Han transcurrido dos años (octubre de 2019) desde que se aprobó la financiación en el Sistema Nacional de Salud (SNS) de la profilaxis pre-exposición (PrEP) con emtricitabina (FTC) y tenofovir disoproxil fumarato (TDF) como medida de prevención de la infección por el VIH en población de alto riesgo. Se trata de una intervención biomédica de la que se dispone evidencia científica sobre su eficacia como estrategia preventiva combinada y en la que el uso del preservativo supone la herramienta principal.
En el XII Congreso Nacional que el Grupo de Estudio del Sida (Gesida) está celebrando esta semana en Málaga se ha realizado una revisión de la situación actual, a cargo de la presidenta del Plan Nacional del Sida del Ministerio de Sanidad, Julia del Amo. La conclusión que se infiere es que es positiva pero mejorable. Son necesarios más centros autorizados para la dispensación y una ampliación de los supuestos, que hoy se limitan a hombres que tienen sexo con hombres y a transexuales.
Según lo que ha confirmado Del Amo en Málaga, esta última condición puede cumplirse pronto pues el Ministerio de Sanidad está trabajando para ampliar la indicación a mujeres en riesgo, adictos a las drogas parenterales y menores de 18 años.
En estos momentos, existen alrededor de 10.000 usuarios de la PrEP en nuestro país, de los cuales la mitad corresponden a Cataluña. Pese a que todas las comunidades autónomas cuentan con centros autorizados, en Cataluña existen más de 20. En el congreso se ha puesto de relieve el caso de la Comunidad de Madrid, con una población similar a Cataluña, pero con un solo centro y menos de la mitad de usuarios.
“La situación de Madrid debería cambiar”, ha aseverado el moderador de esta mesa sobre prevención, Esteban Martínez, especialista del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clinic de Barcelona. Y es que aunque existen dispositivos en todas las comunidades autónomas, la implantación es muy desigual y la pandemia por la covid-19 no ha ayudado: “La covid-19 ha sido un obstáculo adicional para la utilización de estos servicios”. No obstante, Gesida conmina a que se tome el ejemplo de Cataluña: “Debemos trasladar su experiencia a otras autonomías donde la PrEP está menos desarrollada”.
Enfermedades de transmisión sexual
Lo habitual es que los usuarios de la PrEP provengan de los servicios de urgencias o derivados por los médicos de familia debido a que han mantenido una conducta sexual de riesgo o sufren una infección de transmisión sexual. La medicación se toma una vez al día de forma continuada.
De hecho, Julia del Amo ha significado que la PrEP se enmarca dentro de una estrategia más amplia de lucha contra las enfermedades de transmisión sexual; la presidenta del Plan Nacional de Sida ha adelantado que el Ministerio está elaborando un plan nacional de prevención. “Si tenemos una de estas patologías, es que compramos un número de lotería para que nos tocara el VIH”, ha advertido Esteban Martínez.
La información a la población es una herramienta principal y las campañas de prevención ya no tienen el mismo eco mediático de antaño, lo que ha propiciado una pérdida general de miedo al VIH, junto con la efectividad del tratamiento, que logra evitar el desenlace mortal de los primeros años y que los pacientes lleven una vida absolutamente normal.
No hay que bajar la guardia
Gesida reclama campañas que incidan en que el riesgo es real, donde el VIH y el sida se liguen a las enfermedades de transmisión sexual, que incidan en que el sexo responsable es la única manera de no infectarse, campañas que deben dirigirse no sólo a los homosexuales, sino a las mujeres, los hombres heterosexuales y los jóvenes, incluidos los menores de edad.
Los homosexuales son el grupo de más riesgo pero son también los más concienciados: “Tienen la mentalización a flor de piel”. Por esta razón, es el colectivo donde se ha producido el descenso de contagios más fuerte. En los heterosexuales y en las mujeres la disminución no ha tenido tanta relevancia. “Los datos de VIH no son malos pero las enfermedades de transmisión sexual están aumentando”, ha subrayado Martínez.
Los médicos de familia, de urgencias, especialistas como ginecólogos o urólogos, comunidades autónomas y ayuntamientos deben implicarse en esas campañas y acciones de información. El mensaje de Gesida está claro: no hay que bajar la guardia.
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