Ricardo Gómez Huelgas, nuevo presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) hasta 2020, pide al Ministerio de Sanidad y comunidades que tengan en cuenta los riesgos de fragmentar la atención con la aprobación de nuevas especialidades, específicamente pensando en Urgencias e Infecciosas. “Creo que hay margen para un acuerdo y nosotros dejamos la puerta abierta”. En clave interna, la sociedad busca reforzar la participación de los socios, ayudar a romper el techo de cristal de las internistas y seguir trabajando en establecer estándares de acreditación de calidad.
PREGUNTA. En líneas generales, ¿en qué aspectos quiere incidir en los próximos dos años?
Aumentar la visibilidad de Interna en diferentes ámbitos, tanto ante la ciudadanía como la Administración; la apuesta por la investigación clínica y seguir trabajando en la acreditación de los servicios de la especialidad. También queremos estrechar la relación con las asociaciones de pacientes, y mejorar la participación de los socios, haciendo la SEMI más transversal y poniendo el foco en dos puntos: aumentar la participación femenina en órganos directivos, plataformas docentes y congresos, y en seguir ayudando a los jóvenes, porque son el futuro del sistema.
¿Qué quieren destacar cuando hablan de más visibilidad?
Somos la especialidad hospitalaria que más pacientes atiende y una de cada cinco altas está firmada por un internista. Desde el punto de vista hospitalario y demográfico, Medicina Interna no es sólo un pilar, es que está llamada a tener un protagonismo en el futuro en colaboración con otras especialidades y sobre todo con primaria. Pero en España tenemos muchos planes para crónicos que no se acompañan de un compromiso presupuestario, y sin ese aval que refuerce primaria y facilite otro tipo de organización enfocada a la atención multidisciplinar, estamos abocados al fracaso. Pero vende más el titular sobre avances tecnológicos o técnicos que una reflexión de este tipo. Ante los ciudadanos, hablar de médicos de personas es más complicado y decir que somos generalistas conlleva cierta carga negativa. Lo que vende es la especialidad y la superespecialidad y eso es un paso atrás.
¿Y ante la Administración?
Sorprende que, por ejemplo, se pongan en marcha planes muy vinculados a nuestra actividad, sobre patologías mayoritariamente atendidas por internistas sin contar con la sociedad que los representa, como pasó con el plan de resistencia a los antibióticos, cuando el 40 por ciento de las infecciones las atienden en Interna.
¿Puede haber alguna relación entre esto y el grado?
El grado es clave, porque la formación debería estar en manos de un médico que tenga una visión integral del paciente, no tanto ofertar unos estudios fraccionados por patologías y aparatos, que es a lo que estamos asistiendo. Si bien encontramos brotes verdes, como en la anterior elección MIR, cuando 11 de los cien primeros eligieron Interna. Significa que la docencia de los que colaboran con las prácticas clínicas de grado está calando en la gente joven.
Ha comentado que venden más las especialidades y superespecialidades frente a lo generalista. ¿Qué hay de los planes de Sanidad para aprobar las nuevas especialidades de Urgencias e Infecciosas?
Nos estamos jugando el modelo de formación de posgrado del médico porque nos preocupa mucho seguir fragmentando la atención médica y es una inquietud que la SEMI comparte con otras sociedades de Medicina de Familia, e incluso con Cardiología y Cuidados Intensivos, que no tienen intereses directos. En conjunto representamos a más de 60.000 profesionales. Creo que nos unen más cosas de las que nos separan: comparto plenamente que haya un reconocimiento y una carrera profesional para estos médicos; comparto la necesidad de que haya superexpertos en infecciones y en el paciente agudo. En lo que diferimos es en la forma de alcanzarlo. Los argumentos de nuestros compañeros de Infecciosas y Urgencias son reclamaciones más laborales y profesionales que científicas y organizativas.
¿En qué sentido?
El principal argumento es que sus especialidades tienen un reconocimiento en Europa, lo cual es una verdad parcial: quien hace esa formación ha hecho previamente otra en Interna de dos, tres, cuatro años según el país. Además, argumentar que sin infectólogos la gente se va a morir porque van a salir gérmenes multirresistentes es faltar a la realidad y caer en el alarmismo. Respecto al resto de Europa, todos los indicadores sanitarios son excelentes, excepto en consumo de antibióticos, pero eso es materia de educación poblacional y de primaria. Creo que hay una vía intermedia en la negociación, que los itinerarios formativos se pueden adaptar a un programa común. Habrá que negociar los tiempos de formación y la cartera de servicios de cada una. Un especialista en Infecciosas no debería ver las patologías de baja o mediana complejidad, muchos especialistas de otras áreas ya lo hacemos sin problema. Tenemos un escenario de posible encuentro y negociación siempre que haya predisposición. Por mi parte la puerta siempre estará abierta, siempre que tengamos en cuenta la sostenibilidad del sistema y que hay que organizarse en función de los intereses del paciente.
¿Pero perciben esa predisposición por parte de Sanidad?
Por ahora ninguna. En este debate las sociedades de Interna y Familia hemos llegado tarde, porque los compañeros que se juegan a corto plazo su reconocimiento profesional llevan muchos años explicando sus argumentos y muchas de estas razones se han asumido. Desde la Administración son conscientes de que en este tema no hay unanimidad entre la profesión, pero este tren lleva mucho recorrido y pararlo en marcha es muy complicado. Es que además un argumento que se debería tener en cuenta es la sostenibilidad del sistema e ir aprobando nuevas especialidades en un contexto de plantillas envejecidas y problemas de recambio generacional es pegarse un tiro en el pie. Cuando un especialista encuentra su nicho de acción, no podemos contar con él para tareas generalistas, que es lo que está demandando la sociedad.
¿Observan ustedes que falten profesionales en Interna?
Es un problema no de especialidades, sino del propio sistema, e Interna entra dentro de las especialidades clásicas y por tanto la edad media es un poco más alta que en especialidades más nuevas como Reumatología u Oncología Médica. No es sólo que vayan a faltar médicos, es que están faltando ya. No compliquemos más la cuestión creando nuevas especialidades que compartimenten más la atención. El desafío es tener un médico polivalente que sea capaz de atender las tareas comunes de un hospital y después tenga formación suficiente como para entrar en áreas específicas.
Volviendo a los proyectos de la sociedad, este año se puso en marcha el proyecto SEMI-Excelente.
Debemos trabajar cada vez mejor y es importante auditar nuestra actividad y adaptarnos a unos estándares de excelencia. Este año hemos certificado a 17 servicios y además estamos trabajando en un sistema para las unidades funcionales dentro de Interna, que tenemos muy avanzado, teniendo en cuenta áreas como las enfermedades autoinmunes, las enfermedades raras, la insuficiencia cardíaca, etc.
¿Dónde quieren enfocar el próximo estudio Recalmin? La última edición detectó importantes diferencias autonómicas en mortalidad en riesgo.
Todavía debemos hablar en la sociedad sobre qué haremos en el futuro. Respecto al último estudio, hay que ser cautelosos, porque los datos pueden estar sujetos a muchos sesgos y variables que no controlamos. Hay variables que pueden influir, como las tasas ajustada por edad, el grado de comorbilidad, la presencia de unidades de paliativos dentro del servicio de Interna. Hay que ir afinando el análisis.
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