El 20% de población en España padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida. Las más frecuentes como la ansiedad, la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria y los problemas de sueño han sufrido un incremento con motivo de la pandemia por la covid-19, y que se ha visto más acusada entre la población infanto-juvenil de nuestro país. Así se ha puesto de relieve durante una jornada sobre “Sensibilización contra el estigma asociado a la enfermedad mental”, organizado por las sociedades españolas de Psiquiatría (SEP), Psiquiatría Biológica (SEPB) y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), en colaboración con la compañía Janssen.
Celso Arango, presidente de la SEP, ha asegurado que “es necesario poner fin al estigma que acompaña a estas enfermedades, no se puede culpabilizar a alguien por tener una enfermedad, es algo muy cruel".
Desconocimiento, miedo o vergüenza son algunas de las razones que, en opinión de Arango, hace que se hable menos de este tipo de patologías a pesar de la incidencia que tienen. “Es más, las veces que se habla de ellas, no se hace de manera correcta. Hemos de normalizar frente a la sociedad este tipo de patologías y que la población vea que cualquiera podemos tener uno de estos trastornos”.
Impedimentos para acceder a terapias
Otro de los aspectos que preocupan a los expertos está relacionado con cómo el estigma y la vergüenza que sufren estos pacientes puede llegar a impedir que accedan a la asistencia y a los tratamientos que necesitan. En este punto existen dos factores a tener en cuenta; por un lado, “el no reconocer la enfermedad, tanto por parte del paciente como de su entorno y por tanto no tratarla”, señala Arango.
Para Ana González-Pinto, presidenta de la FEPSM, “la falta de profesionales en la sanidad pública contribuye a que la atención a estos pacientes se retrase”. La falta de comprensión hacia los problemas de salud mental se explica, entre otros motivos, por el desconocimiento del origen biopsicosocial de estas enfermedades. “Hay otros problemas de salud que también tienen un origen biopsicosocial, como por ejemplo la hipertensión, que se relaciona no solo con condicionantes genéticos sino también con hábitos de vida, nivel socioeconómico y factores individuales. Y este aspecto se desconoce por completo en la salud mental”.
Víctor Pérez Solá, presidente de la SEPB, considera que el estigma hace que pacientes con enfermedades mentales tarden entre seis y siete años en acudir al médico. “Lo que implica un retraso en su tratamiento. Hay muchas personas que les cuesta o no quieren reconocer que tienen una enfermedad mental, por lo que no buscan tratamiento y esto empeora su pronóstico”.
En cuanto a los retos en la atención a la salud mental, el suicidio probablemente es uno de los principales. “De hecho”, y según González-Pinto, “la mayoría de las comunidades ya han desarrollado una estrategia de prevención del suicidio. Asimismo, la depresión mayor es la patología más frecuente y esto también implica un reto sanitario al que debemos dar respuesta desde todos los ámbitos”.
En cuanto a las necesidades, comenta que es preciso un mayor número de profesionales que atiendan situaciones específicas, como son la psiquiatría infantil, los trastornos de la conducta alimentaria, la prevención del suicidio y las urgencias.
El suicidio, en el punto de mira
En España, en 2019, fallecieron 3.671 personas, 10 muertos por suicidio cada día. “Por hacer una comparación para ver la magnitud del problema: por cada persona que muere por accidente de tráfico, mueren dos por suicidio”, matiza Pèrez-Sola.
“Las estrategias actuales son absolutamente insuficientes porque están escritas, pero no tienen presupuesto que las respalden para implementarlas en muchos casos. Y, desde luego, es necesaria una estrategia a nivel nacional que lidere y coordine el resto de las estrategias. Somos la excepción de Europa, hay muy pocos países en Europa que no tengan una estrategia de suicidio”.
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