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miércoles, 7 de agosto de 2019

Algunas consideraciones sobre la incorporación de la inteligencia artificial a la asistencia sanitaria

Hoy en día dentro de las tecnologías que podemos enmarcar en lo que se denomina inteligencia artificial la dominante es el aprendizaje automático (y probablemente lo seguirá siendo durante algún tiempo) que ha despertado amplias expectativas en cuanto a su impacto en la sanidad. Sin embargo, tengo la impresión de que en términos generales estamos subestimando la escala, el alcance y la velocidad del impacto actual de la inteligencia artificial en el ámbito sanitario. No nos resulta fácil ser conscientes de cómo la inteligencia artificial está cada vez más presente en nuestros procesos y quizás no nos damos cuenta porque no es algo material, palpable, ni tan siquiera un programa informático que podemos iniciar y ver su funcionamiento.

Pero lo cierto es que la inteligencia artificial se está integrando de forma extraordinaria en nuestros procesos, incorporándose día a día en el numeroso hardware y software que forma parte de la atención sanitaria cotidiana. Poco a poco, pero sin pausa los programas basados en inteligencia artificial en el ámbito sanitario están mejorando sus capacidades, logrando hacer cosas que ni nos imaginábamos y lo hacen utilizando de forma eficiente toda la ingente información disponible, aunque no tan fácilmente accesible.

La revolución en los sistemas sanitarios

Todas las tecnologías basadas en inteligencia artificial (y son muchas) aprovechando el big data van a ayudar a producir en un plazo no muy largo (de hecho, ya ha comenzado) una revolución tanto a nivel macro en los sistemas sanitarios como a nivel meso en las organizaciones sanitarias y micro en el quehacer diario de los profesionales. Y estoy hablando de revolución no de mera transformación.

“Las tecnologías basadas en inteligencia artificial ayudarán a producir una revolución a nivel macro macro, a nivel meso y micro en el entorno sanitario”

Ciertamente la aplicación de estas técnicas en determinadas áreas está siendo muy rápida, ahora bien, algunas otras áreas requerirán mayores desarrollos y sobre todo tiempo, mucho tiempo para su óptimo desarrollo con seguridad.

Hoy en día ya no hablamos de ejemplos, sino que podemos ver los potenciales beneficios de aplicar estas tecnologías en la salud en la mejora de los tratamientos y diagnósticos en muchas especialidades, identificación de los riesgos en la administración de varios medicamentos al tiempo, predicción de reingresos, generación de modelos pronósticos incluso al realizar algunas intervenciones quirúrgicas, encontrar patrones en grandes volúmenes de datos como los que se obtienen de áreas como la genómica, etc. Y esto es solo el principio de las numerosas aplicaciones que están obteniendo (o en proceso de hacerlo) la aprobación de la FDA que han crecido de forma exponencial.

Análisis de la información en tiempo real

Por otra parte, tampoco podemos olvidar la importancia que tiene otra herramienta como es el análisis de información en tiempo real para ciertas enfermedades y todo lo que ello supone. Tener información en tiempo real, permite por ejemplo optimizar el tratamiento diariamente y no esperar a las visitas programadas. En este sentido la información en tiempo real generada por los diferentes dispositivos diseñados para el autocuidado, como wearables y smartphones está permitiendo el desarrollo de modelos asistenciales diferentes con éxito con espectaculares resultados en cuanto a reducción de consultas, sustitución por consultas virtuales o telefónicas y autocuidado.

Otra aplicación de gran éxito lo constituyen las cada vez más frecuentes propuestas de asistentes virtuales (en forma de chatbots) capaces de mantener una conversación con un ser humano (que pueden estar dotados de inteligencia artificial o no). Ello está generando un cambio profundo en la forma de relacionarse los pacientes tanto con los profesionales sanitarios como con el propio sistema sanitario y abre puertas hacia nuevas formas de abordar tanto la prevención como la asistencia.

No debemos olvidar que estos sistemas son capaces de integrar continuamente nuevos conocimientos y progresan a una velocidad que los humanos no podemos igualar, ni siquiera acercarnos. En estos momentos existen ya aplicaciones que pueden simular ya un complejo razonamiento clínico, incluidas las inquietudes éticas e incluso incorporando evaluaciones económicas. No hablamos tan sólo del manejo imposible por parte de los humanos de grandes volúmenes de datos, sino que también en este caso, las máquinas juegan con dos ventajas: por un lado, el procesamiento del lenguaje natural les permite leer literatura científica en rápida expansión y ser capaces de enseñarse a sí mismas y por otro lado las máquinas juegan con otra ventaja: trabajan sin descanso (modelo máquina).

“El impacto de la tecnología será grande, pero esta situación de revolución disruptiva (que ha llegado para quedarse) tiene actualmente aún limitaciones que hacen necesaria algunas reflexiones”

Aunque asistimos, pues, casi atónitos a esta explosión tecnológica disruptiva debemos entender que su avance es imparable y que su impacto en nuestras vidas va a ser muy grande (probablemente mayor de lo que somos capaces de imaginar ahora). No debemos por tanto menospreciar su importancia y conviene estar enterados porque sin lugar a dudas nuestro futuro depende de ello, pero esta situación de revolución disruptiva (que ha llegado para quedarse) tiene actualmente aún limitaciones que hacen necesaria algunas reflexiones.

Por un lado, existen limitaciones estructurales ya que en general ni los sistemas sanitarios ni las propias organizaciones sanitarias están evolucionando al mismo ritmo que las nuevas tecnologías. A esto se une que para muchos responsables políticos y gestores y también profesionales les es difícil entender en toda su expresión cómo estas tecnologías pueden ayudar y están cambiando las formas de afrontar la prevención y la asistencia sanitaria.

Obstáculos en sanidad pública frente a la inteligencia artificial

También hay que tener presentes las barreras regulatorias, que generalmente implican trabas a la innovación y creatividad, especialmente relevante en el caso de la sanidad pública. En este sentido podemos hablar de algunos obstáculos que ralentizan o dificultan (cuando no impiden) que la sanidad pública de nuestro país avance en este tema:

  • En primer lugar, los referidos a la seguridad y privacidad de los datos: ¿quién es el dueño de los datos?, ¿cómo y dónde podemos utilizar los datos personales? ¿qué seguridad es necesaria en el uso de los mismos?, etc.
  • En segundo lugar, los obstáculos derivados de los incentivos a la mera actividad porque la mayoría de las organizaciones sanitarias siguen midiéndose por la cantidad y no tanto por la calidad en la actividad asistencial o resultados en salud.
  • En tercer lugar, un aspecto que tiene especial relevancia lo constituye la atribución de responsabilidad. ¿Quién es el responsable si un sistema de inteligencia artificial falla en sus tareas asistenciales?
  • Sin embargo, la mayor barrera en el desarrollo y aplicación de estas tecnologías en medicina sigue siendo el acceso a la información ya que información estos modelos y tecnologías no pueden ser desarrollados. En muchas ocasiones, no está centralizada, ni estandarizada, ni integrada, ni compartida. Mi experiencia me dice que las organizaciones sanitarias y las administraciones en nuestro país están aún lejos de lograrlo. Peor aún con la creciente tendencia a considerar que compartir información con terceros que no pertenezcan al sector público es una especie de “privatización encubierta de la sanidad”.

Inteligencia artificial y su integración con supervisión humana

A pesar de que no todo lo que se considera inteligencia artificial es en realidad tal, sino algoritmos predefinidos, tenemos que reconocer algo que nos preocupa (y sobrecoge): en ocasiones estas tecnologías generan algoritmos capaces de ofrecer mucha más precisión, velocidad y capacidad de acierto que los humanos. El problema radica en que desconocemos como se han generado dichos algoritmos, como ha llegado a ese nivel de aprendizaje. Y eso, nos asusta.

Por otra parte, creemos que, por tener grandes recursos de datos, tenemos los suficientes datos precisos y valiosos y no es así, como tampoco disponemos aún del conocimiento abstracto para las tareas complejas requeridas. Lo tendremos, pero probablemente no tan pronto como nos auguran, aunque posiblemente antes de lo que nos estamos preparando.

El objetivo de estos sistemas y estas tecnologías no es, como algunos detractores pronostican, reemplazar a los profesionales sanitarios, que van a seguir siendo el centro de la actividad asistencial, tomarán las decisiones y determinarán las mejores soluciones, pero los sistemas de inteligencia artificial o aprendizaje automático serán una herramienta imprescindible en la que apoyarse para mejorar. Aunque es cierto que los médicos o los enfermeros como los conocemos ahora se volverán obsoletos con el tiempo no lo es menos que seguirán siendo mejores para tratar al paciente como una persona completa (con lo que implica de conocimiento de las relaciones sociales). Y es que, en realidad, la enfermedad, aunque creamos conocer casi todo de ella, es un concepto no bien definido. En efecto no podemos olvidar que la enfermedad siempre posee un componente subjetivo que es posible que no pueda ser curado simplemente por una intervención tecnológica independientemente de su contexto humano.

“Nos encontramos ante un proceso totalmente disruptivo que, aún con las debidas precauciones, debe ser vivido como la gran oportunidad”

El futuro no va a parecerse en nada al presente, estamos en el comienzo de la generación de conocimiento alimentando con nuestro conocimiento la inteligencia artificial para que posteriormente sea la propia tecnología quien soporte nuestro propio conocimiento: es decir nos encontramos ante un proceso totalmente disruptivo que, aún con las debidas precauciones, debe ser vivido como la gran oportunidad.

Al menos por el momento y a medio plazo los enfoques de la inteligencia artificial no están diseñados ni capacitados para reemplazar a los profesionales sanitarios por completo, pero sin duda, la clave del futuro de estas tecnologías pasa por una integración supervisada por un humano ya que sólo así podrán aportar resultados en un sector tan delicado como es el de la salud. Una trayectoria que ya se ha comenzado a perfilar y que con total seguridad nos va a ir sorprendiendo a lo largo de los próximos años.

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