Rubén Francisco Flores García es enfermero y máster en Alta Dirección y Gestion de Servicios de Salud por la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los 12.000 enfermeros gestores en el sistema sanitario en España.
En el Hospital de Móstoles dio sus primeros pasos en el mundo de la gestión sanitaria. Continuó en el Hospital de Santa Cristina como supervisor de Sistemas de Información, fue nombrado subdirector de Enfermería del Hospital General Gregorio Marañón, ha desempeñado el cargo de director de Enfermería en el Hospital del Tajo y en el de La Princesa, y en 2018 se incorporó de nuevo al Gregorio Marañón con ese mismo cargo, que desempeña en la actualidad.
La reorganización de los circuitos en el Hospital Gregorio Marañón, la puesta en marcha de nuevas áreas de asistencia y la redistribución de los recursos humanos de enfermería no hubieran sido posibles sin su labor y la de otras enfermeras que ejercen funciones directivas vinculadas al quehacer enfermero.
-PREGUNTA: ¿Cómo gestionó la Enfermería en su hospital para intentar dar asistencia al mayor número de personas durante la primera ola?
-RESPUESTA: El reto más importante ha sido la necesidad de tener que adaptarnos a una demanda de asistencia y de cuidados que crecía exponencialmente ante un alto número de pacientes, cuya situación clínica evolucionaba, en muchos casos, muy rápidamente. Esta situación límite que vivimos y que se ha repetido, no se asemeja a ninguna otra experiencia catastrófica que se recuerde en el Hospital Gregorio Marañón, centro que vivió sucesos terribles como el incendio de Alcalá 20 y los atentados del 11-M, que si bien fueron situaciones muy duras, tuvieron un impacto mucho más limitado en cuanto a su duración y en las que sabíamos a que nos enfrentábamos. Me recuerda, en algún momento, a episodios vividos como el aceite de colza y VIH, por el desconocimiento de la enfermedad y el miedo.
Hemos tenido que habilitar espacios y nuevas unidades en hospitalización, urgencias y cuidados críticos. También se han incorporado fórmulas de gestión mixta (con la apertura de camas en un hospital de gestión privada con profesionales de nuestro hospital) y se ha recurrido a otras soluciones que hasta ahora eran desconocidas como la apertura de un hotel medicalizado.
En la primera ola se instalaron 268 nuevas camas de hospitalización, pasando de 67 camas de cuidados críticos (tanto médicos como quirúrgicos), a 135 camas para el tratamiento de pacientes covid en los espacios más insospechados, como quirófanos, URPA…. En Urgencias se habilitaron 166 nuevos puestos de atención y 164 camas en un hotel medicalizado donde se atendieron un total de 512 pacientes. Se derivaron 75 pacientes a centros públicos y 129 a centros privados atendidos con recursos propios. Durante este período alcanzamos 1.064 pacientes agudos hospitalizados y 134 pacientes críticos, coincidiendo con el pico epidémico.
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-P: ¿Qué lecciones aprendieron?
-R: Aprendimos que no podíamos ir por detrás de la covid y que necesitamos una planificación dentro de la emergencia. Para ello se crearon los planes de elasticidad y movilización de recursos humanos, para estar preparados para nuevos rebrotes como así sucedió. En la primera ola se reordenaron dentro del plan de recursos humanos un total de 728 profesionales de la Dirección de Enfermería, teniendo en cuenta sus competencias profesionales.
Sin embargo, durante el verano volvimos a tener otro momento difícil, un inesperado crecimiento de casos, que se inició en agosto y no en otoño como se preveía. Era el origen de la segunda ola epidémica. Esto supuso un nuevo reto en la gestión de los recursos humanos, pues para respetar las vacaciones de los profesionales hemos tenido que hacer un gran esfuerzo en la organización de los mismos para garantizar la asistencia sanitaria en un hospital como el nuestro.
-P:¿Ha sido igual la gestión en esta segunda ola?
-R: Está segunda ola, que ha tenido una curva menos pronunciada, nos ha permitido poner en marcha otros servicios y modos de ofrecer la atención a nuestros pacientes: hemos triplicado las camas en Hospitalización domiciliaria, se han potenciado las consultas telefónicas, las e-consultas, las video consultas, la practica avanzada enfermera en muchos de los procesos etc. Todo esto con el objetivo de facilitar al ciudadano el acceso a la atención, pero protegiéndole en todo lo posible y según requiriera su proceso patológico.
Pero todo esto ha tenido éxito porque hemos contado con la respuesta y el trabajo incondicional de los profesionales y trabajadores del Hospital Gregorio Marañón, que se han pasado días y días dentro de los EPIs para cuidar lo mejor posible a los pacientes. De esto es de lo que me siento más orgulloso… Es un honor ser el director de Enfermería de un Hospital que cuenta con estos profesionales.
-P: En esta pandemia los sanitarios han trabajado en condiciones muy precarias, pero parece que las supervisoras de Enfermería han sufrido mayor estrés y desgaste emocional. ¿Está de acuerdo? ¿A qué lo achaca?
-R: Yo no hablaría de condiciones precarias. La pandemia nos planteó tres retos: dar respuesta asistencial a todos los pacientes que cada día llegaban al hospital, asegurar la protección y el bienestar de nuestros profesionales, y mantener niveles de humanización altos en la atención y en la relación con las familias.
Hemos tenido que gestionar unos elevados niveles de tensión provocados por la incertidumbre ante lo desconocido. Nos hemos tenido que ir adaptando, no solo en el tratamiento y cuidados de los pacientes que atendíamos, sino también en relación a la protección de los profesionales, a medida que íbamos teniendo evidencias sobre la enfermedad.
Las supervisoras de enfermería han sido uno de los pilares que han ayudado a sostener el sistema sanitario y gracias a ellas se han logrado los retos que nos planteamos. Han ejercido un liderazgo eficaz que ha permitido dar respuesta con inmediatez a las nuevas situaciones y han mostrado una gran capacidad para buscar proactivamente soluciones a los múltiples problemas e imprevistos que se originaban.
SUMARIO: “Es necesario mejorar las condiciones retributivas y de estabilidad en el empleo para las enfermeras y así evitar la fuga del talento a otros países donde son muy valoradas y mejor retribuidas”
Gracias a la capacidad de trabajo en equipo, la gestión eficiente de recursos humanos, materiales e incluso de nuevos espacios físicos, hicieron posible afrontar el reto que teníamos delante, sin olvidar la importancia que tiene “cuidar a los que cuidan”, gestionando también la parte emocional de los profesionales. Las supervisoras han estado, incansablemente, en primera línea durante las 24 horas del día. Son las verdaderas protagonistas de la gestión sanitaria que se ha realizado durante esta pandemia.
-P: ¿Le preocupa la situación actual? ¿Cómo cree que van a afrontar los sanitarios una tercera ola?
-R: Claro que preocupa. No tenemos que bajar la guardia aunque estemos mucho más preparados. Tenemos más evidencias del SARS-CoV-2, en cuanto a sus mecanismos de trasmisión y comportamiento de la enfermedad.
Pero pase lo que pase, se está demostrando el papel protagonista e imprescindible que tienen y tendrán las enfermeras en el presente y el futuro de esta pandemia: están haciendo vigilancia epidemiológica activa en toda población nacional para detectar SARS-CoV-2; la campaña de vacunación que realizarán nos ayudará a combatir esta enfermedad y volver a la normalidad poco a poco, y la educación sanitaria a la población será una de las principales actuaciones para dejar atrás esta pesadilla.
Estoy convencido de que la respuesta de los sanitarios va a ser igual que en las dos olas anteriores, porque no se trata de una respuesta improvisada, sino de un modo de trabajar que tenemos integrado y que no sabemos hacer de otra manera. Sí, soy optimista, y estamos más preparados emocionalmente, aunque es innegable el cansancio que acumulamos.
Para reforzar este apoyo durante toda la pandemia junto con el equipo de psiquiatría se ha puesto en marcha un programa de apoyo y gestión emocional para todos los profesionales, pacientes y familias, dando mucha importancia el hecho de “cuidar a los que cuidan”.
-P: En tiempos de pandemia, son muchas las enfermeras sin experiencia en UCI que están siendo trasladadas a unidades de críticos, en algunos casos para reforzar servicios y en otros para cubrir puestos específicos. ¿Cómo se está articulando en su hospital? ¿Se les está ofreciendo formación?
-R: En el inicio de esta crisis sanitaria sin precedentes en todos los medios de comunicación se transmitía la necesidad de contar con suficientes respiradores para prestar atención a los pacientes en estado crítico. Parecía que el hecho de tener un respirador significaba poder salvar una vida. Y nada más lejos de la realidad si junto a ese respirador no hay un equipo humano para la atención a ese paciente. Y en esto, la enfermera especialista en Cuidados Críticos tiene un papel de tal relevancia que sería imposible concebir la atención a los pacientes sin esta figura.
En nuestro hospital se trabajó intensamente para reordenar y distribuir todas las enfermeras con experiencia en Cuidados Críticos, equilibrando en las unidades que íbamos abriendo las enfermeras con menos experiencia con las más expertas. Movilizamos profesionales de otros ámbitos de Cuidados Críticos como UCI Pediátrica y Neonatal o reanimación maternal. Durante el verano y en previsión de una segunda ola, organizamos un curso de actualización de conocimientos del paciente crítico con una parte teórica on line y otra práctica con tutorización y mentoring en las unidades. En este momento ya hemos formado a 48 profesionales.
-P: ¿Cree necesario que se apruebe cuanto antes la especialidad?
-R: Esta crisis ha evidenciado la necesidad de concebir la especialidad de Enfermería en Cuidados Críticos desligada de la generalista especialidad Médico-Quirúrgica. El Real Decreto 450/2005 establece 7 áreas de especialización, aunque solo se han desarrollado 6 de forma parcial. Un área es la Enfermería Médico-Quirúrgica, que está sin desarrollar tras 15 años. Nuestro sistema reconoce solo parcialmente la categoría de enfermero especialista, siendo imprescindible el reconocimiento completo de las mismas para garantizar el correcto funcionamiento de las áreas asistenciales. El cuidado del paciente requiere de enfermeras especialistas, que den respuesta eficiente y accesible a las demandas de la salud-enfermedad de los ciudadanos.
-P: La especialización enfermera salva vidas, pero los profesionales se quejan de que, una vez finalizada la formación, no ejercen en el campo en el que se formaron porque no se crean plazas en el SNS. ¿Es necesario el reconocimiento de las especialidades enfermeras y la creación de plazas de especialistas en Enfermería?
-R: Se están dando pequeños pasos, pero demasiado lentos en relación a la demanda real de las necesidades que tiene la población. Estamos formando enfermeras especialistas e invirtiendo recursos en esa formación y luego no podemos contratar especialistas porque tenemos una bolsa centralizada que nos encorseta. Se debería reflexionar sobre lo paradójico de un sistema que invierte unos preciosos recursos económicos en la formación especializada de estos profesionales y luego no aprovecha esa inversión, no hay retorno al sistema.
Creo que se deberían tomar medias a nivel central, tras dos años de formación, se desperdicia todo ese conocimiento y experiencia y nos encontramos con un sistema que solo reconoce en la práctica profesional algunas especialidades (matronas y algunas plazas de enfermeras con la especialidad de salud mental y con una retribución mínima). Alguno de los mejores profesionales formados y con una alta cualificación, se nos han marchado y esto es un lujo que no nos podemos permitir, porque genera desmotivación y frustración en los profesionales y supone una pérdida para el sistema de salud irreparable.
SUMARIO: “Estamos formando enfermeras especialistas e invirtiendo recursos en esa formación y luego no podemos contratar especialistas porque tenemos una bolsa centralizada que nos encorseta”
También se ha puesto en marcha un estudio de investigación para valorar el impacto que la formación y la experiencia ha podido tener en el cuidado de los pacientes críticos. Parece importante contar con datos objetivos que nos permitan pedir las especialidades con evidencia.
-P: En su hospital, más allá de las plazas de matrona, ¿hay plazas para otros enfermeros especialistas? ¿Cree que sería necesario y que mejoraría la calidad asistencial?
-R: En este momento tenemos cinco plazas reconocidas a nivel laboral de enfermeras especialistas en Salud Mental y dos de Enfermería del Trabajo, pero serían necesarias muchas más en estos ámbitos y también en Pediatría, y Geriatría. También haría falta desarrollar otras líneas de especialización que se están mostrando como imprescindibles, como cuidados críticos, quirófano etc.
En el hospital tratamos de recuperar este capital humano, creando bolsas específicas internas de cuidados especiales. En el 2018 iniciamos programas de enfermería de práctica avanzada tal y como contempla Real Decreto 639/2015 de resoluciones de acreditaciones avanzadas. Numerosos estudios a nivel nacional e internacional han demostrado que la figura de la enfermera de práctica avanzada es costo-eficiente, ya que mejora la accesibilidad al sistema, la coordinación de los equipos asistenciales, la calidad y seguridad de la atención y la satisfacción del paciente y su familia.
Hemos identificando las especialistas que tenemos trabajando en otras zonas del Hospital Gregorio Marañón para poder aprovechar su conocimiento en cuanto surja alguna necesidad. Pero estos movimientos tienen un recorrido corto. Es necesario que se plantee una reordenación profesional que dé respuesta a las necesidades del sistema y que ponga en valor la profesionalización en el cuidado.
SUMARIO: “La figura de la enfermera de práctica avanzada es costo-eficiente, ya que mejora la accesibilidad al sistema, la coordinación de los equipos asistenciales, la calidad y seguridad de la atención”
No hay discusión sobre si las especialistas mejorarían la calidad asistencial. Ya lo están demostrando porque tenemos a muchas de ellas trabajando en el Marañón, un total de 209, pero sin ningún tipo de reconocimiento laboral que termina en la fuga de talento o en la desmotivación.
-P: Díaz Ayuso ha dicho que exigirá a las gerencias de los hospitales el traslado forzoso de personal eventual para atender el Hospital Isabel Zendal. ¿Podría su hospital prescindir de enfermeros eventuales? ¿Hasta qué punto se resentirá la calidad asistencial?
-R: El Hospital Gregorio Marañón ha incorporado durante la pandemia un total de 477 contratos eventuales de enfermeras para atender al incremento de la actividad asistencial derivado de la misma. Todos ellos se encuentran integrados en nuestros equipos de trabajo, cubriendo esta actividad, si bien tenemos la obligación de ser lo más eficientes posibles y dar respuesta a la demanda de la población con los recursos asignados. El profesional ha de seguir al paciente. Los pacientes tienen que estar seguros que activaremos todos los mecanismos de gestión que sean necesarios para que en ningún momento la calidad de la asistencia se vea afectada.
-P: Cuántos enfermeros de su hospital han decidido, voluntariamente, ejercer en el Hospital Isabel Zendal? ¿Es posible reemplazarlos?
-R: En este momento tenemos tres enfermeros que han solicitado el traslado voluntario al Hospital Isabel Zendal. Ya se ha procedido a la solicitud de la cobertura de sus puestos.
-P: La pandemia ha puesto sobre la mesa que faltan enfermeras, que la ratio enfermera/paciente es de las más bajas de la UE y que, con las bolsas vacías, el Sermas no encuentra enfermeras para contratar. ¿De qué manera cree que se podría retener el talento enfermero? ¿Habría que desarrollar planes de fidelización y mejorar las condiciones laborales para que los enfermeros que ahora trabajan en otros países vuelvan a España?
-R: Tenemos que retener el talento enfermero, dando estabilidad laboral y que cada profesional desarrolle sus competencias y habilidades en las áreas en las cuales se han formado. Estamos obligados a desarrollar planes de fidelización y de mejora en las retribuciones laborales y recuperar el talento huido. La actual crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la falta de enfermeras en nuestro país y no podemos permitir que se cubra esa demanda con profesionales de otros países menos cualificados y no buscar soluciones cortoplacistas o economicistas.
Tampoco podemos siquiera plantear que otro tipo de profesionales sin las competencias de las enfermeras y con menor formación y retribución económica sustituya a éstas, como se ha transmitido en algunos foros. Es necesario mejorar las condiciones retributivas y de estabilidad en el empleo para las enfermeras de este país y de esta manera evitar la fuga del talento a otros países de nuestro entorno donde son muy valoradas y mejor retribuidas.
-P: ¿Cree que la pandemia está haciendo que se pierdan vocaciones enfermeras?
-R: Quizás yo soy bastante pragmático y lo de las vocaciones creo que queda bastante lejos. Somos profesionales y procuramos que se mejore el afrontamiento de las situaciones críticas con formación y apoyo profesional. Sin duda esta pandemia ha puesto al límite a las enfermeras, como seres humanos que son, porque han estado viviendo situaciones muy difíciles a diario y con la sensación y la frustración de no poder cuidar a todas las personas como ellas querían, pero me consta que poco a poco se han ido recuperando y la gran mayoría está trabajando y cuidando tan profesionalmente como siempre.
No obstante, en una reciente reunión con profesionales de cuidados críticos en mi hospital, se puso de manifiesto la dificultad para seguir ejerciendo su profesión con el mismo nivel de entusiasmo y entrega debido al enorme sufrimiento emocional que ha supuesto la atención a esta crisis.
-P: ¿Han aumentado las agresiones a enfermeras en estos meses? ¿
-R: En nuestro Hospital no han aumentado las agresiones, más han disminuido. Creo que los factores que han podido contribuir ha sido la restricción de las visitas en el hospital, dada las limitaciones en el acceso al mismo, y el enorme incremento que ha sufrido la atención telefónica a los pacientes. Cuando se produce alguna agresión hemos diseñado un circuito rápido y preferente de atención del profesional agredido, donde desde el primer momento se sienta atendido, valorado, apoyado y le podamos ofrecer el cuidado y la atención que necesite, ya sea clínica, emocional o jurídica. Asimismo, tenemos un registro de situaciones conflictivas coordinado desde el Servicio Madrileño de Salud (Sermas), que nos permite analizar los factores que han podido influir en la agresión y poner en marcha las medidas preventivas y de mejora si procediese.
-P: Los estudiantes de Enfermería se quejan de que no les dejan realizar las prácticas en los hospitales y centros de salud de Madrid. ¿Podría suponer una carga mayor para el sistema sanitario en caso de que estos estudiantes no salgan al mercado laboral? ¿De qué manera se resentirán los cuidados en los hospitales?
-R: He sido muy proactivo con la necesidad de que los estudiantes siguieran formándose durante el periodo pandémico. Nuestra formación universitaria comprende 2.500 horas prácticas reguladas por la directiva europea.
Era poco congruente contratar alumnos de Enfermería para trabajar durante el mes de marzo y abril y luego no apoyar la formación práctica de los alumnos de Enfermería, en una carrera con una enorme carga curricular asignada al período práctico.
No podemos permitirnos el que no se gradúen más profesionales, pues el sistema ya ha demostrado la necesidad de los mismos y eso hace que deje de ser un problema de las universidades y que pase a ser un problema de todo el sistema. Evidentemente, si no hay enfermeras se resentirá la dirección, la prestación y la evaluación de los cuidados.
Se han elaborado planes de contingencia junto con las universidades para acoger a los alumnos en prácticas en las mejores condiciones de seguridad y garantizándoles unas prácticas de calidad. En este momento está recuperada nuestra capacidad docente. Tenemos que seguir formando a los profesionales que nos van a cuidar en el futuro y posiblemente se enfrentaran a más de una pandemia.
SUMARIO: “Las enfermeras tenemos una gran capacidad de adaptación y gestión de cambios, como se ha puesto de manifiesto en la pandemia”.
Como conclusión me gustaría decir que esta pandemia ha puesto de manifiesto que las enfermeras estamos preparadas para dar respuesta a cualquier demanda que se exija al sistema de salud y que podemos liderar los cambios necesarios de manera comprometida y a largo plazo. Tenemos adquiridas competencias para poder ejercer un liderazgo fuerte e integrador, con capacidad de motivar, inspirar y unir a las personas. En definitiva, una gran capacidad de adaptación y gestión de cambios.
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