Algunos pacientes reciben la llamada de su farmacéutico hospitalario para recoger su medicamento hospitalario en la farmacia, como en Cantabria, y otros un SMS en su móvil, como en Cataluña, gracias a la plataforma Farmaserveis, que conecta a todos los agentes implicados. Pero todos han dicho adiós a estar más de tres horas esperando en el hospital para recoger un medicamento de diagnóstico hospitalario y dispensación hospitalaria (DHDH), también llamado medicamento hospitalario de dispensación ambulatoria (MHDA).
Los farmacéuticos y demás sanitarios del Hospital del Mar, de Barcelona, artífice del protocolo puesto en marcha en Cataluña con la farmacia comunitaria, han visto cómo las colas de pacientes han pasado de 200 antes de la pandemia a cinco, de manera que 4.200 de sus 7.000 pacientes los recogen ya en boticas. Primero fue Cataluña, con 10.000 pacientes incluidos en el programa (la mayoría, del Hospital del Mar); casi a la vez Cantabria, con más de 600 pacientes que reciben cada mes sus medicamentos hospitalarios en su farmacia (la mayoría, unos 500, del Hospital Marqués de Valdecilla; el resto, de Sierrallana y Laredo).
En Cataluña una plataforma conecta a farmacéuticos hospitalarios, boticas y pacientes
Ambas lo pusieron en marcha antes de que el Gobierno publicara la Orden Ministerial 293/2020, en marzo de 2020, que habilitaba a las comunidades autónomas para establecer medidas que garantizaran la dispensación de los medicamentos de dispensación hospitalaria fuera de las dependencias del hospital. Poco a poco se añadieron más comunidades autónomas, y ya son siete las que han apostado por esta dispensación colaborativa, con la suma de Andalucía, Aragón, La Rioja, Navarra y la Comunidad Valenciana.
Otras comunidades, como Galicia y Madrid, esperan que sus respectivas leyes de ordenación farmacéutica (la de Galicia, pendiente de desarrollo, y la de Madrid, en tramitación urgente) reflejen el potencial asistencial de las farmacias mediante la atención farmacéutica domiciliaria, aunque se emplee el concepto ambiguo de entrega informada, que no satisface las aspiraciones asistenciales. Eso sí, la Ley gallega, de 1999, contempla en su artículo 7.2 que en la “entrega informada” de medicamentos cuya dispensación esté restringida únicamente al ámbito hospitalario puedan colaborar las oficinas de farmacia de la zona, algo en lo que la administración está trabajando, como asegura a este medio el consejero de Sanidad de Galicia, Julio García Comesaña. El borrador de la nueva Ley de Madrid no hace ninguna mención a medicamentos hospitalarios.
En Cantabria participan los tres hospitales, las 278 farmacias y las tres cooperativas de distribución
Al margen de diferencias autonómicas, hay un reconocimiento institucional nacional a esta dispensación colaborativa. Así, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, elogió “la capacidad y la realidad de coordinación efectiva entre las estructuras farmacéuticas. Parecía que no era fácil, pero lo hicieron fácil”, declaró el pasado mes de junio en la entrega de Premios Panorama y Medallas del Consejo General de COF. Y anunció su intención de consolidar esta dispensación no presencial de medicamentos hospitalarios con su inclusión en la reforma de la Ley de Garantías y Uso Racional del Medicamento: “Creo que es un camino que tenemos que seguir explorando cuando esta pandemia la consigamos dejar atrás, más pronto que tarde”.
Cataluña, antes de la pandemia
Por tanto, las iniciativas de estas siete autonomías evidencian su éxito, según explica el farmacéutico hospitalario Santiago Grau, director del área del medicamento del Hospital del Mar: “Antes de la pandemia, en agosto de 2019, se nos ocurrió a la jefa del Servicio de Farmacia del Hospital del Mar, Olivia Ferrández, y a mí presentar un proyecto al COF de Barcelona, en el cual decíamos que los puntos de salud que son las farmacias estaban desaprovechados, no solo en Cataluña, sino en toda España, y que debíamos hacer una atención farmacéutica compartida a los pacientes que reciben MHDA”.
Dicho y hecho. El COF de Barcelona tomó nota pero, en pleno desarrollo del proyecto, apareció la pandemia. “Entonces el Servicio Catalán de Salud (CatSalut) compró que los farmacéuticos de oficina de farmacia compartieran la dispensación con los farmacéuticos de hospital, pero ahí se acababa. No contemplaba asesoramiento técnico-farmacológico ni nada, que es lo que nosotros presentamos en nuestro proyecto inicial. Proponíamos impartir unos cursos organizados con el COF de Barcelona (que nos nombró hospital de referencia), para dar una información básica al farmacéutico comunitario y que tuviera una percepción de la importancia de vigilar qué medicación no MHDA se da a un paciente que puede tener un impacto negativo en la prescripción de esos MHDA. Está en un stand-by, que ojalá con el tiempo dejen añadirlo”. Grau se refiere no solo a formación, sino también a que puedan comunicarse entre ellos en caso de detectar interacciones: “Ya lucharemos por ello”.
Añade que, si se desarrolla hasta el final, seguramente llevará unos costes que deberán enmarcarse en un acuerdo del Consejo de COF con los diversos departamentos de salud autonómicos. Y señala un punto que considera vital: “De alguna manera, en estos momentos los farmacéuticos comunitarios no están cobrando por dispensar esta medicación, y ellos son empresa privada. Se están portando de una manera extraordinaria y les gusta. Sería increíble tener esta calidad asistencial, aunque hay limitaciones presupuestarias, y que se invirtiera algo de dinero en programas como éste”.
A este respecto, Óscar Capel, farmacéutico comunitario en Barcelona, con unos 12 pacientes a los que dispensa medicación del Hospital del Mar desde el principio de la pandemia, señala que “si hay una forma de facilitar las cosas a la gente, hacemos lo que haga falta. Te diría que sí es mejor que este servicio se remunerase, pero, como ha pasado cuando ha pasado, no nos lo hemos planteado. Tampoco requiere un esfuerzo monumental. Recibes un paquete, lo guardas en buenas condiciones y lo entregas con protocolos”.
En cuanto a la falta de comunicación con el farmacéutico hospitalario, matiza que también llevan quejándose muchos años de ello: “Pasa en todos los estamentos, igual que los Mossos (policía autonómica) dicen que no se comunican con la policía urbana. Y no sólo sucede de cara a nosotros, sino también de cara al paciente. Todo sería mejor si hubiera un canal que lo facilitara”. Respecto a reacciones adversas en pacientes que acuden a por sus MHDA, no ha observado ninguna y matiza que “casi siempre se llevan solo la medicación hospitalaria”
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Cómo es el proceso
En el caso de Cataluña, hospitales y farmacias emplean la misma plataforma tecnológica de registro asistencial, Farmaserveis, del Consejo catalán de COF. El también farmacéutico comunitario David Folch, que dispensa fármacos del Hospital Vall d’ Hebron, de Barcelona, para una paciente con síndrome de Down (una de las 700 de dicho hospital incluidas en el programa), detalla cómo funciona: “El proceso técnico en sí es muy sencillo. Entras en una página web, te van llegando los mensajes según te van a ir enviando los medicamentos, te dice quién lo va a pasar a recoger, y tú solo tienes que esperar el paquete, que te lo trae la cooperativa. Compruebas que es para esa persona, que está bien y es lo que pone en el albarán, y el sistema envía un mensaje en el móvil a la persona que va a recogerlo. Ha ido muy bien”, señala.
Así lo corrobora Mª Carmen Navas, hermana de Silvia Navas, paciente con síndrome de Down del Hospital Vall d’ Hebron: “Yo antes iba hasta allí a recoger la medicación, pero me llamó un chico del hospital para preguntarme si me iba bien recibir el medicamento en la farmacia, y le dije que sí, porque me pilla más cerca”. Así, le han traído tres veces el medicamento que su hermana necesita para tratar su cardiopatía congénita, Bosentan. “Mi hermana toma cada día dos pastillas. La caja lleva cuatro tabletas, y cada tableta dura una semana”. Y no tiene queja.
La misma percepción de satisfacción tiene Capel: “Los pacientes están encantados de venir aquí antes que al hospital. En nuestro caso, tenemos medicamentos inmunosupresores y de VIH”. En cuanto a los pacientes de VIH, señala que les dispensan igual que al resto, sin hacerlo en una zona de atención personalizada, “porque el medicamento viene en una bolsa cerrada”.
Pacientes que son excepciones
Aun así, Grau matiza que excepcionalmente algunos pacientes VIH prefieren seguir recogiendo su medicación en el hospital o piden que se les envíe a una farmacia más alejada de su casa, por temas de confidencialidad. Como norma, cuando una persona inicia el tratamiento con un MHDA siempre hay una doble visita inicial previa a la inclusión en este programa: “Se les da toda la explicación de la medicación en vivo y en directo, con una visita presencial, y se le hace un seguimiento al cabo de un mes para ver cómo le ha ido. En la segunda visita presencial, si se ve que el paciente ha entendido todo y no ha habido ningún problema, se le ofrece la posibilidad de incorporarse a este programa de dispensación compartida”.
Aparte de algunos pacientes con VIH que rehúsan participar en el programa, Grau explica que hay enfermos oncológicos que, dada su complejidad, requieren una atención especial, aparte de que las sesiones de quimioterapia hacen inevitable su presencialidad.
Cataluña y Cantabria, las pioneras
Tanto Cataluña como Cantabria fueron dos autonomías pioneras. ¿Diferencias con Cataluña? “Ellos hicieron un programa informático, pero aquí aún no lo tenemos”, aclara Rita de la Plaza, presidenta del COF de Cantabria. En lo que Cantabria sí es pionera, según De la Plaza, es en que desde el principio “participó toda la comunidad, las 278 farmacias, los tres hospitales y los tres almacenes de distribución. En Cataluña es voluntario, pero no todas las farmacias ni hospitales están incluidos en el programa y solo funcionan con un almacén”. Marta Valero, jefa del Farmacia del Hospital Marqués de Valdecilla (Santander), explica que están en contacto permanente con el COF de Cantabria para comunicar cualquier incidencia que surja.
Sara Barbadillo, responsable del programa en el hospital, detalla cómo es el proceso de enviarle la medicación al paciente. Primero, el farmacéutico de hospital realiza una atención telefónica, concreta a qué farmacia quiere que le envíen su medicación, y esa farmacia tiene un código, que les proporciona el colegio.
“Previamente, la farmacia ya ha elegido qué almacén quiere que se lo distribuya, y nosotros lo tenemos todo en una base de datos que ya tenemos rodada. Al final del día comunicamos a cada distribuidor cuál es la ruta que tiene que hacer al día siguiente”, explica.
“El farmacéutico recoge un paquete que viene identificado con el nombre del paciente y su teléfono”. Valero añade que todas las farmacias de Cantabria (ya que todas se han adherido al programa) saben que en cualquier momento pueden recibir un medicamento hospitalario, “y el paciente ya está avisado por el farmacéutico de hospital un día antes”.
Barbadillo comenta que las consultas de dispensación externa las tienen divididas en dos: una, con pacientes oncohematológicos, y otra, con el resto de patologías. “Ambas trabajan con agendas y telefarmacia”. En total, tienen 1.300 pacientes (500 oncohematológicos) que en estos 9 meses, desde febrero de 2021, han recibido al menos una vez su medicación en la farmacia (las entregas varían cada mes). “Lo normal es que cuando entran en el programa sean reincidentes”, matiza.
Aseguran que este programa ha continuado gracias a invertir más recursos. En un primer momento, en marzo de 2020, se elaboró en un fin de semana, y en una segunda fase en 2021 se reelaboraron los protocolos. Contrataron a otro farmacéutico hospitalario en exclusiva para el programa (Barbadillo) y a dos técnicos de farmacia.
Como puntos de mejora, Barbadillo comenta que la atención farmacéutica no presencial se realiza principalmente por teléfono: “Queremos avanzar en nuevos modelos de comunicación, como la videoconsulta”. Precisamente en esto trabajan desde el Servicio Cántabro de Salud, como señala a este medio Jorge de la Puente, director general de Ordenación, Farmacia e Inspección.
En Cataluña los farmacéuticos hospitalarios recurren a la telefarmacia con los pacientes, si bien Grau admite que hay un hándicap con quienes tienen alguna limitación intelectual o personas mayores no familiarizadas con las tecnologías.
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Satisfacción y ahorros
En todo caso, Grau explica que publicarán en breve una encuesta de satisfacción en pacientes, así como un estudio comparativo entre los pacientes que forman parte de este programa y los que no. En dicho estudio participan también el CatSalut y el COF de Barcelona.
Por su parte, el COF de Cantabria ya analizó los ahorros que supone esta dispensación, en un estudio que realizó junto al Consejo General de COF y la Fundación Weber, basándose en datos de entre abril y mayo de 2020 del Hospital Marqués de Valdecilla. Así, en un solo hospital se ahorraron 30.205 euros en mensajería y el paciente se ahorró 23.309 euros, por desplazamientos y pérdidas de productividad evitadas, así como 93.305 kilómetros en traslados al hospital.
A su vez, el Consejo General de COF presentó en octubre un estudio sobre la dispensación colaborativa en pandemia en seis autonomías, elaborado por la consultora Hiris, donde todos los pacientes mostraron su satisfacción. Lo más valorado fue la comodidad y rapidez (48%), no tener que ir al hospital (40%), evitar desplazamientos (38%), proximidad de la farmacia (24%), ahorro en transporte (22%) y amplio horario en botica (20%).
Según el 54% de los encuestados, el farmacéutico de hospital fue quien le ofreció esta alternativa, un 16% señaló que fue algún profesional de enfermería y otro 16%, por petición propia o de algún familiar.
En cuanto al lugar de recogida, el 98% dijo que fue en su farmacia habitual. En el 88% de los casos el farmacéutico comunitario contactó telefónicamente con el paciente para que recogiera la medicación y en un 2% adicional el farmacéutico comunitario contactó por otros medios (whatsapp, SMS o e-mail).
Según datos de la SEFH sobre pacientes externos que emplearon los servicios de farmacia hospitalaria en 2018 (980.410), la dispensación ambulatoria ahorraría al año casi 10 millones de visitas, como asegura dicho estudio.
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