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jueves, 24 de diciembre de 2020

La risa en el hospital debe tomarse en serio

Profesión
soniamoreno
Lun, 28/12/2020 - 08:00
El humor ha sido y es una válvula de escape para pacientes y sanitarios
Mascarilla con sonrisa
La risa tiene un efecto catártico y ayuda a conectar socialmente.

El humor se alimenta de la incongruencia y lo extraño, ¿y qué ha sido más raro que estos últimos meses viviendo con un nuevo virus? Por eso, incluso en los momentos más duros de la primera ola, nunca han faltado los memes ni las chanzas en las redes sociales. Para Gil Greengross, profesor de la Universidad de Aberystwyth (Reino Unido) y psicólogo evolutivo que estudia el fenómeno de la risa y el humor, esta faceta es una de los mejores mecanismos para adaptarse a las situaciones desafiantes y emocionalmente abrumadoras.

“Por supuesto, muchas personas se sentirán incómodas al reír en estos tiempos difíciles, especialmente si conocen a alguien directamente afectado. Pero para otros, no solo es aceptable usar el humor frente a la pandemia, sino que incluso puede ser una necesidad. Evidentemente, no nos reímos de la tragedia en sí, ni de las víctimas del virus ni de las personas que lo padecen. Pero podemos apuntar a la situación aparentemente absurda en la que estamos todos”, escribe Greengross, en The Conversation.

Más allá de su efecto catártico, uno de los científicos que investigó en el origen de la risa, Robert R. Provine, en la Universidad de Maryland, planteó que constituye una forma conservada de nuestro deseo de pertenencia al grupo; una especie de fórmula comunicativa primitiva en la que subyace la capacidad para conectar socialmente.

Adaptación, catarsis, conexión con el otro… el humor como actitud vital casa bien con los hospitales. Así lo ve Angie Rosales, fundadora y directora de Pallapupas, una ONG de payasos profesionales que centran su labor en enfermos, sus familias y también, profesionales sanitarios.

Pallapupas
Una payasa de Pallapupas anima a una profesional sanitaria.

El humor no es un recurso médico a priori, pero es humano, y disociar ese factor de la ciencia y la medicina puede pasar una cara factura. De hecho, se está viendo ahora: puede que consigamos evitar que muchas personas enfermen de covid, pero otras verán resentida su salud mental (por los problemas económicos y las limitaciones de socialización). Creo que los que no somos sanitarios de formación hemos de empujar en este sentido. El sistema lo está entendiendo, pero cuesta moverlo”.

Núria Palau, coordinadora asistencial del Bloque Quirúrgico Central del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona, opina que “en momentos de estrés, el humor es una válvula de escape tanto para los pacientes como para los profesionales. No es la solución, ni tampoco debe imponerse, pero es positivo dejarle un espacio en el hospital. Es una necesidad humana y así se ha visto con la pandemia; por eso había memes, TikTok, bailes… puede que haya gente a quien le chocara, pero era necesario”.

En ello coincide Robert Güerri, médico adjunto de enfermedades infecciosas y jefe de la Unidad de Hospitalización Covid-19 del Hospital del Mar. Comenta a DM, que durante la primera ola, “cada día necesitabas desconectar un poco de la realidad, que era terrible, alejarte de lo que estábamos viviendo. Puede entenderse como algo irrespetuoso, pero en realidad es una forma de recuperar el equilibrio”. El especialista considera que si el profesional sentía esa necesidad de distracción al acabar las estresantes jornadas, la situación debió resultar mucho más dura para aquellos que tuvieron que estar ingresados, sin contacto con sus familias, en esas primeras semanas de gran incertidumbre. No explotaba estrictamente el sentido del humor, pero Güerri recuerda el impacto emocionalmente positivo de una iniciativa que llevó a cabo su centro –y que también se vio en otros hospitales- con la que de forma anónima pacientes que habían superado la enfermedad escribían a los que estaban ingresados para transmitirles ánimo.

Sobre el papel de la risa en las plantas de los hospitales, opina que forma parte de una necesaria humanización de los centros. “A menudo nos ponemos el piloto automático de conseguir el mejor tratamiento, pero a veces el mejor tratamiento tiene que ir acompañado de otros factores que no debemos olvidar. Por suerte, la pandemia va a pasar, más pronto que tarde, y hay cosas que hemos aprendido que podremos incorporar al día a día. Una de ellas sería no olvidar la importancia del elemento emocional dentro del tratamiento médico”.

Payasos en el quirófano...

Si todo está saliendo según lo previsto, lo normal en el quirófano es que los profesionales estén hablando o que haya música, quizá también que se cuente algún chiste. “El humor aleja la tensión”, afirma Palau. También entre los pacientes, añade. Conoce de primera mano por su trabajo en cirugía ambulatoria, la gran diferencia entre sacar a un niño pequeño de los brazos de su madre para que unos extraños de verde se lo lleven y contar con la ayuda de un payaso, que juega antes con el niño, se gana su confianza y le acompaña al quirófano. Por eso, durante la primera ola pandémica, “se echaba mucho de menos a los Pallapupas. Cuando regresaron, también fue una señal de que habíamos recuperada cierta normalidad dentro de la situación en que estamos”.

Payasos de Pallapupas
La presencia de los payasos se ha normalizado en las plantas pediátricas.

Los payasos de esta asociación dejaron de ir a los centros hospitalarios en los momentos más duros de la pandemia, pero Rosales considera que, con las medidas adecuadas, podían haber aportado mucho. Ella reivindica el modelo que existe en Israel, donde el programa Dream Doctors está completamente integrado en el sistema sanitario. En la pandemia, estos payasos adaptaron protocolos para no dejar de prestar su servicio.

“Ese modelo es al que nos queremos acercar: incorporar a los payasos como un elemento más del equipo de profesionales diversos del sistema sanitario”, asegura Rosales. Es consciente de que donde mejor está arraigando la presencia de los payasos es en las plantas de Pediatría, por cierto prejuicio que los limita a la infancia. Sin embargo, destaca que en adultos también pueden ser muy útiles.

 … y con los pacientes adultos

Desde hace cuatro años, Pallapupas trabaja con éxito en el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y en el Hospital de Bellvitge, en unidades de Oncología y en Nefrología. Ahí está el estudio dirigido por Anna Casellas-Grau, coordinadora del Observatorio de Atención Psicosocial en Cáncer de la Unidad de Psicooncología del ICO. El estudio ha evaluado el impacto psicológico y físico de los payasos de hospital en pacientes adultos de cáncer y en sus acompañantes. Según se publicó en la revista Art & Health, estas intervenciones logran reducir en un 40% la ansiedad entre los enfermos, aumentan en un 70% el bienestar de los equipos sanitarios, y un 97% de los familiares considera necesaria la presencia de los payasos en los hospitales.

La percepción personal de otro especialista lo corrobora. Ferran Guedea, jefe de Oncología Radioterápica del ICO, reconoce que cuando le propusieron contar con payasos en la salas de espera de los pacientes, no las tenía todas consigo. “La idea no me entusiasmó de entrada, pero pensé que reír siempre hace bien, y una distracción puede ser bienvenida. No obstante, mi principal temor era que esto molestase a algunos pacientes. Enseguida constaté que todo se hace de forma muy respetuosa, sin forzar a la participación a ninguno de los enfermos. Ves cómo las personas que esperan tienen esa oportunidad de distraerse un ratito de su preocupación y ahora estoy convencido de que ha sido un acierto”, dice este catedrático, quien reconoce sentirse en un ambiente muy agradable, cuando escucha desde el despacho las risas y aplausos de los enfermos.

La combinación de humor y dolor puede parecer una paradoja, pero para Rosales, también conocido como la doctora Ana Tomía Efervescente o la enfermera Ana Lisis, “cuando tienes un problema de salud grave, dejas de ser el mismo, tu orden de prioridades cambia. Una de las lecciones para mí de los hospitales es que cuanto más difícil es la situación, más te aferras a la vida. Y la risa es vida. Te encuentras en un lugar gris y el humor es una ventana abierta que trae aire fresco, un paisaje verde y música”.

El humor ha sido una válvula de escape para muchas personas en estos días tan tristes, pero no debería extrañarnos: al margen de la pandemia, la experiencia muestra que la risa contribuye a humanizar los hospitales coronavirus Off Sonia Moreno Off

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