El Día Mundial del Sida de este año ha resaltado la importancia de que los gobiernos y todos los estamentos sociales tomen medidas encaminadas a lograr el cumplimiento del lema elegido por ONUSIDA en esta edición: Poner fin a las desigualdades. Poner fin al sida. Poner fin a las pandemias. Tal y como se destaca desde esta organización, sin una acción audaz contra las desigualdades, el mundo corre el riesgo de no alcanzar los objetivos de acabar con el sida para el año 2030, así como de sufrir una prolongada pandemia de la covid-19 y una crisis social y económica cada vez mayores.
En este contexto, pero también en un escenario sin pandemia, los profesionales de Enfermería juegan un rol muy importante, ya que cubren en gran medida las necesidades que el paciente no puede cubrir por sí solo. Ello incluye especialmente el soporte psicológico, físico y emocional que necesita, pero evitando posturas de rechazo o sobreprotección. Y buscando siempre una aproximación también a la familia del afectado, según señala Marylene Guiguian Rio, enfermera con experiencia en el Hospital de Día de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Alicante.
Para Guiguian Rio, participante en el Foro Debate El papel de la Enfermera en los cuidados del VIH, organizado por el Colegio de Enfermería de Alicante, la Asociación Ciudadana de Alicante por el VIH (Acavih) y Janssen, el papel de Enfermería es importante porque es “el primer receptor del paciente” y está capacitada desde el punto de vista técnico y psicológico para atender sus demandas.
En este sentido, incide en que ese primer contacto debe ser “empático”, ya que “no hay que olvidar que el paciente procede de una sociedad que ha estigmatizado la enfermedad que padece”. En la práctica, incide, “es importante el respecto y la discreción; por ejemplo, no hablar en pasillo de un tema directamente relacionado con la enfermedad”.
Y como en cualquier otra patología, se debe “ escuchar atentamente al paciente exponer su problema y darle una solución, ya sea definitiva o provisional”, sobre todo para que sienta “que nos preocupamos y que puede acudir a nosotras cuando lo necesite”.
Añade que un aspecto relevante es “ponernos a su nivel”, dándole “explicaciones sencillas sobre manejo de medicación, revisiones, pruebas etc..”.
También es fundamental “nunca juzgar” y “no preguntar cómo ha contraído la enfermedad”. En su opinión, “a nosotras no nos importa que sea por relación sexual o drogas. Tenemos una persona con una patología y le cuidamos; y si nos quiere contar su vida, le escuchamos” .
Además, si la enfermera piensa que necesita ayuda especifica, “le proporcionamos teléfonos de asociaciones, psicólogo, adelantar una cita con su médico e incluso podemos hacer la gestión si sentimos que la persona no es capaz de hacerlo”.
El apoyo a los familiares
También es muy importante el papel de Enfermería con los familiares de los pacientes. “ El trato con la familia es primordial, pero siempre se debe preguntar al paciente si quiere que hablemos con un familiar y, en caso afirmativo, con quién”, ya que en muchos casos “no han dicho a su familia que tienen VIH o solo lo sabe un familiar”.
En este escenario, es primordial tranquilizar a los familiares y explicarles cómo pueden tratar a su familiar (besos, abrazos....) y, como al propio paciente, “que el VIH es un virus y no hay culpables... no se culpa a alguien que tiene gripe”. En resumen, concluye, “a familia debe sentir que estamos disponibles para responder a sus preocupaciones”.
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