Existen, al menos, tres razones excepcionales que aconsejan potenciar el estudio del cerebro: es la estructura más compleja que se conoce; genera nuestros pensamientos y comportamientos, y cuando funciona mal causa cientos de desórdenes en todas las edades, lo que representa para la sociedad una gran carga económica (se calcula que mayor que la suma de cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes). Parafraseando a Cajal, no entenderemos la base del pensamiento o de la enfermedad cerebral hasta que descubramos los principios fundamentales que subyacen a la complejidad estructural y funcional del cerebro. Como con todos los demás descubrimientos científicos que han sido fundamentales, de los hallazgos en torno al cerebro debemos esperar cambios conceptuales en la forma en que nos entendemos a nosotros mismos, nuestro lugar en la naturaleza y en la forma en que podríamos tratar los desórdenes cerebrales. Por eso, el estudio del cerebro trasciende la importancia primordial de los trastornos cerebrales.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con un edificio construido en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares, inicialmente diseñado para albergar un Instituto de Medicina Molecular, que pone a disposición del proyecto CINC, el Centro Internacional de Neurociencias Cajal, que nace con la ambición de generar un espacio de investigación multidisciplinar de alto nivel y competitividad internacional. Esta iniciativa se basa en el convencimiento de que para solventar las enfermedades del cerebro y para diseñar de manera óptima programas educativos y de recuperación de la conducta, no se deben escatimar los esfuerzos dirigidos a la compresión del funcionamiento básico del sistema nervioso.
Queremos que el CINC esté abierto a los investigadores con orientación clínica
Y es que, a pesar de los claros avances a los que el siglo XX ha asistido en este ámbito de estudio, y gracias a la aplicación de disciplinas modernas, como la biología molecular y celular, a la neurociencia, el entendimiento de las causas que originan los trastornos neurológicos y psiquiátricos sigue siendo un auténtico desafío. Responder a preguntas como ¿cuáles son los mecanismos básicos del aprendizaje y de la de memoria? ¿Cuáles son las fuerzas que organizan las neuronas durante el desarrollo para formar núcleos y circuitos funcionales y coherentes? ¿Cuáles son los principios que hacen posible los mecanismos computacionales de los circuitos neuronales?, etc., son retos que llevarán a determinar las causalidades de las discapacidades cerebrales e identificar dianas que vislumbren nuevas estrategias terapéuticas. Y este es un asunto urgente, porque las enfermedades del cerebro afectan a más 127 millones de personas en Europa y generan costes por valor de 780.000 millones de euros al año.
La misión fundamental del Centro Internacional de Neurociencia es proporcionar los conocimientos básicos para la comprensión del cerebro y el comportamiento, y poner estos a disposición de programas de prevención y diseño de terapias para las enfermedades cerebrales más devastadoras, como el Alzheimer, el Parkinson, los comportamientos adictivos, la depresión o la esquizofrenia, cumpliendo con ello con el objetivo general de realizar investigación traslacional.
Queremos, además, que el CINC sea un espacio abierto donde investigadores con una orientación clínica puedan incorporarse al centro temporalmente para desarrollar proyectos que traten de responder preguntas fundamentales en un entorno ideal, disponiendo de los modelos animales y la tecnología necesarios para llevarlos a cabo. Esta es una ilusión que podría acabar paradigmáticamente con el aparente divorcio existente entre la investigación clínica y la básica en el modelo español.
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