El Benito Menni Complejo Asistencial en Salud Mental (Benito Menni CASM) de Sant Boi de Llobregat, en Barcelona, un grupo de centros de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús concertado con la Generalitat de Cataluña para la atención sanitaria y social principalmente a enfermos mentales, ha logrado en la segunda ola de la pandemia no registrar ningún caso positivo entre sus pacientes y profesionales. ¿Cómo lo ha logrado, con el doble reto que supone proteger del SARS-CoV-2 a personas con discapacidad mental y patologías psiquiátricas y neurodegenerativas?
Este centro, además de su cultura humanística, ha desarrollado durante años una estrategia de calidad y excelencia por la que ha logrado la certificación ISO 9001:2008, la de seguridad de los pacientes UNE 179003:2013 y hasta el sello europeo EFQM + 500. También dispone de una Carta de Servicios reconocida con la certificación UNE 93200:2008.
Pero para afrontar con éxito la segunda ola, esta institución, sin duda, ha hecho algo más allá de lo que, de forma habitual, ya hace. ¿Qué es? Joan Orrit, su director gerente, confirma a Diario Médico que no han registrado ningún caso de contagio interno pero que este nuevo coronavirus representa “un enemigo invisible muy complicado” para sus 700 pacientes y 20 profesionales.
Las claves, explica, tras lo vivido y aprendido en la primera ola, han sido la “anticipación”, “proactividad”, “no bajar la guardia en ningún momento” y “todo el mundo haciendo todo lo posible”.
Sus pacientes son especiales y muy vulnerables: agudos, subagudos, de media y larga estancia, con comorbilidades orgánicas y también mayores. “Nuestra obsesión ha sido protegerlos, y también a nuestros trabajadores”, insiste Orrit.
Para empezar, según su relato, a los pacientes se les ha acompañado más de lo habitual, estando muy encima de ellos para que cumpliesen con las normas de protección básicas: mascarilla y lavado de manos.
En la organización, a partir del 14 de marzo, se constituyó un comité de crisis, con el director gerente, el director médico y la directora de enfermería, que cada día ha evaluado la situación y ha tomado decisiones de manera ágil. Además, todos los estamentos, incluyendo compras, servicios generales, farmacia, limpieza y restauración, se alinearon totalmente con la meta de reducir al máximo los riesgos. “Si falla un eslabón, falla toda la cadena”, recuerda Orrit.
Procesos asistenciales y no asistenciales son monitorizados diariamente, con ayuda de un cuadro de mando con múltiples variables diseñado para la pandemia. La estrategia del centro en materia de calidad y excelencia ayudó de entrada –“teníamos ya mucho ganado”-, pero no bastaba: se incorporaron criterios científicos a todas las decisiones y se consensuaron con los profesionales.
En cuanto a los espacios físicos, el centro dispone de múltiples edificaciones y jardines, por lo que pudo sectorizarlos. Y Orrit revela otra de las claves del exitoso resultado en la segunda ola: disponen de una unidad específica para tener a los pacientes externos en aislamiento preventivo durante 6 días previos al ingreso.
Comunicación interna y formación
Otras medidas que también contribuyen a evitar que el SARS-Cov-2 les afecte internamente: las sesiones periódicas con el comité de bioética del centro; la relación con la atención primaria y residencias de la zona de influencia y con los familiares de los pacientes; la comunicación interna diaria a toda la plantilla; la formación continua, y la atención telemática para comunicarse con el exterior, aunque se permite, bajo estrictas medidas de prevención, la entrada de familiares para acompañar a los pacientes en situación de final de vida o bajo demanda.
Todo ello hace de este complejo sanitario de Sant Boi de Llobregat un caso de éxito a tener en cuenta para analizar lo sucedido en este sector durante la pandemia. “Todos hacemos lo que podemos”, asegura Orrit.
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