El porcentaje de mayores de 65 años ha aumentado en apenas veinte años y, según las previsiones, en el año 2050 la población española que haya superado esa edad estará cercana al 40%, situando a España como una de las naciones más envejecidas del mundo. En este sentido, la apuesta por las nuevas tecnologías y su integración como un elemento más dentro del sector sanitario es clave para mejorar la viabilidad y sostenibilidad del sistema.
El desarrollo de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en salud y sanidad está cimentado en cuatro hechos fundamentales: el envejecimiento demográfico, la cronicidad asociada generadora de una presión asistencial incesante, el desarrollo tecnológico vinculado a una ingente cantidad de datos e información y el acceso creciente de la población a las innovaciones tecnológicas.
El sistema sanitario ha sufrido muchas modificaciones en los últimos años, pasando de una medicina en la que el paciente atendía los consejos de su médico, a otra en la que los pacientes demandan el protagonismo que les corresponde y más información e interacción por parte de los especialistas. De hecho, cada vez son más las nuevas tecnologías que permiten la participación de los pacientes en sus propios procesos asistenciales.
De esta forma, y dentro de una medicina cada vez más personalizada, se puede destacar el papel tan relevante que tiene la generación de evidencia científica a través del análisis inteligente de datos, la medicina no presencial, la salud móvil o ubicua, la historia clínica y la receta electrónica, entre otras herramientas, para ayudar a reducir la presión asistencial a la que se enfrenta la sociedad española, mejorando la eficiencia, accesibilidad y agilidad de los procesos y procedimientos.
Las TIC suponen una evolución determinante en la forma de ejercer la medicina y en el modo de gestionar la sanidad. Hoy en día es difícil entender que un sistema sanitario no aborde con decisión los avances y las innovaciones más disruptivas que conlleva la tan traída era digital.
Ritmos diferentes
Pero en esta carrera por la digitalización, su transformación y disrupción, no todos los operadores sanitarios parten del mismo punto ni todos discurren a la misma velocidad. Según el informe Adaptable Architecture: The Backbone for Digital Business Models de la consultora IDC y la multinacional Workday, el 85% de las organizaciones tienen un sistema informático básico anticuado, algo que se ha acentuado con esta crisis donde el uso de las nuevas TIC ha pasado de ser una necesidad para todos a convertirse en una obligación en aras de la mejora de la competitividad y el liderazgo.
En tiempos inciertos y mientras se afrontan los retos y problemas consecuencia de la covid-19, las organizaciones e instituciones sanitarias necesitan un impulso a sus niveles de agilidad organizativa y de sus sistemas y operaciones a través de una innovación tecnológica y una disrupción digital que les permita afrontar el presente y el futuro con confianza y credibilidad.
En este sentido, la disrupción digital debe ser entendida como una oportunidad real que va más allá de la propia transformación digital basada en la mejora de los procesos y procedimientos con la mirada puesta en la consecución de los objetivos, metas y resultados planteados por la organización. La innovación disruptiva digital es un elemento básico, es la columna vertebral que aporta valor real y que permite adaptarse y responder a los cambios frecuentes del entorno de una forma dinámica, pronta y eficaz.
Protección de datos y privacidad
Llevar a cabo un programa de disrupción digital conduce a escenarios nuevos que aportan enormes beneficios y generan grandes oportunidades, pero es necesario tener en cuenta desde el inicio aspectos ligados a la seguridad, la protección de datos y la privacidad. En este sentido, estos atributos cobran especial protagonismo y relevancia en un sector tan especializado y sensible como es el de la salud y la sanidad y, por lo tanto, han de ser vistos como una garantía de calidad y seguridad de cara a los pacientes y sus entornos familiares y relacionales.
En este contexto de cambio completo del statu quo, el dato y su interoperabilidad son también elementos básicos en una atención sanitaria de calidad que tenga a gala procurar por el paciente y su entorno. En este sentido, contar con sistemas interoperables de historia clínica digital, de receta electrónica, de asistencia, monitorización y seguimiento a distancia basados en una práctica clínica efectiva en la que se hagan bien las cosas correctas, es decir realizar las tareas de forma eficiente y eficaz no es una opción, es ya una obligación.
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