El año termina como comenzó: con los ojos puestos en China, donde unos sonados experimentos han ensanchado las fronteras biológicas, y en algunos casos también han rebasado los límites éticos, según consenso de la comunidad científica internacional. Así lo consideraron ante el anuncio -de momento, sin el aval de una publicación científica- de la primera modificación genética de unos embriones mediante la herramienta CRISPR. Hace tres semanas, el investigador He Jiankui, de la Universidad de Shenzhen, en China, anunciaba a la agencia AP que había modulado el ADN de dos embriones para culminar con el nacimiento de unas niñas inmunes al virus del sida.
Por primera vez se cruza la frontera de la línea germinal en un ser humano. Gran parte de la comunidad científica manifestó entonces su malestar por el estudio, que consideraron prematuro y carente de las condiciones de seguridad necesarias; algunos lo calificaron de experimento con humanos. Otros pusieron de relieve que no se buscara curar o evitar una enfermedad discapacitante, sino el dotar a las niñas de una supuesta inmunidad (solo se silenció el gen codificador de CCR5, pero el virus del sida puede usar otros receptores celulares para infectar). La propia universidad donde trabaja He Jiankui expresó su desconcierto por el trabajo y tomó medidas contra el científico.
Sin dejar el país asiático, en enero también se rebasaron otras lindes biológicas. Un grupo de investigación de Qiang Sung, de la Academia China de Ciencias en Shanghái, lograba clonar por primera vez a dos macacos por transferencia del núcleo de una célula somática (en concreto, un fibroblasto fetal). La misma técnica con la que nació la oveja Dolly en 1997 se resistía en los primates no humanos, a diferencia de otras especies mamíferas, como ratones o vacas.
Para superar este desafío, el primer autor del estudio, que apareció en Cell, el becario posdoctoral Zhen Liu, pasó tres años practicando y optimizando el procedimiento de transferencia nuclear celular. Finalmente, consiguió establecer un sistema para introducir moduladores epigenéticos con los que incidir en los genes inhibidores del desarrollo embrionario. No obstante, la eficiencia clonadora sigue siendo baja: los investigadores tuvieron que transferir ADN del fibroblasto a 127 óvulos, de los que se obtuvieron 109 embriones y se transfirieron 79 en 21 hembras.
Con todo, el nacimiento de los monos clónicos Zhongzhong y Huahua supone todo un avance técnico si se tiene en cuenta que desde el inicio de 2000 se han utilizado más de 15.000 óvulos simios en tentativas clonadoras sin éxito, según estimaciones del biólogo Shoukhrat Mitalipov, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, en Estados Unidos.
Los primeros monos clónicos (en 1999 el equipo de Gerald Schatten había clonado un macaco, pero mediante división embrionaria, que emula lo que ocurre de forma natural con los gemelos) constituyen para sus artífices un paso hacia la generación de modelos no solo de enfermedades con base genética, sino también para investigar en patologías multifactoriales, como el cáncer, la enfermedad inmune, los trastornos neurológicos y los metabólicos. De hecho, el éxito de este trabajo ha impulsado que la ciudad de Shanghái ponga en marcha un centro de investigación internacional en primates, donde se concentrará el estudio en este campo a fin de desarrollar animales para la experimentación.
La posibilidad de diseño de modelos de investigación se potenciaría aún más combinando la transferencia nuclear somática con la técnica de edición genética CRISPR-Cas9, como se apresuraron a señalar los científicos. Para algunos, en cambio, no era necesario recurrir a la clonación -acercando así la posibilidad de que se aplique en el ser humano- cuando las actuales técnicas de edición genética ya están ampliando suficientemente la capacidad de innovar en biología.
Por primera vez se cruza la frontera de la línea germinal en un ser humano, lo que ha provocado el rechazo de la comunidad científica
De hecho, utilizando CRISPR-Cas9, otro equipo de investigadores de la Academia de Ciencias China obtuvo a partir de dos hembras ratones y otras dos de padres crías murinas sanas. Los ratones nacidos tuvieron además su propia camada con normalidad. Con este experimento, publicado en Cell Stem Cell, los científicos querían responder a la pregunta de por qué los mamíferos, a diferencia de lo que ocurre en algunos reptiles, anfibios y peces, no pueden reproducirse a partir de una pareja del mismo sexo, incluso mediante las actuales técnicas de fertilización y reprogramación celular. Lo lograron eliminando la impronta materna de tres regiones cruciales de ADN.
Para el autor principal del trabajo, Wei Li, “esta investigación nos muestra lo que es posible. Vimos que los defectos en los ratones de dos madres se pueden eliminar y que las barreras de reproducción con dos padres en los mamíferos también se pueden salvar mediante la modificación de la impronta. También hemos desvelado algunas de las regiones implicadas en la impronta genética más importantes que dificultan el desarrollo de estas técnicas, lo que aporta conocimiento, además de en ese proceso de impronta genética, en la clonación animal”.
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