En pocos minutos se puede añadir dificultad para respirar, malestar general, con palidez y piel fría, náuseas y vómitos. Así que, si el niño comienza con estos síntomas, hay que llevarlo al centro médico más cercano de forma urgente o llamar al 112.
Cuándo consultar al pediatra
Respecto a cuándo se debe consultar a los pediatras, la AEP recomienda hacerlo cuando aparezcan reacciones generalizadas en la piel tras haber sufrido picaduras de avispas, abejas o abejorros y si la zona de la picadura se hincha mucho o continúa hinchándose durante horas.
Algunas zonas específicas, como la boca y la nariz, son más peligrosas, porque al inflamarse se puede obstruir la entrada de aire, dificultando la respiración.
Si la hinchazón persiste varios días puede que se haya infectado, aunque si la reacción local inicial ha sido grande, tarda más en bajar. Las lesiones infectadas suelen estar muy rojas, calientes y duelen; a veces se asocian también con fiebre. En estos casos, el médico puede administrar antibiótico tópico o por vía oral.
Las consecuencias de una picadura suelen ser leves molestias en la zona afectada. Sin embargo, las personas con alergia a las picaduras de avispas o abejas pueden tener reacciones graves que pongan en riesgo la vida. Suelen ser muy rápidas, inmediatas a la picadura.
Síntomas según el animal que pica
Cuando un insecto (mosquito, avispa, abeja, pulga, etc.) o una araña pican, inoculan sustancias en el cuerpo que irritan la piel, haciendo que aparezcan habones o ronchas en la zona en la que han picado.
Los síntomas van a depender del animal que pique:
• Mosquitos: suelen provocar habones, más raramente ampollas, que son pruriginosas.
• Avispas y abejas: en este caso el habón duele. Pasadas unas horas después de la picadura, el habón suele ir disminuyendo. En algunas personas, la picadura sigue aumentando de tamaño lentamente durante varias horas. Una diferencia entre avispas y abejas es que la primera no deja el aguijón clavado.
• Garrapata: suele quedarse adherida a la piel y se va hinchando según chupa la sangre del huésped. Otras veces, la picadura pasa desapercibida y unos días después se aprecia una costra negra.
• Arañas y escorpiones: las primeras producen una mancha roja en la piel con dos puntos centrales, mientras que los segundos solo uno, que puede doler. Las especies que existen en España son poco peligrosas.
• Chinches y pulgas: ambos producen varias picaduras y ronchas agrupadas sobre una zona del cuerpo. El picor es inmediato.
Además, las reacciones en algunas personas son más intensas, ya sea en el lugar de la picadura, con grandes habones y vesículas, o de forma generalizada, con ronchas y habones por todo el cuerpo, que se conoce como urticaria. Algunas pueden presentar dificultad respiratoria o un colapso circulatorio que puede poner en peligro la vida. Las avispas y las abejas son las que producen reacciones graves con más frecuencia, pero son poco habituales en los niños.
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